Los pueblos se van quedando huérfanos. "No hay quien coja el relevo de los establecimientos de toda una vida", dicen las gentes rurales. Con añoranza y tristeza la Fonda Ortega de La Fuente de San Esteban este viernes bajó definitivamente su trapa.
Maite Cuadrado Iglesias, de 66 años, es la última de una generación de hosteleros de La Fuente de San Esteban. Allá por 1884 sus antepasados abrieron este local que, con los años, se ha convertido en todo un referente en el Campo Charro. Por desgracia, nadie quiere continuar con este negocio.
Para degustar sus últimos platos nos hemos juntado unos viejos periodistas, compañeros de muchos años, para comer y disfrutar de este rincón lleno de magia. Es que estos últimos días cuelga el 'no hay billetes'. Los últimos, una decena de antiguos amigos del seminario San Cayetano de Ciudad Rodrigo.
Y este viernes, para decir adiós, otra decena de amigos del Campo Charro para saborear el último cocido. De esos sabrosos, que saben a puchero de leña, de pueblo, con sabores de la abuela.
La familia Cuadrado ha escrito una historia de esplendor y con letras de oro en la historia del Campo Charro, donde la emblemática Fonda Ortega ha sido un símbolo. Un alojamiento sencillo y acogedor.
Este tipo de pensiones suele ofrecer un ambiente familiar y precios asequibles, ideal para viajeros que buscan un lugar tranquilo donde alojarse. La Fuente de San Esteban es conocida por su entorno rural y su proximidad a las dehesas de toro bravo.
"Que pena que nadie se atreva a llevarla y se tenga que cerrar. Cuántas cosas se están cerrando en los pueblos, y que pena que nadie se quede con ellas", se lamentaba una clienta en una mesa del salón de entrada.
Toreros y Unamuno
El restaurante y fonda Ortega de La Fuente de San Esteban ha sido un punto de referencia para viajeros que buscan una experiencia auténtica y acogedora en esta zona de Salamanca.
Este establecimiento, de larga tradición familiar, se distinguía por ofrecer una combinación de hospitalidad, buena comida casera y un ambiente relajado en un entorno natural adehesado y tranquilo.
El ferrocarril, también cerrado, era uno de los principales motivos de su apertura y existencia a lo largo de tantos años. La Fuente de San Esteban fue nudo ferroviario hacia Portugal por Fuentes de Oñoro y por el Tren del Duero a Porto.
Situado en pleno corazón del Campo Charro, por sus habitaciones y salones pasaron personas tan ilustres como Miguel de Unamuno, o toreros como Curro Vázquez. Dice Maite que "llegaban con su macuto y ahora con Mercedes, porque son ricos".
El libro 'Miguel de Unamuno (1864-1936). Convencer hasta la muerte', de Jean Claude y Colette Rabaté, biógrafos de Unamuno, narra el acontecimiento de la visita del filósfo vasco a La Fuente de San Esteban y hospedarse en la Fonda Ortega.
El domingo 8 de Septiembre de 1912 viajan todos a la Fuente de San Esteban para dar un mitin agrario. Por la noche van a la fonda del pueblo y, con la sierra de Francia al fondo, toman una cena "fortificante, suculenta y variada". A la mañana siguiente, en el teatrito del lugar atestado de gentes, cada uno toma la palabra frente a 'La Humanitaria'.
Al gozar de una ubicación privilegiada en este pueblo, que forma parte del Campo Charro, los toreros tenían en la Fonda Ortega su ideal lugar de residencia cuando venían a las dehesas a las tientas. Pero también los viajantes, con sus maletas, explica Maite. "Ahora hacen todo por internet y los teléfonos móviles".
La Fonda Ortega refleja el espíritu rural y acogedor del Campo Charro. El edificio tiene un aire tradicional, con detalles rústicos que evocan la arquitectura típica castellana. Dentro, el ambiente es cálido y familiar, con tallas, paredes y suelo de madera, como antaño.
Destacaba por su cercanía y atención personalizada de su servicio, realizado de manera especial por Maite Cuadrado, siempre con su bata blanca. Era el lugar ideal para descansar después de un día de faenas camperas o para aquellos que estaban de paso.
La gastronomía
La cocina del restaurante Ortega era otro de sus grandes atractivos. El menú estaba basado en recetas tradicionales de la zona, elaboradas con productos frescos y de proximidad.
La carta ofrecía platos típicos de la gastronomía salmantina, como embutidos ibéricos, platos de cuchara de antaño, ensaladas, arroces, guisos y asados de carne, y productos locales de temporada. Una cocina casera que destacaba por su autenticidad y sabor.
Desde ayer, se echara en falta su trato cercano y la dedicación a mantener vivas las tradiciones locales, que la convertían en un destino recomendable para todos aquellos que valoran la autenticidad y el buen servicio.