El espectacular Castillo del Buen Amor en la provincia de Salamanca

El espectacular Castillo del Buen Amor en la provincia de Salamanca

Salamanca

El castillo de Salamanca donde podrás dormir (o no): el fantasma de la Dama Blanca y otros fenómenos paranormales

Esta inmensa fortaleza del siglo XI, que fue propiedad de los Reyes Católicos, se ha convertido en una lujosa posada para vivir los 'buenos amores' y fenómenos nada normales

25 junio, 2024 07:00

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En Castilla y León existen numerosas fortalezas muy bien conservadas y dignas de visitar, pero hay una de ellas que va un paso más allá. Se trata del castillo medieval de Topas, en la provincia de Salamanca, una impresionante edificación transformada en hotel que ofrece al visitante una experiencia de lujo y que, de paso se conoce como Castillo del Buen Amor, quizás como homenaje al Arcipreste de Hita, y su libro del mismo nombre.

Todo aquel que desee dormir como un rey, puede hacerlo en esta impresionante Posada Real del siglo XI. Sin duda, un plan muy entretenido para aquellos amantes de la naturaleza, de las escapadas y de las visitas a los edificios más históricos y, sobre todo, a escasa media hora de la ciudad de Salamanca. Eso sí, sobre el castillo rondan diversas leyendas sobre sucesos nada normales, tomados solo con la normalidad de la vida real.

La historia está llena de anécdotas que han pasado de siglo en siglo en boca de los habitantes de los lugares donde sucedían. En la ribera de Cañedo, en el término municipal de Topas, se levanta este castillo con mucho peso histórico y que, además, está caracterizado por su historia de amores prohibidos. En este caso entre un obispo y su amante, que, en esta fortaleza, ocultaban sus amores, por eso, también se le conoce como Castillo del Buen Amor, el mismo título del libro de Arcipreste de Hita, como fueron también los amoríos entre Calixto y Melibea, con La Celestina de protagonista, que también se desarrolla entre muros, en este caso, la muralla de Salamanca.

Pero vayamos al castillo, que también se llama de Villanueva del Cañedo, cuyo origen se sitúa en el siglo XI, siendo construido como fortaleza militar, que servía a las tropas de retaguardia en los años de la reconquista. Además, como el castillo está en una inmensa llanura, desde se oteaba todo el horizonte, hubo que construir un inmenso foso que sirviera de defensa.

Avanzan los siglos, y ya en el XV pasa a poder de los Reyes Católicos, dándole un uso más militar si cabe, ya que la fortaleza se convirtió en lugar de avituallamiento de las tropas reales en la batalla de Toro, cuando Isabel luchaba contra las huestes de su hermanastra Juana la Beltraneja, que era hija de Beltrán de la Cueva.

Y aquí llega el verdadero sello del castillo. Eran esas historias que subyugaban a la plebe de amores prohibidos. Así, en 1478, el obispo de Cuenca, Ávila y Osma. Alonso de Fonseca y Quijada compró el castillo para convertirlo en fortaleza amorosa, ya que sus recios muros levantados con piedra de Villamayor, sirvió como palacio donde vivía sus amores -por eso en la reconstrucción creó elementos arquitectónicos únicos- con doña Teresa de las Cuevas. Y, así, viviendo en un terreno llano, alejado de las villas cercanas y tras recios muros, podía vivir sus amores. De ahí, las gentes comenzaron a llamarlo Castillo del Buen Amor, que llega hasta hoy, no sin pasar, de por medio, muchas vicisitudes de conservación.

Cosecha propia de vino con enormes extensiones de viñedo que rodean al castillo

Cosecha propia de vino con enormes extensiones de viñedo que rodean al castillo buenamor.net

La Dama Blanca y otros fenómenos paranormales

Por el mundo rural, y más por las cercanías de los pueblos cercanos al castillo corren leyendas sobre hechos o fenómenos paranormales de diversa consideración y consistencia. Así fue la historia de las llamadas desde la habitación número 8 a lo largo de dos noches seguidas. Porque, quienes en aquellos momentos ejercían de conserjes, sabían que la habitación ocho estaba vacía. ¿Entonces... quien era el gracioso o graciosa? debieron preguntarse.

Y, claro, al ponerlo en conocimiento del resto de empleados llegaron las burlas y las guasas, que por estas tierras de Salamanca somos muy guasones, como dice la canción, que "en la eterna Salamanca... tienen fama sus guasones". Pero como no hay dos sin tres, a la noche siguiente desenchufaron la línea de teléfono para que los recepcionistas se quedaran tranquilos. ¿Y qué aconteció?

Pues que ya de madrugada, se repitió la misma llamada, y además desde la misma habitación número 8 y también con ese cuarto vacío. Cosas paranomarles... o de la imaginación. Cada cual que resuelva el enigma.

También existe la leyenda de la Dama Blanca. Veamos, dicen por el hotel que un cliente refirió que había avistado a una dama peinándose su blanco pelo en uno de los torreones del castillo. Pero, al igual que con las llamadas de la habitación ocho, en aquellos momentos no había nadie ocupando el cuarto que correspondía a ese torreón.

Una dama, sea la misma u otra, que dicen se ha avistado en un pasadizo, realizado para Teresa de las Cuevas, la amante del obispo de Ávila, de la que se escuchan entonar canciones medievales... Pero es que en aquel lugar no había nadie alojado.

Incesantes golpes que derrotan el descanso del durmiente, puertas cerradas con llave que se abren para asombro del mantenimiento y de algún cliente que extrañado jura haberla cerrado, e intrigado interroga si es que tienen un fantasma en nómina. Son los secretos del buen amor…

Hasta que llega a manos de la familia Fernández de Trocóniz

Tras el fallecimiento del obispo don Alonso y doña Teresa, quienes tuvieron cuatro hijos y todos legitimados por los Reyes Católicos, por eso el primogénito, Gutierre, pasó ser el primer señor de Villanueva del Cañedo -hoy pedanía de Topas- el castillo no vuelve a ser habitado y pronto es utilizado como almacén agrícola durante varios siglos.

Lo que acontece muchas veces con el patrimonio, cuando comienza a desmoronarse, tanto las torres como las murallas, las gentes utilizan sus piedras para construir sus casas, algo que se puede comprobar por muchos lugares donde existió un castillo. Y si los males no cesan, en 1903 sufrió un incendio en 1903 que acabó con sus interiores.

Con un estado de abandono considerable, a pesar de ser declarado Bien de Interés Cultural en el año 1931, el castillo es adquirido por la Familia Fernández de Trocóniz, realizando una restauración importante en 1958, que devuelve al castillo su antiguo esplendor.

La adquisición y restauración del castillo se hizo con vistas a convertirlo en una hospedería, pero finalmente no se abrió al público como tal en aquella época. Debido al gran coste de mantenimiento, se decidió, en el año 2003, convertir el castillo en alojamiento. De esta forma, el edificio podría ser autosuficiente y todos los viajeros podrían disfrutar de sus estancias. Las obras, explican desde la propiedad, "se hicieron con mucho cuidado de respetar al máximo la autenticidad del edificio y así poder brindar al viajero una experiencia única".

Así, afirman también que "abrir las puertas como Posada ha permitido no sólo poder mantener el castillo en perfecto estado de conservación para que las generaciones venideras puedan también disfrutar de él, sino que ahora todos podemos habitar el castillo y podemos imaginar cómo era la vida en otros tiempos".

Al acercarse, llama la atención el gran foso defensivo de 15 metros de anchura y 8 de profundidad y la torre del homenaje, situada en uno de los extremos en diagonal respecto al resto del castillo. En las otras tres esquinas se hallan sendos torreones circulares.

Construido en piedra franca de Villamayor, en sus gruesos muros se pueden reconocer las armas de la familia Fonseca. Un patio organiza el recinto interior, con una bella galería en tres de sus lados.

La posada para bodas y eventos y vida romántica

Interiores restaurados del castillo que conducen a los años del siglo XV

Interiores restaurados del castillo que conducen a los años del siglo XV buenamor.net

Para quienes deseen vivir una experiencia romántica, el castillo/posada dispone de cuarenta fantásticas habitaciones y suites, todas en el edificio original pero diferentes unas de otras. Todo ello ubicada en una finca de 116 hectáreas de bosque y viñedos.

Esta posada o castillo es perfecto para todo tipo de fiestas familiares, celebraciones y reuniones. Con una cocina que apuesta por platos clásicos castellanos dándole un toque personal. Sobre la mesa, platos elaborados y guisos a fuego lento, todos con productos cercanos de gran calidad.

Es decir, se puede disfrutar de una romántica cena en un torreón privado, una comida de picoteo en el patio de armas o darse un homenaje en las antiguas caballerizas.

Una de las habitaciones de la Posada Real del Castillo del Buen Amor

Una de las habitaciones de la Posada Real del Castillo del Buen Amor