Entre las obras que, como una bella expresión de la fe a través del arte, custodia actualmente el Convento de San Juan de la Cruz de Alba de Tormes, figura una magnífica imagen de la Inmaculada Concepción, con la que se quiso visualizar la afirmación de fe de que la Virgen estuvo exenta del pecado original, que no había sido tocada por el mal que se había apoderado de la Humanidad desde que Adán "mordió muerte en la manzana", como recuerda anualmente un himno litúrgico.
Es una talla del siglo XVII de la escuela de Gregorio Fernández, perteneciente al convento de San Juan de la Cruz de los Padres Carmelitas Descalzos de Alba de Tormes. Se podrá ver en la Basílica de la Anunciación en la Villa Ducal hasta el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada. Después pasará a la exposición Artis Momentum.
Tras ocho meses de restauración en los talleres de la Junta de Castilla y León en Simancas, ha sido restaurada bajo la supervisión de Ana Carmen Pascual Díez, directora del Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Castilla y León.
La memoria de la restauración realizada en Simancas ofrece al detalle el laborioso trabajo realizado. Mientras que el catedrático de arte José María Martínez Frías ha realizado con gran profesionalidad la ficha técnica de la obra.
La Inmaculada Concepción del Convento de San Juan de la Cruz, de PP. Carmelitas Descalzos de Alba de Tormes, según la memoria de José María Martínez Frías, "refleja el modelo de este arquetipo formulado por Gregorio Fernández, reiteradamente repetido por los artistas, incluso por algunos de su propio taller. Y es que sus seguidores se vieron condenados a repetirlo ante la presión de la clientela, que les exigían los mismos modelos que había realizado el maestro".
No existen datos sobre la identidad del maestro que realizó esta obra, ni tampoco sobre su cronología que, "a nuestro modo de ver, ha de situarse en el segundo tercio del siglo XVII, coincidiendo con el reinado de Felipe IV (1620-1665). Este modelo iconográfico fue muy repetido por entonces, cuando precisamente vieron la luz algunas de las grandes creaciones de Gregorio Fernández sobre este tema, como las ya citadas Inmaculadas de la Capilla de la Vera Cruz de Salamanca (1622-1624), de la iglesia de la Concepción del Carmen de Valladolid (1623) o la de la Catedral de Astorga (1625-1626)".