Salamanca es conocida por su tradición de tapas y su ambiente universitario y turístico. Pero si quieres descubrir el encanto de la autenticidad en la ciudad del Tormes, no es preciso visitar los grandes templos gastronómicos, sino que lo pueden encontrar en una pequeña taberna, con su terracita, a las mismas puertas de la Diputación Provincial, en una calle peatonal, y a escasos cien metros de la Plaza Mayor: hablamos de La Fragua.
El local lo regenta Jesús María Sánchez, conocido en el mundo de la hostelería como 'Chusma', desde 2008. Aunque su vida profesional en este sector comenzó en 1982, cuando locales de tapeo y copas y la famosa discoteca 'Amnesia' de Vitigudino. Dejó los pueblos y se vino a Salamanca allá por 1999, donde abrió la reconocida tasca 'Sebas', en la calle San Pablo. Ahora, con su mujer María Rodríguez, de Encinasola de los Comendadores, que es quien da lustre, color y sabor al negocio con sus platos de la abuela, y el hijo Cristian Sánchez, llevan este local, icono de las tapas de cuchara.
En el corazón de Salamanca, donde la historia y la tradición se entrelazan, hay un rincón encantador que deleita los sentidos y reconforta el alma: Bar La Fragua. Este modesto pero acogedor establecimiento es mucho más que un lugar para disfrutar de una buena tapa; es un santuario de la gastronomía tradicional, donde cada plato cuenta una historia de sabores ancestrales y amor familiar.
Al entrar, los clientes son recibidos por el aroma tentador de las especias, que se mezclan con el ambiente cálido y acogedor del lugar. Pero es en la carta donde realmente brilla la esencia de La Fragua. Cada plato está cuidadosamente elaborado siguiendo recetas transmitidas de generación en generación, con ingredientes frescos y de la más alta calidad. Desde el clásico revuelto de huevos fritos con farinato, los pinchos morunos, las empanadillas, los torreznos, hasta las exquisitas croquetas caseras, sin olvidarse de la cazuela, cada día con un guiso diferente. Tanto es así que cada bocado es una explosión de sabor que transporta a los clientes a la cocina de una abuela amorosa.
Una de las especialidades más destacadas del lugar son los platos de cazuela y cuchara, como los callos, el arroz negro, el calderillo de Béjar o las alubias con oreja y chorizo, unos platos que ha conquistado el corazón (y el paladar) de locales y visitantes por igual. Con un cocido pausado y aderezado y un sabor inigualable, estos guisos son el epítome de la cocina reconfortante que hace honor a las tradiciones culinarias españolas.
Pero no solo se trata de la comida; en La Fragua cada cliente es recibido con una sonrisa cálida y un trato familiar. Los propietarios, descendientes del legado gastronómico charro, se esfuerzan por crear un ambiente donde todos se sientan como en casa. Además, La Fragua es un oasis para aquellos que buscan una experiencia auténtica en medio del bullicio de la ciudad. Aquí, no encontrarás platos pretenciosos ni modas pasajeras; en su lugar, disfrutarás de la verdadera esencia de la cocina casera española, preparada con amor y servida con orgullo.
En resumen, La Fragua, en la calle Felipe Espino de Salamanca, casi esquina con San Pablo, es mucho más que un simple bar; es un tributo a las raíces, a la familia y a la pasión por la buena comida servida en tapas. Si alguna vez te encuentras en Salamanca, no puedes dejar pasar la oportunidad de disfrutar de esta joya culinaria, donde cada bocado es un viaje al pasado y cada visita es un abrazo reconfortante de la cocina de la abuela.