Si hay un plato que puede considerarse el rey del verano, sin duda es el gazpacho andaluz. Los ingredientes de su receta universal, aunque con algunas variantes, están al alcance de la mano de cualquier cocinero con poca experiencia que quiera preparar en 15 minutos un plato saludable, refrescante y rico en vitaminas y fibra, a la par que delicioso y muy apetecible, especialmente con las elevadas temperaturas.
Tomate, pimiento, pepino, ajo, cebolla, un pedazo de pan, aceite, vinagre y sal son sus ingredientes básicos, aunque como decimos, la receta puede tener algunas pequeñas variaciones según donde se preparen. Las más innovadoras sustituyen el tomate por alguna fruta como el melón o la sandía.
El salmorejo cordobés, otra delicia gastronómica originaria de Andalucía, prescinde del pimiento y el pepino y a cambio añade más pan y un aderezo a modo de ‘topping’ de huevo duro y un buen jamón ibérico.
Sin embargo, hay otro gazpacho muy especial y mucho menos conocido, que ha soportado como el buen vino el paso del tiempo y sigue consumiéndose casi de forma exclusiva en la provincia de Salamanca (y en alguna otra comarca de Castilla y León), guardando su sencilla receta como un auténtico tesoro, el mejor remedio para los rigores del estío de la España de interior.
Se trata del conocido comúnmente como gazpacho castellano, elaborado con una receta tan sencilla como austera, con un puñado de ingredientes presentes en cualquier cocina española.
Su origen es desconocido, pero la economía de su composición da idea de que se hizo muy popular en tiempos de escasez, cuando el pan era la base de la dieta de cualquier familia.
El gazpacho salmantino o castellano se elabora con pan, agua, ajo, cebolleta, aceite, vinagre y sal.
Preparación: en una fuente honda, ponemos un litro o litro y media de agua bien fría, cuatro o cinco cucharadas de vinagre (según lo fuerte que lo queramos), y una rebanada de miga de pan.
En un mortero, machacamos un ajo junto con un poco de sal. A continuación, cogemos la miga que ya se ha empapado en la fuente de agua, la escurrimos, la ponemos en el mortero junto con el ajo y la sal, y le añadimos un chorro generoso de aceite de oliva virgen extra. Removemos bien la mezcla para que la miga quede ligada con el resto de ingredientes, especialmente con el aceite, hasta que quede una mezcla bastante uniforme.
Incorporamos el contenido del mortero a la fuente con el agua y el vinagre y removemos. Vamos añadiendo dados pequeños de pan del día anterior, dejamos que se vayan empanado con el agua, teniendo cuidado para que quede bastante caldoso. Picamos muy fina media cebolleta y la incorporamos. Removemos y dejamos enfriar en la nevera hasta el momento de consumir.
Este gazpacho se sirve en plato hondo o en cazuelitas de barro, y es muy digestivo. ¡Buen apetito!