Nos citamos con Teo Rodríguez en su casa, el Restaurante Trasto. Pero lo hacemos en un ambiente relajado. Sin fogones funcionando, con la paz y el sosiego de un lugar bello y calmado a esas horas de la tarde, que espera el trasiego y la actividad de una noche de San Valentín en este 14 de febrero.
Aún colea la Gala de entrega de los Premios Goya en Valladolid. Hablamos con él de muchas cosas que no se pueden contar en este escrito, y de otras que menos. Hablamos y hablamos. De fútbol, con el Atlético de Madrid como protagonista. El vallisoletano es un hincha de los del Cholo Simeone. No viste, en el momento de la realización de esta entrevista la camisola rojiblanca pero poco le falta.
La vida de Teo ha cambiado desde que en noviembre del pasado año venciera en el Campeonato Nacional de Pinchos con el Pucela Roll, que ya había triunfado previamente en el Concurso Provincial de Pinchos de Valladolid, razón que le dio el billete para participar en un evento único que se celebra en la Cúpula del Milenio. Este año, el título en el Nacional hará que, el próximo año, esté en el Mundial y, ojo, que hay opciones.
Pero hoy queremos dejar un poco la cocina a un lado y centrarnos en el lado más humano y personal de nuestro entrevistado.
El tío más normal del mundo
“Me considero como el tío más normal del mundo. Soy muy de estar en casa. El trabajo, el mundo hostelero no me deja hacer mucho más y, cuando puedo estar en casa, con mi mujer y mis hijos, lo disfruto mucho. Yo pienso, y siempre lo he dicho, que te acabas ganando a la gente siendo como eres, sin egos. Me alegro mucho de lo bueno que les pase a mis amigos”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Teo Rodríguez.
El dueño del Restaurante Trasto y creador del archiconocido Pucela Roll, nació en Tordesillas, pero vive en Valladolid desde hace 12 años. Sin embargo, creció encima del negocio familiar, también hostelero, que abrieron sus padres en Vega de Valdetronco, un pequeño pueblo de la provincia pucelana, que lleva el nombre de Los Palomares. Ahora también lo gestiona él y en la parte de arriba tenían su casa.
“Yo no me quería dedicar al mundo de la cocina. Empecé estudiando Turismo, allá por el año 1998. Recuerdo mucho y muy bien mi infancia en un pueblo de menos de 100 habitantes, feliz, con mi bicicleta. En segundo de Turismo, allá por el año 2000-21, cuando reorganizamos la cocina del negocio familiar, me picó el gusanillo y empecé a dedicarme, en cuerpo y alma, a los fogones”, nos explica.
De hacer turismo a ser un crack en la cocina. Así comenzó la historia de Teo en el mundo de la cocina. Una historia que no parece tener techo y marcada por el éxito.
Una pandemia muy especial por su lado más familiar
“El mes y medio que estuvimos encerrados en casa por la pandemia del coronavirus, cuando Trasto no podía abrirse, lo recuerdo con un especial cariño porque es el tiempo que más he disfrutado con mi familia. En el que podía cocinar con ellos y gozar de su compañía”, indica nuestro protagonista que ensalza la labor de su mujer, Marián, en el día a día, y que confiesa que tiene tres hijos de edades complicadas: Teo, de 15 años, Nacho, de 14, y Nico, de 13.
El arroz con leche que hacía con ellos, y que llevaba a sus pequeños a chuparse los dedos, no tiene nada que envidiar a los platos de Los Palomares, abierto desde hace más de 60 años, o a los del Trasto, con vida desde hace ocho.
“Yo soy un apasionado de cualquier plato de cuchara. Me encantan las lentejas, los garbanzos o la sopa. Recuerdo que, entre mis primeras elaboraciones están una sopa castellana muy rica. Me inspiro en Juan Mari Arzak. Tuve la suerte de visitar su restaurante. Es como, para un atlético, estar con Fernando Torres. Algo único”, confiesa con ilusión.
Con esos dos restaurantes abiertos, la pregunta ahora es obligada: ¿Piensa en proceder a la apertura de otro? Ofertas no le han faltado, nos cuenta. Desde que ganó el Campeonato Nacional de Pinchos, menos aún.
“A las pocas semanas de ganar, vinieron unos mexicanos con mucha pasta en Madrid. Les dije que no. Yo pienso que las cosas hay que hacerlas por pasión, no por dinero. La cosa no va a acabar en Trasto, eso lo tengo seguro. Pero tengo que pensar el lugar. En Valladolid es complicado, pero soy fan número uno del sur de España. Quién sabe”, añade.
La locura del Pucela Roll
El Pucela Roll ha cambiado por completo la vida de Teo. Desde que ganaron el Campeonato provincial de Pinchos, allá por el mes de junio, ha hecho 20.000 elaboraciones de la que es la mejor tapa del país. Por lo menos hasta noviembre de este año.
También recuerda con mucho cariño cuando consiguió, en el año 2019, el Sol Repsol. Sin buscarlo. Trasto se considera un restaurante para todos los días. El objetivo de su dueño pasa por “ver a su equipo feliz”. Incluso conoce a los novios y novias, maridos y mujeres de toda su plantilla. Qué importante sería si todos los jefes pensaran como él e hicieran lo que hace él.
“Que el Pucela Roll consiguiese ganar el Campeonato Mundial sería el colofón perfecto. Se habría llevado los tres premios más importantes: el provincial, el nacional y el mundial. Vamos con muchas ganas y con la responsabilidad de representar a Valladolid y a España”, asegura.
España, todavía, no ha conseguido imponerse en el Campeonato Mundial de Tapas. El que más cerca estuvo fue otro vallisoletano: Emilio Martín, del Suite 22, con su ‘Corchifrito’. Este año, puede sonar la flauta. Ojo.