Javier Martín Rodríguez (Salamanca, 1972), actual delegado de la Agencia EFE en Chile, es uno de los corresponsales de guerra y periodistas de agencia más reconocidos y premiados de España, con una extensa experiencia sobre el terreno en Oriente Medio y el norte de África, donde desde 1996 ha desempeñado la mayor parte de su carrera.
Una persona admirable y admirada, un salmantino amante de la UDS que pasó de estudiar Filología Hebrea en la Universidad de Salamanca, a convertirse en reportero de la Agencia EFE en Oriente Medio, curtido en 'mil' batallas y escritor de lectura amena y profunda. Logró entrevistar al 'número dos' del partido-milicia chií Hezbolá, Naim Qasem.
Es licenciado en Filología Árabe por la Universidad Complutense de Madrid y en Filología Hebrea por la Universidad de Salamanca, así como máster en Periodismo y Cooperación Internacional y máster en Marketing online por la Online Bussines School, en colaboración con la Universidad de Barcelona.
En 2018 fue galardonado con el premio internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado y en 2019 con el premio Cirilo Rodríguez, dos de los más prestigiosos del periodismo en España. Del Cirilo Rodríguez, el más importante para corresponsales, fue finalista también en otras dos ocasiones (2006) y (2013). En 2008 le fue concedido el premio Intercultura, en Melilla, por su labor al frente del servicio de noticias en Árabe.
Ello lo demuestran la media docena de libros que ha escrito sobre esta conflictiva zona y las numerosas colaboraciones con prestigiosos medios tanto españoles como extranjeros. La experiencia de quien ha vivido en Egipto, Israel o Irán. Ha vivido en primera línea las caídas de Sadam Husein y Muamar el Gadafi.
Corresponsal de guerra en Irak (2003-2005), Líbano (2006), Libia (2011), Siria (2012) y Gaza (2014) y Libia (2016), fundó el servicio de noticias en árabe de la Agencia Efe en El Cairo en 2006, abrió la primera corresponsalía permanente de esta agencia en Irán (2009-2012), donde cubrió la represión del opositor Movimiento Verde, y también ha sido el jefe de la delegación de EFE en Israel y Palestina.
Javier, del norte de África y Oriente Medio a Hispanoamérica, a Chile concretamente.
Sí, un largo recorrido. Siempre buscando llegar a los límites del trabajo de periodista, y conocer del mundo lo máximo posible para tener una visión más global de la actualidad, que es lo que necesitamos.
¿Cómo ves el mundo latino, ahora que estás en Chile, con tantos cambios en los gobiernos de la zona, los nuevos populismos y la coyuntura internacional?
No estamos muy lejos de lo que está pasando realmente en el resto del mundo. Estamos en un momento crítico, en el que están cambiando todas las dinámicas, como también la forma de comunicarnos entre nosotros con los demás. La forma de relacionarnos con la economía y con el planeta. Estamos creando una nueva sociedad que hay que adaptarla, porque la que vivimos ha quedado, en cierta manera, antigua.
Lo que me preocupa de todo esto, porque es algo también muy global, es que esos cambios puedan llevar aparejado lo que no debería de cambiar, y es el sistema, sobre todo, de derechos de los ciudadanos. Creo que por ahí es por donde está el peligro hoy. Es verdad que estamos en un mundo global que tiene que cambiar, adaptarse a las nuevas tecnologías, a los nuevos desafíos como los retos energéticos y del planeta, pero que tiene que hacerlo desde el respeto a la legitimidad internacional. Y, sobre todo, a los derechos humanos y poner al hombre en el centro del universo.
¿Crees que resistirá Nicolás Maduro en Venezuela el envite internacional?
Fíjate que es curioso, porque forma parte un poco del doble estándar que tenemos en Europa, por ejemplo, y en el resto del mundo. Maduro ha robado unas elecciones y se ha creado un problema mundial y estamos todo el día hablando de Maduro. La verdad es que Venezuela nos queda lejos de Europa y la idea que tenemos es más para Estados Unidos en este caso.
Kais Said en Túnez acaba de robar las mismas elecciones y no ha salido en los medios de comunicación, ni se ha hecho un escándalo por lo que ha pasado allí, cuando es un país que nos afecta muchísimo más, porque de ahí viene mucha parte de la migración ilegal, por las relaciones y la desestabilización del Mediterráneo. Es decir, ¿por qué nos echamos las manos a la cabeza por lo que ha hecho Maduro y nos parece bien lo que ha hecho Kais Said?
Creo que deberíamos de reflexionar desde ese punto de vista, tanto como sociedad y como periodistas, porque estamos entrando en un juego peligroso, en el que las cosas son como nos parece y no como son. No hay ninguna diferencia entre Maduro y Kais Said, pero el tratamiento de uno y de otro es completamente diferente. Yo creo que ahí estamos en algo complicado como sociedad.
Usted es uno de los grandes conocedores y estudiosos de lo que es el mundo árabe y particularmente Oriente Medio. ¿Qué está pasando, Javier?
Como estábamos diciendo, asistimos a un momento crítico, esos en los que la historia dobla la esquina y entra en otro callejón. Eso es lo que está ocurriendo hoy en el Oriente. Quizás sea la batalla más importante de una guerra que dura 76 años, porque hemos puesto mucho el foco en lo que ocurrió hace un año cuando empezó la guerra. Pero no comenzó hace un año, esta guerra se inició hace 76 años. El origen, las razones y las causas de lo que está ocurriendo hoy en Oriente Medio se repiten desde hace más de medio siglo. Lo único que está cambiando ahora es un poco la perspectiva y la narrativa. Y esas dos cosas son importantes de entender.
Es decir, ahora no estamos en una guerra entre palestinos e israelíes. ¿Estamos del lado de los palestinos? ¿Estamos del lado de los judíos? No, ese no es el análisis. Más allá del análisis militar que hacemos todos los días, si hubo tantos bombardeos, tantos muertos, tenemos que ver qué es lo que está ocurriendo un poquito más allá detrás de las noticias. En este caso, lo que estamos viendo es que aquí tenemos dos opciones.
O estamos del lado de la legitimidad internacional, del lado del sistema de Naciones Unidas, aunque haya que cambiar la ONU y el sistema de relacionarnos que tenemos desde la Segunda Guerra Mundial. O estamos a favor de los que están haciendo o están intentando hacer volar y saltar por los aires ese sistema.
¿Quién está intentando volar ese sistema?
Lo que no puede ocurrir hoy es que haya un país que tenga impunidad sobre los demás. Es decir, Israel invoca el derecho a la autodefensa para atacar a Hamás y para bombardear Gaza. Pero el derecho a la autodefensa está en el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas y no corresponde a lo que está haciendo Israel. Israel está invocando un artículo de las Naciones Unidas para llevar a cabo un genocidio. Pero no lo está aplicando porque el derecho a la autodefensa es entre países en una guerra regular y la que acontece ahora no es así. Por lo tanto, estamos mal utilizando la Carta de los Derechos Humanos de la ONU.
Igual sí podemos pensar que está luchando contra el terrorismo en un territorio conflictivo, como puede ser Gaza, porque allí no hay un estado, o Cisjordania. Lo que ya es un paso mucho más peligroso, que está haciendo volar ese orden mundial en el que estábamos, es que entra en un tercer país como el Líbano y no ocurre nada. Entra Rusia en Ucrania y es un problema, para Israel en Líbano no pasa nada.
A ver, Israel lanza un misil contra Yemen y no ocurre nada. Ataca a un tercer país como Irán y no ocurre nada. Es decir, la impunidad de Israel lo que está haciendo es erosionar el orden mundial, y ese es realmente el peligro hoy. En esta guerra lo que estamos viendo es quiénes están a favor del orden mundial o de mantener el orden mundial con las reformas que se necesitan, y quién está a favor de hacer volar ese orden mundial. Tenemos que tener conciencia de que si hacemos saltar ese orden mundial, lo que nos queda probablemente serán los autoritarismos. Volveremos a esos regímenes que, al final, será un recorte de derechos para todos los ciudadanos.
¿Qué le parece la postura del Gobierno español en este conflicto?
La postura del Gobierno español se basa en impotencia y en hipocresía. Impotencia en el sentido de que no es capaz de arrastrar o influir en el resto de las naciones europeas, para todas a una, poder llevar adelante unas medidas que son necesarias. Unas medidas que ayudarían a acabar con el conflicto. Ahí es verdad que nos encontramos con la resistencia, sobre todo de Alemania, que tiene todavía un síndrome de Estocolmo de culpabilidad. Que es una de las cosas que Israel ha cultivado, y sigue cultivando para poder justificar sus propios crímenes. España es impotente y está dando pasos valientes, pero no los suficientes.
También hay hipocresía, porque seguimos vendiendo muchas armas a Israel. Antes, o al mismo tiempo que estableces relaciones con el Estado palestino, tienes que parar a tu industria armamentística. No olvidemos que España es el séptimo país en venta de armas en el mundo. Es decir, ahí tenemos una responsabilidad en la guerra. Creo que por eso es hipócrita la posición del Gobierno español. Porque si de puertas hacia afuera o a través de la diplomacia hablamos de apoyar a Palestina, después las armas siguen fluyendo a la zona.
Usted es un gran conocedor también de lo que es Israel, por sus años de corresponsal en ese país. ¿Qué existe detrás del Netanyahu?
Detrás de Netanyahu simplemente está el fascismo. ¿En qué se apoya el Gobierno de Netanyahu? En dos de las doce tribus de Israel, que son los colonos, que son racistas porque no quieren a otras personas, ni siquiera quieren a otros israelís laicos. Es decir, son racistas, son xenófobos, gente de un pensamiento de ultraderecha. Y además violento.
Detrás están también los ultraortodoxos, que son igual. Es un sistema sostenido por dos grupos que tienen unos pensamientos extremistas, que no trabajan en favor de la integración, que incluso tienen conflictos con otras comunidades judías. Esos dos grupos son los que sostienen el gobierno de Netanyahu, que realmente es un gobierno de ultraderecha.
¿Encuentra solución Javier, a corto plazo, para evitar la muerte de tantas vidas inútiles e inocentes?
Dentro de ese orden mundial que te explicaba, mucho de lo que ocurre tiene que ver con la situación en Estados Unidos. Vamos a esperar a ver qué ocurre en las elecciones de noviembre. Probablemente, esa incomodidad o esa posición difícil, y la necesidad de ganar cierto tipo de votantes ha hecho que Estados Unidos no pudiera presionar a Israel. Sobre todo, lo que pueden ser los demócratas, a pesar de que no va a cambiar mucho la política, pero van a poder tener una posibilidad más de presionar si gana Kamala Harris. O vamos a ver si se va a incrementar porque gana Trump, y estamos en una espiral diferente.
Estamos también en ese momento de cambio en el orden mundial y las políticas mundiales. Tenemos a un Estados Unidos que es una potencia mundial en retroceso, luchando contra China, que es una potencia mundial en ascenso. En ese choque vemos cosas nuevas que no habían ocurrido nunca. Esto no va a terminar con una reunión en Camp David, como ocurrió hace mucho tiempo. Esto va a acabar de otra manera.
Lo sabemos porque no salió prácticamente en las noticias, pero hace como un mes y medio, los chinos, que nunca se han pronunciado abierta ni públicamente sobre un conflicto como este, recibieron con fotografías, con periodistas, con luz y taquígrafos a una delegación de Palestina. Eso nos pone en una situación diferente, porque estamos viendo que China no está sin hacer nada y, sobre todo, que se han quitado esa distracción para decir estamos aquí. Lo que parece una tontería de recibir abiertamente a una delegación palestina en Pekín, nos da una idea de ese conflicto
Una lucha entre una potencia emergente y muy consolidada, como es China, frente a una potencia que está en retroceso, como es Estados Unidos. Si gana Trump, lo que vamos a encontrar es una alianza entre dos potencias o dos imperios antiguos, que están en retroceso, porque la conexión de Rusia y Putin y Trump viene en que los dos quieren recuperar, o sea, make America again, great again. Es decir, los americanos quieren recuperar el imperio y Putin quiere hacer lo mismo, quiere hacer a Rusia grande otra vez. Opino que se van a aliar entre ellos para intentar neutralizar el ascenso de China.
Pasemos a temas más personales y de cercanía. De estudiar Filología Árabe y Hebrea en la Universidad de Salamanca, al gran corresponsal de EFE, sobre todo en Oriente Medio.
La verdad es que fue una casualidad, porque la idea era estudiar periodismo en la Pontificia, pero no me dio la nota. No era tan buen estudiante en aquella época, me dedicaba más a jugar al fútbol. A lo mejor si hubiera estudiado periodismo no estaría donde estoy. La filología árabe me abrió una puerta que yo no esperaba, la posibilidad de salir fuera de España.
Ahora que se habla tanto de los jóvenes, tengo más años viviendo en el extranjero que en Salamanca, lo cual me apena en cierta manera. Me fui de casa con 23 años, una maleta y 27.000 pesetas, a buscarme la vida en Egipto, con mi árabe aprendido en la USAL. Uno toma ciertos riesgos, sale de la comodidad y de la zona de confort si queremos progresar. Sé que es difícil, no todo el mundo está para dar ese tipo de paso, pero a mí me funcionó. Fui muy feliz en la facultad, por eso me apena un poco lo que veo en la Universidad ahora.
¿Echa de menos a Salamanca?
Sí, claro que echo de menos a Salamanca. Y, de cierta manera, una de las cosas que me gustaría, y estoy en ello, sería, si vuelvo a mi ciudad, no sé si a vivir, pero por lo menos me gustaría regresar a la universidad a dar clase.
A enseñar sus experiencias a los que empiezan.
Sí, me encantaría poder volver a la universidad. La verdad es que los profesores, cuando voy por Salamanca, me pinchan para que venga. Pero me apena un poco que Salamanca o la Universidad de Salamanca sea noticia por lo que es. Creo que es bastante vergonzoso, como salmantino, ver lo que está ocurriendo en la Universidad de Salamanca. Deberían tomar cartas en el asunto.
¿Cómo lleva la familia, con menores, andar de un lado para otro?
La familia se va acomodando. Ya han crecido, y la mayor está a punto de volar y va a estudiar a la universidad. El pequeño se está haciendo futbolista. No sé si terminará en Unionistas o en el Real Madrid. Pero por ahí anda.
¿Viven en Salamanca?
Viven conmigo. Siempre han estado conmigo. Digo Unionistas por decir un equipo... Ya sabes que nosotros le tenemos más amor a la Unión Deportiva Salamanca.
Es que el Helmántico, Javier, tira mucho.
Claro, el Helmántico, mi abuelo fue el que le puso ese nombre. Además, creó el Salamanca B. El Salmantino de toda la vida. Mi familia está muy ligada al Salamanca. Tenemos la casa enfrente del Helmántico. Mi hijo, cuando va a Salamanca, entrena con el Salamanca. Ahí también tengo una pena enorme, porque veo cómo está la Unión Deportiva y el Helmántico.
Que salga como noticia, un estadio tan bonito, que esté destrozado, en manos de alguien que no debería de tenerlo, que se dedica simplemente a hacer negocio y que casi lo ha destruido cuando ha sido una institución en la ciudad. Te da pena, porque yo siempre he estado ligado a la Unión Deportiva Salamanca, y me cuesta hacerme de Unionistas, pero veo que funcionan mejor.
¿Qué diferencia de aquel periodismo de tu padre o cuando eras joven, de lo que vemos ahora?
No te creas que tanto. Lo hablo con mi padre muchas veces, y creo que los fundamentos del periodismo son los mismos. Lo que pasa es que, a veces ahora, ya no los vemos o hay mucha gente que trata de eludirlos, pero al final se trata de conocer la fuente, y que la fuente sea respetable en este caso. Tomar todos los detalles posibles de la información, hacer tu investigación y, sobre todo, luego ser honesto a la hora de redactar tu noticia. Yo creo que eso es esencial.
Los fundamentos son los que tenéis vosotros y que son los propios del periodismo, que son todavía de hoy y son los que nos van a proteger de lo que es la mala información, las fake news y todo ese tipo de cosas. Si volviéramos a ese periodismo de base, de fundamentos, que hacías tú, mi padre, mi abuelo, estaríamos en una situación mucho mejor.
De hecho, ¿hay forma de contrarrestar tantas fake news, tantas mentiras y manipulaciones?
Es cada vez más difícil, porque desde que empezó la inteligencia artificial y lo que es intentar llegar a la verdad, es complicado. Ahora se manipulan muy bien las imágenes, el audio y, sobre todo, hay una difusión muy rápida, porque ese es el problema. O sea, fake news, que ha habido toda la vida, es parte de la información. Lo que pasa es que antes se difundían de otra manera y era más fácil atajar la mala información. Hoy hay que trabajar mucho más rápido, porque la mala información se difunde a gran velocidad y contrarrestarla es difícil.
Como te digo, claro que se puede hacer. Simplemente si seguimos con el 'a b c' del periodismo, que es tener fuentes fidedignas y trabajar sobre el tema y no en remoto lo que hemos oído, lo que nos ha contado alguien en quien no podemos confiar, pues, evidentemente, va a ser mucho más difícil. Estimo que herramientas hay siempre que vayamos al periodismo antiguo, pero tenemos que hacerlo a una velocidad mucho más rápida de lo que hacíamos antes.
Finalmente, el salmantino Javier Martín Rodríguez, curtido en mil conflictos, explíquenos cómo es una guerra por dentro.
Una guerra por dentro es algo, como se puede entender, horrible porque pasas momentos muy complicados. Hay mucha tristeza y tragedia. El problema no es tanto la guerra por dentro, porque al final tenemos métodos para protegernos físicamente para que no te ocurra nada. El sentido común es el principal escudo, la principal protección cuando estás en zona de conflicto. Lo que no harías en un sitio, no lo hagas ahí. Y ya está.
Pero esa no es la cuestión. A la gente le gusta ir a la guerra, y no son conscientes de que el problema es volver de la guerra. Es decir, todas esas imágenes que ves, toda esa miseria, toda esa desesperación, te la traes contigo a casa. Al final, es un problema que tiene que ver con la salud mental. Yo hoy todavía duermo mal, tengo pesadillas por la noche, varias veces me ha costado tener que hablar con un especialista. Salías a la calle y no te confiabas en nada. Salías de casa y tenías que mirar a todos los lados para ver si alguien estaba corriendo, no ibas por el mismo camino, desconfiabas. Es decir, al final forma parte de la salud mental.
También tienes que lidiar con lo que es la adrenalina, porque al final, el peligro es como una adrenalina, quieres más peligro otra vez y otra vez. Tienes una subida enorme de adrenalina, te vuelve a bajar y es como la droga. Entonces quieres volver otra vez al conflicto. Cuando estás fuera del mismo, tienes ese sentimiento como tener el mono y quieres volver y entonces puedes cometer errores. Es decir, el problema de la guerra no es ir, el problema de la guerra es volver de ella.
¿Algo más, Javier?
No, creo que lo hemos tocado prácticamente todo. No me voy a meter con el alcalde, que luego pega a mi padre (risas).