Valdelosa, un municipio que afronta el futuro con los recursos que ofrece la naturaleza. Si el corcho, con esos enormes alcornocales no da mucho más de sí por la crisis, ahora busca salida con la energía. El hecho es mirar para adelante y ofrecer empleo y riqueza al pueblo que, como la mayoría de los pueblos alejados de la capital, vive sumido en importantes problemas de despoblación.
Salimos de la capital entre campos de cereales que, según vamos llegando al pueblo, se alteran ante una gran masa boscosa de rebollos, encinas y quejigos. Y, entre ellos, aparecen los troncos descarnados y rojizos del alcornoque que se convierten en un cuadro cromático entre el verde, el azul del cielo y el rojizo de los troncos.
A escasos 28 kilómetros de Salamanca, Valdelosa ofrece una de las rutas más interesantes en las cercanías de la capital, como la del Centro de Interpretación del Alcornocal. Esta ruta circular transcurre por paisajes del bosque mediterráneo, dominados por un manto espeso de alcornocales que adquieren las más diversas formas, a los que se suman los aromas del monte bajo de romeros, jaras, tomillos… en un camino por pista forestal que se hace agradable y de interés medioambiental.
Pero no solo flora, sino que durante el trayecto no es imposible avistar jabalíes, ginetas, liebres, conejos, zorros y, si cabe la sorpresa, algún lobo buscando comida. Las aves también serán fieles compañeras con sus cánticos y vuelos, como el aguilucho cenizo, el milano real, la perdiz roja, el abejaruco o el rabilargo.
Este espacio forestal único ocupa una superficie de unas 6.000 hectáreas, que le convierten en el más extenso de Castilla y León. Además de su valor medioambiental, el alcornocal aporta riqueza, como lo demuestran los cerca de 300.000 kilos de corcho que de él se obtienen.
Esta faena tradicional se denomina la 'saca' y es un perfecto modelo de uso sostenible de los recursos naturales por el hombre. El alcornocal se divide en diez sectores que, mediante rotación, permiten una continua explotación del corcho año a año.
Al alba de los días de julio, la cuadrilla de sacadores se distribuye en parejas, guiados por el 'manejero', que hace las veces de encargado y es el experto. La tarea es sencilla, pero exige tacto y presteza para no dañar el árbol. Los 'recogedores' retirarán las corchas que se acumulan bajo el tronco, para trasladarlas hasta los lugares de transformación y selección, antes de ser transportadas a los talleres para realizar las diversas manufacturas, entre las que destaca, por su trascendencia tradicional, los tapones de corcho.
Desde el siglo XV
Ya el catastro de 1757 menciona los bosques de Valdelosa distribuidos por todo el término municipal, con predominio del roble, el alcornoque y la encina. Además, se tiene constancia que, en el siglo XV, existía un monte cultivado por los vecinos. Eso sí, haciendo los habitantes del monte sus mejores protectores, conscientes de la importancia del mismo para la economía local.
No obstante, según algunos estudios, los trabajos del corcho no estaban establecidos en los iniciales aprovechamientos del momento. En aquellos tiempos, el corcho carecía de precio y, por tanto, no interesaba profesionalmente su extracción.
Desde la óptica de una explotación respetuosa a lo largo de los años, el clima y el suelo favorables de la zona, explican el desarrollo actual del alcornocal de Valdelosa. Conviene recordar que la riqueza que salía del monte, antes del corcho, era la bellota como alimento para el ganado; la leña y las maderas y, finalmente, el corcho, utilizado para colmenas, cuencos y las famosas tapaderas de cántaras y tapones de vajillas.
Dom Pérignon
La industria del vino fue la primera que hizo del corcho un elemento de primera necesidad en su elaboración. Todo comenzó a finales del siglo XVII, cuando el monje galo Dom Pierre Pérignon –del que desciende el famoso champán–, descubrió que añadiendo azúcar a los vinos jóvenes de la Champaña, podían conservar su efervescencia natural. Para tapar las botellas era necesario algún material natural elástico e impermeable, capaz de ajustarse a la botella y de bloquear la pérdida de los gases originados en la fermentación. De ahí, que el corcho se convirtió en imprescindible en la industria vitivinícola.
Aunque, con el tiempo, el corcho también tiene otras muchas utilidades. Pero los años pasan y los tapones de las botellas de calidad de vinos y espumosos, a pesar de algunos inventos sintéticos, siguen generando alegría y sabor, y ese no es otro que el tapón de corcho.
Último gran alcornocal
Valdelosa posee un ecosistema adehesado propio de muy alto valor, que mantiene una rica comunidad faunística. Hasta el punto que se puede afirmar, sin equivocación alguna, que el alcornocal de Valdelosa es el gran último bosque de alcornoques de Castilla y León. El resto de alcornocales dispersos por la región y la provincia no pueden competir en extensión ni en belleza.
El alcornoque encuentra en esta tierra unas condiciones geomorfológicas y climáticas idóneas para el desarrollo, ya que es más exigente que la encina, al necesitar más cantidad de lluvia y aguantar peor las bajas temperaturas del resto de zonas.
Este inmenso alcornocal es propiedad del Ayuntamiento, del que se realiza un aprovechamiento por zonas, de tal forma que las 'sacas' se realizan en distinta zona cada año.