Acostumbrados a la intensidad de la vida urbanita, muchas veces nos encontramos en la tesitura de necesitar unos días para desconectar, recargar las pilas y volver con el oxígeno renovado. Olvidar el ritmo frenético que se respira en las ciudades, escondernos de lo que nos atormenta en la cabeza o, simplemente, disfrutar de la tranquilidad. Cuales quieras que sean los motivos, la realidad es que las pequeñas escapadas en fin de semana han pegado un boom total en estos últimos años, siendo bombonas de aire fresco que nos ayudan a continuar con nuestro camino. Y Castilla y León es un territorio que aporta muchas posibilidades a este respecto.
Precisamente, somos la Comunidad con el mayor mundo rural del país, con el mayor número de pueblos y con la mayor superficie de toda España. Esto abre un enorme abanico de posibilidades para poder conocer, descubrir y disfrutar de todos sus rincones. Hoy, en EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León traemos el pueblo más pintoresco de la región. Perfecto para hacer una escapada de unos días en esta primavera y deleitarnos de toda su belleza, cultura e historia, que no es poca.
Un lugar donde volver a recargar las pilas, disfrutar de sus calles empedradas y la historia pasada y presente de este Conjunto Histórico Artístico desde 1986 y Bien de Interés Cultural desde 1998. Se enclava en plena Sierra de Francia, en el Parque Natural de las Batuecas. En medio de este incomparable paraje natural, Mogarraz disputa la belleza del lugar con sus casas serranas y su amplio pasado.
Desde sus calles, miradores y paradores se observan espléndidas panorámicas de la Sierra de Francia o el Valle del Adagón. Entremedias, bosques de robles y castaños completan el territorio junto a cultivos mediterráneos en terrazas de viñedos, olivos o cerezos.
Mogarraz conserva una amplia historia que, a pesar del paso del tiempo, permanece perenne a las agujas del reloj, conservando gran parte de su esplendor. Franceses y gascones repoblaron el lugar allá por el siglo XII, como ya sucediese en otros municipios de la sierra. Este es un vestigio que permanece aún en muchos de los vecinos autóctonos de la zona.
Sus años más prometedores llegaron en los siglos XVII y XVIII, cuando en el 1656 llegó su catalogación de villa. En aquellos años se levantaron las casas al estilo tradicional serrano, con piedra para las familias más poderosas y entramados de adobe, barro y madera para las más humildes.
Este municipio, el que mejor conserva la cultura serrana de la comarca, basa su economía en el cultivo de la vid, la cereza, la madera y el turismo. A lo largo de los siglos ha conservado su rico y bello patrimonio cultural al mismo tiempo que adapta su sociedad a otros modos de vida con la agricultura ecológica y el refuerzo del turismo rural como fuente de riqueza.
Las balconadas de las hipnóticas casas serranas están repletas de geranios, que dan color y vida a una arquitectura especialmente rica en valor. Su iglesia parroquial en honor a la Señora de las Nieves, la torre campanario del siglo XVII que cuya función fue de vigía y defensa o la ermita del Humilladero del siglo XII son algunos de los tesoros de su patrimonio.
El Museo del Ibérico, donde conocer todos los procesos de elaboración de los productos derivados del cerco, o el mirador de la Peña de la Cabra, donde disfrutar de las vistas a la imponente Sierra de Francia, son otros de sus secretos más atractivos.
También cuenta con festividades propias muy identitarias, como el Cerdo de San Antón, una celebración milenaria, con origen en el siglo III. Una tradición religiosa que consiste en alimentar, entre todo el pueblo, al marrano que deambula durante varios días por las calles empedradas del municipio. Posteriormente, se sorteaba una papeleta y el agraciado tenía derecho a sacrificarlo y hacer la matanza. Esto se acabó perdiendo en la iglesia y una de las asociaciones de Mogarraz terminó recuperando el festejo, mientras que lo recaudado con las papeletas sirve para destinarlo a las fiestas populares.
Pero si por algo se caracteriza Mogarraz, es por ser el 'Pueblo de las mil caras'. Y es que en sus fachadas, lucen en gran parte del municipio los rostros de sus antiguos visitantes. Una gran galería pictórica al aire libre que expresa las almas de aquellos que alguna vez habitaron esas casas serranas y dieron vida e historia a este municipio de la Sierra de Francia.
Obra de Florencio Maíllo, casi 400 caras de antiguos vecinos decoran las calles serranas de Mogarraz. Su obra fue cogida de los negativos de un fotógrafo, que se encargó de retratar a los habitantes hace ya unas cuantas décadas para la elaboración del DNI. De ello, nació este proyecto artístico que a día de hoy da fama al municipio charro.
Un homenaje que convierte en un recuerdo inmortal a aquellos que ya no están, pero que con su labor, trabajo y sacrificio, sustentaron y dieron vida a Mogarraz a lo largo de los años. No hay mejor honor que pasar a formar parte de esas fachadas serranas tan características y ser historia de un pueblo que respeta, conserva y presume de su amplísimo patrimonio y pasado.
En definitiva, un destino perfecto para poder conocer, descubrir y disfrutar de una escapada única esta primavera. Naturaleza, historia y cultura en una sola ubicación exclusiva de la Sierra de Francia, con enormes atractivos por sus cuatro costados y secretos que desvelar en cada uno de sus rincones. Mogarraz, el 'pueblo de las mil caras' que a buen seguro, no te defraudará.