Llegó a Salamanca hace cinco años buscando un cambio, un aire fresco para sus estudios de Bellas Artes, lejos del único destino posible en su Galicia natal, Pontevedra. Mateo Pardal, artísticamente conocido como 'Lestrovense', ha encontrado en la fusión de su herencia cultural y la innovación artística una voz única que resuena en cada uno de sus lienzos.
“La adaptación no fue sencilla, el idioma fue una barrera inicial”, nos cuenta Pardal, quien, criado en un ambiente donde el gallego era la lengua madre, tuvo que navegar entre su identidad y la nueva realidad castellana. Sin embargo, este choque cultural le sirvió de catalizador para definir su estilo: una mezcla entre lo personal y lo autóctono gallego. “Fue la morriña, el anhelo por Galicia, lo que me llevó a encontrar mi voz en el arte”, afirma.
El seudónimo Lestrovense surgió casi como una anécdota en redes sociales, pero pronto se convirtió en su firma registrada. Este nombre, que evoca al gentilicio de su pueblo, Lestrobe, es un sello de identidad que lleva con orgullo.
En sus obras se percibe la influencia de figuras como Luis Seoane, Laxeiro y otros artistas gallegos que le precedieron, pero Pardal busca ir más allá, mezclando lo tradicional con un enfoque contemporáneo que despierta la curiosidad y el asombro. “Busco que mi obra entre por los ojos, pero que también hable al alma”, explica.
Se nutre de la lectura para seleccionar los temas de sus cuadros, desde artículos periodísticos hasta la lírica de canciones populares y actuales. Este proceso intelectual se complementa con una ejecución que puede tener una base planificada o dejar espacio para la intuición. “La cultura popular gallega es mi guía”, nos insiste.
Su arte no sólo es estético, sino que también lleva un mensaje, una narrativa que a menudo toca las fibras de la historia y la identidad gallegas. Es una forma de documentar y al mismo tiempo protestar contra las injusticias, presentes y pasadas, que su tierra ha sufrido. Y lo hace con una paleta de colores que reivindica el verdadero cromatismo de Galicia, más allá del azul que predomina en el imaginario común.
Hoy, nuestro protagonista se encuentra inmerso en su máster, preparando un Trabajo de Fin de Máster (TFM) enfocado en la inmigración, tema personal y a la vez universal. “Es una conexión con la historia de mi abuelo, con mi historia”, dice con emoción.
En Salamanca, su arte ha sido bien recibido, descubriendo similitudes culturales que le hacen sentir una especial conexión con la ciudad.
"En Salamanca he podido desarrollar mi estilo, y mi estilo es Galicia"
Lestrovense aspira entre sonrisas a que su arte esté presente en espacios como el Guggenheim, pero más allá de la gloria personal, su objetivo es perpetuar y honrar la rica cultura gallega. Ha colaborado con Adif realizando una exposición en Vialia, pero su lucha va más allá de las galerías; es un combate cultural y lingüístico en una época donde, según él, incluso políticos gallegos han relegado el idioma gallego.
Con la entrada de Núñez Feijóo en el panorama político nacional, Mateo observa con preocupación cómo la política puede distanciarse de la cultura. "Es una ironía que duele", admite. "Feijóo, siendo un abanderado del gallego, ha dejado a un lado su promoción en el Congreso. Es un retroceso que no podemos permitir." Su arte se convierte, así, en un bastión en defensa del gallego. "En mis exposiciones, el título de cada obra es en gallego, aunque las descripciones estén en varios idiomas. No es sólo una cuestión de identidad; es también una declaración política. No permitiré que nuestra lengua y nuestras tradiciones se desvanezcan, y menos por acción de aquellos que deberían protegerlas."
"Nunca me sentín máis galego que ao fóra de Galicia"
Así termina una charla, donde queda claro que Lestrobense, es más que un artista; es un narrador visual, un conservador de la cultura y un puente entre generaciones. Desde la vibrante Salamanca, su arte invoca la memoria de Galicia, tiñendo cada lienzo con la "morriña" de su tierra. Con cada exposición, con cada pincelada, defiende fervientemente la lengua y las tradiciones que lo definieron, desafiando los vientos de una política que, a veces, amenaza con silenciar la historia.
En la intersección de su arte y su activismo, Pardal se erige como un faro de identidad gallega, asegurando que su voz, plasmada en colores y formas, resuene con fuerza en el diálogo cultural contemporáneo. Su legado, enraizado en la pasión por su tierra y su gente, promete ser tan perdurable como las mismas leyendas que inspiran su paleta.