El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (Irnasa-Csic) puso en marcha un nuevo proyecto denominado ‘Uranus’ para descifrar el potencial anticoagulante de ‘Fasciola hepatica’, el parásito causante de la fasciolosis, una enfermedad cuya importancia sanitaria está “en aumento” debido a su amplia distribución a nivel mundial, con el objetivo de identificar y caracterizar las moléculas que utiliza el parásito para inhibir la coagulación del hospedador y así nutrirse y sobrevivir, como posibles dianas para el desarrollo de una vacuna.

Según informó el Irnasa en un comunicado, la fasciolosis es una enfermedad zoonótica, una infección que puede transmitirse entre animales y seres humanos, que causa importantes pérdidas económicas en la producción animal, que afecta principalmente a especies herbívoras de gran tamaño, como vacas y ovejas, y que constituye un relevante problema de salud pública en los países en vías de desarrollo, donde se estima que afecta a más de 2,3 millones de personas según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La fasciolosis forma parte del conjunto de las denominadas enfermedades infecciosas “desatendidas u olvidadas” cuyo Día Mundial se celebra hoy martes, 30 de enero, con el objetivo de reflexionar sobre el sufrimiento que provocan estas enfermedades, ensalzar a las personas que trabajan para hacer frente a la carga que suponen y conseguir un mayor apoyo para su control y erradicación.

Es el caso del Laboratorio de Helmintos Parásitos de Importancia Zoonótica (Atenea) del Irnasa-Csic, que ha obtenido financiación con cargo a NextGenerationEU de la Convocatoria de Consolidación Investigadora del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, para generar conocimiento y explicar una parte aún desconocida de las relaciones parásito hospedador en la fasciolosis, como paso previo a la generación de herramientas de control eficaces contra esta importante enfermedad parasitaria. El proyecto, que se desarrollará a lo largo de los dos próximos años, será coordinado por el investigador Javier González Miguel.

La infección por ‘Fasciola hepatica’ se produce por la ingestión de plantas acuáticas portadoras de metacercarias, la forma larvaria del parásito. Una vez ingeridas las larvas, los parásitos juveniles se liberan en el intestino delgado y siguen una compleja ruta migratoria a través del peritoneo y el tejido hepático que conduce a los parásitos hasta su localización definitiva en los conductos biliares. Durante todo este complejo ciclo de vida, interactúa profundamente con la sangre del hospedador.

“Las fases migratorias del parásito son responsables de hemorragias abdominales y hepáticas extensas, que pueden poner en peligro la vida del hospedador”, detalló González Miguel. También la sangre está ligada a la nutrición del parásito. “Hay pruebas de que los parásitos juveniles ingieren algo de sangre durante su migración, pero es la fase adulta del parásito la que se considera hematófaga obligada. Este proceso está directamente relacionado con la anemia hemorrágica, que es el factor más importante que contribuye a la morbilidad y mortalidad del hospedador en las infecciones”, precisó.

Aunque estos estudios aún se encuentran en fase temprana, el potencial anticoagulante de estas moléculas también podría servir, en el futuro, para desarrollar nuevos tratamientos en humanos. “Las enfermedades trombóticas tienen una importancia enorme en salud humana y su tratamiento engloba muchas dificultades, por lo que la investigación relacionada con la búsqueda de nuevos anticoagulantes está siempre activa”, concluyó.