El otoño es una de las estaciones más sugerentes y atractivas, no solo por la intensidad y variedad de su cromatismo, sino también por los productos que ofrecen los bosques y, de paso, obligan a salir, caminar y conocer la más bella naturaleza. Entre los productos más característicos se encuentran las setas, de las que ha hablamos en un reportaje anterior, y las castañas o calbotes que, de paso, traen con ella una sugerente festividad casi ancestral, a la que se conoce como Magosto que, por cierto, está casi extendida por toda la mitad norte y occidental de la Península

Antes de nada decir que la recogida de castañas es una actividad campestre muy propia de la provincia de Salamanca, que se da con mayor perseverancia según llega la fiesta de Todos los Santos. En estos días de finales de octubre y principios de noviembre es muy característico en muchos pueblos, sobre todo en las Sierras de Francia y Béjar a los vecinos, y también muchos turistas, asando calbotes en calles y plazas.

Estos pueblos, sobre todo La Alberca, Candelario, San Martín, Mogarraz o Candelario, celebran los magostos que, resumiendo, no es más que asar o cocer las castañas. Pero también tiene su tradición antiquísima que describiremos después. Ahora decir, que se celebra como una fiesta popular, en la que los calbotes hacían de merienda acompañados de un vino del pueblo y de diversas actividades culturales o de ocio.

El Magosto

Fiesta del Magosto en La Alberca Turismo La Alberca

En el mes de octubre, las castañas empiezan a abrir los erizos y dejan caer su fruto a la tierra. El arraigo del Magosto en Salamanca, que se celebra llegando la festividad de San Martín de Tours (11 de noviembre) aunque principalmente con Todos los Santos, ha hecho de esta fiesta un importante interés turístico. El crepitar de las castañas suena en todos los pueblos, ya que la fiesta, popular y espontánea, se celebra en las distintas zonas de la provincia.

Hay varias teorías sobre el origen del término magosto: Magnus Ustus (gran fuego) o Magum Ustum (resaltando el carácter mágico del fuego). Tradicionalmente esta fiesta se realizaba con la recogida de este fruto y servía también como agradecimiento por la cosecha recibida. Fiesta que, como hemos dicho, se celebra en los días comprendidos entre el 1 de noviembre (Todos los Santos) y el 11 de noviembre (San Martín).

El Magosto hinca sus raíces en las épocas pre románicas, concretamente en la cultura de los pueblos celtas que habitaban el norte de España. El fuego era un elemento imprescindible, pero las castañas ocupaban el papel estelar en el mismo. El fuego de la casa se dejaba toda la noche encendido, como también después las hogueras en las calles de los pueblos, y los alimentos se disponían en torno a la lumbre por si los difuntos de la familia volvían a sus hogares a reponer fuerzas y calentarse.

En sus inicios el Magosto también se relacionaba con la fertilidad y la fecundación de la tierra, si bien, al cristianizarse se vinculó a los santos y difuntos de cada familia: así, cada castaña simbolizaba un alma liberada del Purgatorio.

La noche era también el escenario de los magostos de las cuadrillas de mozos, que hacían fuego al aire libre y entre castañas, chorizos asados, vino tinto nuevo, canciones y cuentos continuaban una tradición cuyos elementos son símbolos de vida y purificadores, y motivo de muchas leyendas.

En la actualidad, el magosto es una especie de banquete rural en el que no faltan las castañas y los vinos de la tierra. Vecinos y turistas se citan en los pueblos para pasar una tarde agradable, celebrar el fin de una nueva cosecha y comer, beber, escuchar música y bailar juntos y, si cabe, alrededor de las hogueras.

Bailes en el Magosto de La Alberca Turismo La Alberca

En Salamanca se pueden encontrar castaños a lo largo de todo la provincia, pero su lugar principal es en las Sierra de Francia, Béjar, Rebollar y en algunos parajes de La Ribera fronteriza salmantina, y por tanto las costumbres pueden estar bastante difundidas por esta tierra. Aunque, todo hay que decirlo, en estas últimas comarcas poco queda de toda aquella tradición.

Lo cierto es que las castañas han logrado trenzar un lazo incontestable con nuestra provincia. Prueba de ello es el Centro de Interpretación del Castaño, situado en Montemayor del Río. Su castillo medieval y de situación estratégica, junto a las principales vías de comunicación –la Calzada y la Cañada ganadera de la Plata-, hizo de esta villa el guardián del paso entre los reinos de León y Castilla con Extremadura.   Ahora conserva artesanía provincial, destacando la cestería del castaño original de Salamanca.

Sierra de Francia y Béjar

El Magosto en La Alberca Turismo La Alberca

Todos los pueblos de las Sierra de Francia y de Béjar son buenos lugares donde recoger este fruto que también da nombre a algunos de sus municipios, como Miranda del Castañar y San Martín del Castañar.

En La Alberca, en las vísperas del día de los Todos los Santos, se reúnen vecinos y turistas para asar calbotes (castañas) al amor de la lumbre o en los 'calvocheros'. Antiguamente, se relacionaba con la necesidad de mantenerse despierto esa noche, ya que cada hora, el reloj de la torre y las campanas recordaban la necesidad de rezar una oración por los difuntos. Hoy en día, es más una fiesta en la que se aprovecha la recolección de la castaña, para degustarla al calor de la lumbre y con los compases de la gaita y el tamboril.

También otros pueblos de la Sierra de Béjar y Candelario son afamados en la provincia por este fruto que durante el otoño da sabor a muchos platos de la gastronomía salmantina.

En Candelario las castañas asadas o los famosos calbotes son protagonistas a primeros de noviembre, donde son distribuidos entre multitud de vecinos y visitantes.

Comer castañas

Castañas asadas a la brasa en un puesto callejero Hosteleria Salamanca Salamanca

Las formas de comer la castaña son muy variadas: crudas, cocidas, o asadas. Se pueden cocer con cáscara y sal o sin ella. Se pueden, igualmente, comer acompañadas de chorizo, con habas, mojadas en leche o en vino. En algunos lugares la castaña se utiliza para dar de comer al ganado. Pero la forma más tradicional de cocinarlas son asadas, bien en el horno o en los magostos.

Asar castañas en la calle para su venta, puede ser un oficio tan lejano como nuestra memoria no logra recordar. La llegada del otoño y los primeros fríos, si llegan, siempre viene de la mano con la instalación de puestos de ventas de castañas, negros como el hollín y, de paso, el personaje tan emotivo como 'el castañero', aunque antes eran las mujeres principalmente quienes realizaban estos trabajos, a las que, así, se las conocía como 'las castañeras', personajes que, al igual que las turroneras de los bajos de la Plaza Mayor, son personajes entrañables, a los que se trata con melancolía por unos tiempos que fueron y, por desgracia, nunca más serán.

Curiosamente esa forma de ganarse la vida, no ha desaparecido con el tiempo. Con el paso de los años este oficio estuvo en decadencia llegando casi incluso a desaparecer en muchas ciudades, pero parece que regresa con un pequeño repunte. En algunos lugares, como es el caso de Salamanca, este oficio se convirtió en un servicio social para personas con escasos recursos económicos. Pero sea como fuere, siempre nos queda en la retina, o la calle Zamora, Toro o Los Bandos, 'el castañero' que nos permite calentar las manos con sus castañas recién asadas y no envuelve en el humo de la nostalgia.

Una castañera, 1933 Foto Cortés





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