Compositor y director de orquesta sinfónica con tan solo 19 años: el talento deslumbrante del salmantino Sergio García González
El compositor y director de orquesta salmantino Sergio García González, a sus 19 años, se erige como una de las figuras más pretenciosas en el difícil mundo de la música clásica. Además, desde hace un año es el director de la Banda Municipal de Música de Villamayor
29 noviembre, 2023 07:00Noticias relacionadas
Sergio García González es uno de los directores de banda y orquesta más jóvenes de España, y ya aclamado en su tierra, Salamanca. A sus 19 años, ha dirigido el primer concierto de temporada de la Joven Orquesta Sinfónica Ciudad de Salamanca y, además, lleva un año como director musical de la Banda Municipal de Música de Villamayor. Su versatilidad, además es instrumentista de percusión y compositor, y su pasión por la música, a pesar de corta edad, le ha llevado a abordar un repertorio que abarca desde la zarzuela, el pasodoble, la música tradicional, los grandes maestros clásicos, hasta el contemporáneo, como fue la pieza '13.8. Sinfonía Espacio-Tiempo', de la también salmantina Alba Sánchez Torremocha.
Sergio García González nace en Salamanca en octubre de 2004 e inicia sus estudios musicales en el Conservatorio Profesional de Música de Salamanca a los 7 años, donde estudia percusión. En dicha etapa, muestra interés por la música bandística iniciándose en la composición propia para estas agrupaciones, con maestros de la talla de José Alberto Pina o David Rivas Domínguez. Posteriormente, estudia dirección de banda con José Enrique Martínez Esteve como principal maestro, y ampliando su formación con otros directores como Javier Castro Villamor o Andrés Ramos Navarro.
Como percusionista también ha colaborado con diversas agrupaciones orquestales y bandísticas, algunas de ellas profesionales, y le ha sido concedido el Premio Extraordinario de Enseñanzas Profesionales a la finalización de dicha etapa. En la actualidad, cursa sus estudios de Grado Superior de música en interpretación en el Conservatorio Superior de Música de Castilla y León. En su faceta de compositor, ha estrenado obras propias con agrupaciones profesionales recibiendo la felicitación y reconocimiento de maestros como José Rafael Pascual Vilaplana.
Sergio, a pesar de sus 19 años, es un director y compositor que combina la excelencia artística con la cercanía humana, la curiosidad intelectual del que quiere empaparse y aprender, con la sensibilidad social de nuestros días, la tradición musical con la innovación. Su talento y su bondadoso carisma le han convertido en una de las figuras emergentes y admiradas de la música clásica y de banda, de momento, salmantina.
Pregunta: ¿Qué sensación le ha dejado la dirección del primer concierto de temporada de la Joven Orquesta Sinfónica Ciudad de Salamanca?
Respuesta: La experiencia es espectacular, no solamente del concierto en sí, sino de todo el proceso, desde el primer ensayo hasta el último. De toda la implicación que he visto de los profesores, del director Andrés Ramos Navarro, del gerente Víctor Moro, por supuesto, y de todos los músicos. Y, al final, es lo que más cuenta, porque muchas veces uno paga la entrada y ve dos horas de concierto, pero detrás de nosotros hay dos meses de mucho trabajo, no solamente un ensayo a la semana, sino toda la preparación de ese ensayo durante toda la semana, revisión de lo que hemos hecho, reflexión sobre cómo ha ido cada ensayo para preparar lo mejor posible el siguiente. En general, no podía estar más contento con el resultado musical. No podemos olvidar que yo soy el primer estudiante, porque todos los músicos son también alumnos. Pero el nivel humano y de convivencia musical ha sido inmejorable, que para mí es lo que más cuenta.
P: El público se puso en pie, Sergio.
R: Sí, efectivamente. La acogida del público fue impresionante. Acogió muy bien tanto el concierto en general como la obra de Alba. Pudimos hacer al final el bis con Alba Sánchez, y el público se puso en pie tanto para aplaudirla a ella como para aplaudir a la orquesta. El público estuvo súper entregado y eso se nota cuando uno está dirigiendo. Yo lo noto mucho. La diferencia entre si el público está conectado contigo o está un poco más disperso se nota, aunque estés de espaldas. Yo noté mucha conexión y es una sensación muy bonita.
P: Hablamos de lo sinfónico, pero usted también es director musical de la Banda Municipal de Música de Villamayor, que es bajar más a la tierra, digamos.
R: Eso es. Hay muchas diferencias. Por ejemplo, en el mundo de las bandas aficionadas siempre digo que es uno de los que más me gusta, porque son capaces de combinar lo musical y la banda, que es una agrupación con unas posibilidades musicales increíbles, muy potentes, muy diversas y muy variadas, que se han explotado y se siguen explotando. Hoy en día, es muy contemporáneo y, por otra parte, tiene un valor humano y social que no te lo da ninguna otra agrupación. Por ejemplo, en Villamayor siempre pongo el mismo ejemplo. Tenemos a un hombre de 90 años que comenzó a los 14 a tocar, Tavira, que fue músico profesional y sigue tocando con nosotros, y tiene una fuerza increíble. Y ese hombre ha formado a muchísima gente que ahora toca en nuestra banda. Luego tenemos a niños de diez años, por ejemplo. Que todos esos círculos convivan en otro círculo social, que puede ser un pueblo donde esté la banda, y sea capaz de unir a generaciones con diferentes intereses y gustos, creando un fin único, el artístico, es una maravilla. Para mí es lo más bonito que puede existir a nivel humano, combinar lo social y lo artístico con la música. Por eso, ese mundo de la banda me encanta, es una de las grandes diferencias, y uno de los grandes puntos que más me atraen.
P: ¿Cómo van sus estudios de percusión en el Conservatorio Superior de Música de Castilla y León en Salamanca?
R: Muy bien. En Castilla y León tenemos un solo Conservatorio Superior. Yo soy de Salamanca y este conservatorio está en Salamanca. Para mí es una suerte enorme poder estudiar en mi ciudad, porque en este conservatorio hay muchísima gente, y los salmantinos somos un porcentaje muy pequeño. El profesorado, la formación, las salidas o las oportunidades, son factores que atraen mucho. Para mí es una suerte enorme poder estar aquí, en mi ciudad, con los profesores que quiero, con unos compañeros magníficos, y estoy súper feliz.
P: ¿Se imagina usted a un joven de 19 años que ya dirija orquestas sinfónicas y bandas de música, además de componer?
R: Hoy disponemos tanto de la facilidad de comunicaciones como de encontrar información, todo es muy accesible, y no tenemos que esperar a terminar una carrera para poder formarnos. En mi caso, con 15 años me metía en internet e iba leyendo cosas sobre dirección y sobre composición y, al final, encuentras diferentes escuelas y academias. Con 16 años cogía trenes a Valencia, y me iba a hacer cursos de dirección de banda. Después comencé a estudiar percusión en este Conservatorio Superior. Como aquí no tenemos la especialidad de dirección, tendré que irme a estudiar fuera. Al final, es cierto, todo se acelera mucho y, además, existen muchas más posibilidades. Y si, a todo ello, se suma que uno también sea capaz de saber gestionar su, digamos, propia marca e imagen, y ser suficiente para saber comunicar qué es lo que es capaz de realizar por redes sociales, cada vez que surge un proyecto en el que uno participa, al final con todas esas oportunidades es mucho más fácil que te lleguen todas esas posibilidades de hacer lo que te gusta.
A lo mejor, hace algunos años parecería una locura lo que estoy haciendo hoy en día. Para mí es mucho más sencillo, por supuesto, con sus pros y sus contras, pero poder acceder a tanta información hoy en día es un privilegio y una suerte enorme. Pero claro, no debemos olvidar también que en música, y en cualquier otra especialidad artística, existe una competitividad muy alta en todos los aspectos, trabajos y especialidades. Uno tiene muchas posibilidades y facilidades para formarse, pero el resto también. Entonces, todo va avanzando y evolucionando poco a poco y, al final, las nuevas generaciones ni son más ni son mejores que ninguna otra anterior, pero tienen más posibilidades. Todo el mundo, no yo solo. Hace unos años parecía una locura esto, pero hoy en día va siendo más normal. Y digamos que toda nuestra generación va avanzando de forma diferente buscando oportunidades.
P: ¿Dónde, cuándo y por qué comenzó ese interés por la música?
R: Desde muy pequeñito. Mis padres siempre me habían visto saltando, cantando, bailando, de todo. Recuerdo haber estado estudiando música, o lo que al principio se llamaba estimulación musical o algo así, con dos o tres años. Desde que entré en la escuela de música, con cuatro o cinco años, ya hacía muchas actividades musicales. Luego, con siete años, ingresé en el Conservatorio Profesional de Salamanca, que era la edad mínima que se prevé en el plan de estudios. Por ello, recuerdo que siempre he estado estudiando música, porque me gustaba mucho, y porque mis padres siempre me apoyaron. En este Conservatorio descubrí, por ejemplo, lo que decíamos antes, el mundo de la banda. Y lo hice por la asignatura de banda, porque me encantaba ir a los ensayos y a las clases y, en cuanto pude, empecé a tocar en una banda fuera ya del Conservatorio. Ahí me enganchó mucho todo el ambiente y toda la música que se escribía para banda. Aquí en Salamanca y en Castilla y León, en general, tenemos mucha tradición de Semana Santa. Recuerdo que el punto clave de que esté haciendo lo que hago, fue que cuando tocaba marchas de Semana Santa, me fijaba arriba a la derecha, que ponía el título del compositor en la partitura. Porque cuando tienes nueve o diez años y estás en el conservatorio, la sensación que me daba era que estaba estudiando para tocar música en la que los compositores ya estaban todos muertos.
P: ¿Entonces, componer hoy en día tiene sentido, viendo la historia de la música?
R: Por supuesto. Tenía nueve o diez años cuando desconocía muchísima música que hoy en día se compone, que es rica e interesante. Tenemos, mismamente, el ejemplo de Alba Sánchez aquí en Salamanca. Cuando veo un título y el nombre de un compositor, y compruebo que es de 2012 o 2013, digo, espérate, que los compositores hoy en día siguen escribiendo y haciendo cosas muy interesantes. Eso me llama mucho la atención, como, por ejemplo, que el compositor pueda ser David Rivas, que es una de las personas a las que más le debo y que más agradezco que haya apostado por mí. Y ahí es donde me empieza a interesar la composición para banda que comencé a estudiar con quince años, con los recursos que me ofrecía el Conservatorio Profesional, pero también fuera del mismo. Es decir, me buscaba mis profesores particulares por online, por videoconferencia o como fuera, o cuando podía de forma física, para recibir clases de los mismos. Al final, ellos me enseñaban, no uno, digamos un sinfín de recursos que no te puede aportar el Conservatorio, que son muy generales, sino que era una formación muy específica para la escritura de banda.
Desde entonces comenzó a interesarme el mundo de la composición y empecé a hacer cosillas. Luego, poquito a poco, fui componiendo mis obras para banda. Tengo unos cuantos pasodobles, y unas cuantas obras que se van a ir estrenando poco a poco. Y lo realizé con 15 y 16 años. Un amigo que estaba muy interesado en la dirección me dijo: "Mira, Sergio, aquí en Valencia hay un curso de dirección de banda en el cual tocan música de compositores que van a venir a dar una 'masterclass'. Si te apetece te vienes conmigo, aprendes un poco de dirección y estás con los compositores en sus clases". Le dije, genial. Cuando llegué y vi las posibilidades que te da la dirección, me quedé totalmente fascinado y enamorado. Y ahí empecé a tomarme más en serio la dirección, porque estaba totalmente alucinado. En la primera clase en la que cogimos la batuta y vimos lo que podíamos hacer con ella en la mano, sin hablar, sin decir ni una sola palabra, solamente con el gesto de tu batuta... comprobé la cantidad de cosas que puedes controlar. Eso me fascinó por completo y empecé a formarme poco a poco. Me lo fui tomando más en serio. Y, todo esto, al margen del Conservatorio y de la formación oficial que te da. Y gracias a Dios me fueron saliendo distintas oportunidades, hasta que ahora dirijo la Banda Municipal de Música de Villamayor y, más reciente, un concierto de la Joven Orquesta Sinfónica Ciudad de Salamanca.
"Tengo compuestos unos cuantos pasodobles y otras tantas obras para banda, que se van a ir estrenando poco a poco. Y lo hice con 15 y 16 años"
P: ¿Cuál es su siguiente paso?
R: Ahora estoy en segundo de Superior, es decir, en el verano de 2018 acabé mi Bachillerato y quería seguir estudiando música. Estaba muy interesado en la percusión, mi único instrumento desde que tenía siete años. Hice pruebas a conservatorios superiores de diferentes lugares de España y, al final, tuve la suerte de entrar aquí, en el COSCYL de Salamanca. Justo ese año empecé en mi ciudad el Grado Superior. Al inicio de curso comencé a dirigir la Banda Municipal de Música de Villamayor. Se pusieron en contacto conmigo, y me propusieron llevar las riendas de la formación musical. Para mí fue una oportunidad maravillosa, solamente llevo un año, pero ha sido muchísimo lo que me ha aportado dirigir de forma fija una banda a nivel musical y personal. Es increíble.
P: ¿Normalmente, cuántos integrantes tiene la banda, que es a los que dirige usted musicalmente?
R: La banda tiene unos cuarenta integrantes ahora mismo.
P: Y fuera de la Banda de Villamayor, ¿es el concierto con la Joven Orquesta Sinfónica Ciudad de Salamanca el primer sinfónico que dirige?
R: Con orquesta sinfónica, sí. A nivel musical no hay mucha diferencia, pero en cuanto a organigrama, digamos, la organización de una y otra agrupación son dos mundos totalmente diferentes.
P: ¿Piensa dejar Salamanca?
R: Pienso dejar Salamanca si las oportunidades así se dan. Hoy en día he hecho lo que he hecho, y si puedo seguir haciendo lo que hago, es porque en mi casa se me han dado muchas oportunidades. Gentes de mi edad y más mayores, tanto en España como en el resto del mundo, no tienen, por lo general, las posibilidades que yo he tenido en mi casa, mi familia y mi ciudad. Soy de Salamanca, toda mi familia es de Salamanca de vivir siempre aquí. Puedo estudiar lo que quiero en mi ciudad. Tenemos en toda Castilla y León un solo Conservatorio Superior y, por suerte, está aquí, en Salamanca, y tengo la suerte de poder estudiar en mi ciudad, de dirigir una agrupación musical en mi provincia, de que me salgan oportunidades, de dirigir como invitado una sinfónica. Para mí todo eso es vital, porque no tener que ir a otros sitios, desplazarme, aunque por supuesto también he hecho cosas fuera de Salamanca, pero el poder estar aquí con la gente que conoces desde que eres bien pequeñito, es una suerte inmensa. No todo el mundo tiene puede sentirse arropado en su propia casa.
P: ¿Cómo encaja un joven de 19 años, que estudia música clásica, todas las tendencias musicales actuales urbanas, esos estilos latinos populares que hacen mella en la juventud, como el reguetón y el hip hop latino, por ejemplo?
R: Eso siempre ha existido. Hoy en día tenemos los mismos problemas que ha habido toda la vida. A mí me gusta toda la música. Escucho de todo. Me tiro horas estudiando un tipo de música. Pero luego, cuando estoy con mis amigos de fiesta, escucho de todo. Porque creo que no es tan diferente la música en sí unas de otras. Hemos tenido el mismo problema toda la vida, no saber valorar que la música es un arte, y que hay ciertas cosas que no podemos tratar de forma tan radical como lo solemos hacer. En España hemos tenido toda la vida el mismo conflicto. Cuando los compositores de finales del XIX y principios del XX se dedicaron a componer zarzuela, que es uno de los géneros más bonitos y más completos que han existido en la historia del arte universal, eran calificados de simplones, que estaban perdiendo el tiempo porque no componían otros géneros, o sinfonías. Y, al final, el tiempo les ha dado la razón, y les ha dicho, estáis escribiendo música tan valiosa como el resto, pero encima enmarcada en un arte súper completo, que no tiene ninguna otra cultura ni ningún otro ámbito artístico. Digamos, la concepción de los propios músicos de los diferentes tipos de música siempre ha sido la misma, y siempre hemos tenido los mismos problemas.
P: ¿Llega a casa después de una noche de discoteca y se pone los cascos con música clásica?
R: Primero duermo, después me despierto y, luego, ya sí, me pongo a escuchar de todo. Hay que saber escuchar y disfrutar de la música, pero también hay que saber quitarse los cascos y no escuchar nada. Porque cuando uno lleva tralla, a lo mejor tampoco es que le apetezca mucho, digamos.
"Cuando los compositores de finales del XIX se dedicaron a componer zarzuela eran calificados de simplones, que estaban perdiendo el tiempo por no componer sinfonías. El tiempo les ha dado la razón, estaban escribiendo música tan valiosa como el resto"
P: Dígame dos o tres compositores, para usted.
R: Tomás Bretón, sin duda, por ser un compositor salmantino, y también por tener una pequeña relación familiar. Yo soy de Salamanca, por tener una pequeña relación familiar, Tomás Bretón, sin duda, por todo lo que hizo.
P: Perdone que lo interrumpa, supongo que no le importaría dirigir ‘La verbena de la Paloma’ de Tomás Bretón.
R: Por supuesto, 'La verbena' y todo lo que pudiéramos sacar de él, que es tan interesante y tan rico. De hecho, es una de las obras por la que yo estudio música. Si de tan pequeñito no hubiera descubierto la figura de Tomás Bretón, no estaría estudiando música. Por ello, Bretón tiene que ser uno de los compositores con los que me quedo. Podría decir muchos compositores que se han dedicado a la banda. Voy a seguir con otro compositor español, Juan Vicente Mas Quiles, que fue un compositor y director de bandas de música y orquestas de la Comunidad Valenciana, falleció en 2021, y es un gran desconocido. Fue una persona que aportó a la banda lo mismo o más que cientos de compositores americanos, los cuales están en auténticos pedestales y panteones. Y aquí murió con cien años siendo un auténtico referente. Y si tengo que decir otro compositor actual vivo, muy amigo mío, David Rivas, al cual, tanto a nivel musical como a nivel humano, le debo lo que ningún compositor me ha aportado en mi vida.
P: ¿Y directores?
R: No soy muy friki, digamos, del mundo de la dirección, entre comillas. Y no se me interprete mal, del divismo de estos grandes directores que salen en la tele. No por nada, sino porque, como decía, el que me apasiona es el mundo real, el de la tierra, digamos. Admiro más a directores que saben gestionar, por ejemplo, Barenboim, que técnicamente no es un director muy desarrollado. Él es un musicólogo, que no es lo mismo, increíble, un pianista espectacular, de los mejores que han existido en la historia de la música. Tiene un gusto especial por la música, y sabe lo que no sabe nadie en este mundo. Cierras los ojos, escuchas una grabación suya y es espectacular. Pero claro, con las mejores orquestas sinfónicas del mundo. Si lo llevas al mundo real, tampoco conozco cómo será, pero imagino que por experiencia hará una gran gestión. Me gusta más ese mundo de la gestión por lo que me aporta socialmente y humano, combinándolo con lo musical, realmente es el divismo, entre comillas, que admiro y me fascina. Si tuviera que traer al mundo real a alguien, sería José Rafael Pascual Vilaplana, que es uno de los mejores directores de España. Y Enrique García Asensio, por supuesto.
P: García Asensio popularizó la música clásica con sus conciertos matinales en TVE. Un maestro pionero en la música española.
R: Sí. Seguramente también algún director que haya hecho mucho por la zarzuela, como puede ser Miguel Roa, que fue director de orquesta del Teatro de la Zarzuela. Él y otros muchos directores hicieron algo que para mí es fundamental, difundieron la zarzuela por toda España, en una época en la que este país, a nivel cultural, era un absoluto cero a la izquierda, digamos. Mucha de la música que se toca de las partituras de hoy en día son obras suyas, creación de estos directores que se dedicaron a difundir lo nuestro. Sin ese trabajo, los que nos dedicamos ahora a estudiar música, y de forma un poco más profesional al mundo musical en España, no nos podríamos dedicar a lo que hacemos, si no hubieran difundido lo nuestro por toda España, no hubiéramos recibido lo de otros países, lo de otros compositores, lo de otras épocas. Es decir, en España no habría el gusto musical que existe hoy. No existirían las orquestas que existen, si no hubiera sido porque esos compositores apostaron, primero, por lo nuestro, en una época en la que tristemente no estábamos muy avanzados culturalmente. Digamos que todos somos sus hijos, porque nos lo han dado todo hecho, nos han puesto siempre el plato en la mesa, nos han hecho la cama, nos han dado de vestir, y ahí es cuando nosotros ahora podemos tirar para arriba, y sacar todo el potencial que tenemos en España.