El Sendero GR-14 discurre por Castilla y León siguiendo el itinerario del Camino Natural la Senda del Duero, desde los Picos de Urbión, en la provincia de Soria, hasta el muelle fluvial de Vega de Terrón, en la provincia de Salamanca, donde el río cruza la frontera y se adentra en Portugal.
A lo largo de 755 kilómetros, el Sendero GR-14 pasa por enclaves monumentales que nos recuerdan la importancia del río a lo largo de su historia: Duruelo de la Sierra, en plena naturaleza; Soria, la ciudad de los poetas; Aranda de Duero, lugar de culto para la gastronomía; Peñafiel, la fiel población castellana; Tordesillas, la ciudad cuyo tratado repartió el Nuevo Mundo; Toro, la fértil vega celtíbera, y Zamora, la capital del románico.
El Sendero GR-14 también recorre los viñedos de las comarcas vitivinícolas más afamadas del sur de Europa. Tres denominaciones de origen beben el agua de su cauce: Ribera del Duero, Toro y Arribes.
Además, el Sendero GR-14 discurre por los bellos espacios naturales creados por la acción de las aguas del río, muchos de los cuales han sido declarados como Lugar de Interés Comunitario (LIC), Reserva Natural o Parque Natural. para proteger los importantes valores medioambientales que atesoran.
Promovido por la Junta de Castilla y León, este gran camino atraviesa todos los parajes que forman el cauce del Duero: llanos y viñedos, arribes, saltos hidroeléctricos, pueblos, regatos...
Pero nos centremos en el Duero internacional en la provincia de Salamanca, que se adentra en territorio salmantino en el paraje de Ambasaguas, en Villarino de los Aires, donde hace vértice con Fermoselle (Zamora). El apacible clima de Las Arribes permite practicar senderismo a lo largo de todo el año, aunque en esta época de reciente primavera, cuando fenece el invierno y llega el color verde y los campos floridos, no está de más aprovechar los puentes y fines de semana para asomarse a los miradores y disfrutar del silencio y la naturaleza, en un ambiente de paz y relax.
El tramo que nos concierne, en esta ocasión, lo tomamos en Vilvestre, donde atravesamos paisajes donde asombran las cenizas, aunque perviven, más mal que bien, alcornocales centenarios. Es la zona de Las Puentes de Mieza, de Las Escarbajas y, cómo no, de los cerezos que ya dan seña de identidad agrícola a Mieza.
Bosques mágicos de La Code
Mieza es naturaleza salvaje, como esas laderas que descienden al Duero entre una frondosa vegetación y la libertad de los mamíferos, que viven entre sus paredones abandonados. Es la libertad de las carroñeras que otean desde la cima de las cumbres en la inmensidad del espacio en el valle del gran río.
Desde la plaza, por un camino bien cuidado, llegamos a La Code, donde vigila hasta el mismo cauce la Virgen del mismo nombre. Este gran mirador, quizás uno de los más espectaculares de todo el GR-14, nos ofrece una panorámica única y exultante por su belleza e inmensidad que, incluso, cautivó a Miguel de Unamuno cuando sobre el lugar escribió uno de sus mejores poemas. Es el espacio que se confunde en la distancia, con el infinito de las alturas y el brillo cristalino del agua remansada, otrora salvaje y ruidosa.
La Code, un lugar bien cuidado que nos permite disfrutar de Las Arribes más genuinas, donde el hombre aún no ha puesto su manaza, salvo aquellos primeros habitantes que le mordían espacio a la ladera, dentallada tras dentallada, para plantar el olivo, la vid y otros frutales hasta las mismas orillas del Duero.
Son esos reventones, reventonis en el lugar, que rompen las piernas con sus repentinas bajadas, con empinados senderos que antaño sólo recorrían cabras, mulos y asnos y que, en nuestros días, viven confundidos por la maleza que los cubre, y, ahora, forman parte del turismo, por donde trasncurre el Sendero GR-14.
Pero el viajero, si regresa a Mieza, vivirá la fiesta local con rancio abolengo en sus rituales en honor a la Virgen del Árbol, que recibe dones y gracias de las madrinas, y a la que los hombres bailan la bandera y se danza también la rosca sin ser día de boda.
De paso hasta la frontera, siguiendo el Camino Natural
En el recorrido, vamos de Trabanca a Villarino de los Aires, donde las escobas, algunos rebollos y extensos herbazales pueblan el paisaje. Este terreno esconde una gran actividad y se puede observar el vuelo de algún ave rapaz en busca de alimento.
Villarino de los Aires – Pereña de la Ribera
El Camino Natural une las localidades de Villarino de los Aires y Pereña de la Ribera en un corto recorrido. El Arroyo de los Cabrones franquea un bosque de influencia cantábrica, atípico en toda la comarca.
Pereña de la Ribera – Masueco
La Senda del Duero une las poblaciones de Pereña de la Ribera y Masueco buscando un paso natural para vadear el río Uces. La primera parte de la etapa transcurre por las suaves ondulaciones de la penillanura pero, el paisaje se quiebra al llegar al arribe dominado por la verticalidad y la profundidad de los cortados.
Masueco – Aldeadávila de la Ribera
El paseo, llano y abierto, está jalonado de majuelos, árboles frutales y viñedos. A ambos lados del camino se columbran las grandes hendiduras que el Río Uces y el Río Duero han tallado sobre la penillanura, genuina protagonista de esta corta etapa en la que la Senda del Duero une las poblaciones de Masueco y Aldeadávila de la Ribera.
Aldeadávila de la Ribera – Mieza
El Camino Natural desciende por el valle del Arroyo Ropinal, desde la Aldeadávila de la Ribera hasta el Río Duero, siguiendo el trazado de un sinuoso sendero que discurre por un bosque mediterráneo de gran biodiversidad. Después, la Senda del Duero serpentea remontando de nuevo el arribe hasta la penillanura. El duro ascenso es una recompensa para los sentidos por la gran cantidad de miradores sobre el Río Duero que el sendero ofrece improvisadamente en cada uno de los recodos.
Mieza – Vilvestre
Los prados vallados por extraordinarios muros de piedra son el hilo conductor de esta etapa en la que el Camino Natural une las localidades de Mieza y Vilvestre atravesando la penillanura, un valioso espacio natural de gran biodiversidad donde los berruecos graníticos dominan el paisaje.
Vilvestre – Saucelle
La Senda del Duero une las localidades de Vilvestre y Saucelle por un itinerario de suaves valles, típicos de la penillanura. Un bello recorrido donde los almendros, que en primavera tiñen de colores los campos, hacen del paseo un disfrute para los sentidos.
Saucelle – Hinojosa de Duero
Los ríos Huebra y Camaces han horadado profundos cañones por los que discurren antes de desembocar en el Río Duero. Estas grandes depresiones dan lugar al Puerto de la Molinera, un singular puerto invertido cuya cota inferior se encuentra a 280 m. sobre el nivel del mar. La etapa discurre entre las poblaciones de Saucelle e Hinojosa de Duero, vadeando el Río Huebra por el Puente de la Molinera y el Río Camaces por el Puente del Ojo, y recorre parajes de gran belleza y espectaculares cachoneras.
Hinojosa de Duero – La Fregeneda
El bosque de encina y la Rivera de Froya son los principales atractivos de esta etapa que une las localidades de Hinojosa de Duero y La Fregenda. Un corto recorrido lleno de colorido y belleza en el que el viajero también descubrirá la auténtica esencia de un entorno campestre y pastoril.
La Fregeneda – Vega Terrón
La última etapa de la Senda del Duero por territorio español discurre entre la población de La Fregeneda y el muelle fluvial de Vega Terrón, emplazado en la desembocadura del Río Águeda con el Río Duero. El camino se adapta a la orografía de la penillanura y desciende hasta el cauce del Río Duero. Mientras, el viajero podrá disfrutar de la sorprendente belleza de los cuidados campos lusos, cultivados sobre los cortados del arribe.