El ganadero Pedro Martinez Jareño en pleno herradero

El ganadero Pedro Martinez Jareño en pleno herradero

Salamanca

De herradero por la Raya

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Día de fiesta en la finca ganadera 'Los Labraos', cerca de la frontera con Portugal, donde familiares, amigos y allegados se reúnen en torno a las brasas, al humo, a los becerros y a las buenas viandas.

Los prolegómenos

Es día de herradero, una de las tareas más importantes para el ganado bravo, ya que se sellan bajo fuego las señas de identidad a los animales nacidos hace unos meses. En esta ocasión se herraron más de cincuenta animales: 30 machos y 22 hembras, de los cuales unos irán a las plazas de toros, otros a las calles y los más destacados a ser reyes de la dehesa con su hato de vacas.

Las hembras serán tentadas en otra faena ganadera importante, y las que se aprueben pasarán a ser madres, mientras que el resto irán al matadero para ser sacrificadas y vendidas como carne; un producto que tiene mucha aceptación en algunos países europeos.

La ganadería

La ganadería se creó en 1999 a través de la Agrupación. Posteriormente, desde 2009, pertenece a la Unión de Criadores de Toros de Lidia con el nombre de Ganadería Hermanos Martínez Jareño. En la actualidad, su denominación es Pedrés, con divisa blanca y rosa, con el logo de la M y el estoque.

El herradero y las viandas

Por el mueco van pasando los animales a herrar. Julián Tavárez, el fiel mayoral de la casa desde bien joven, auxiliado por amigos de la familia, se ha encargado de reunir a la tropa de machos y hembras que esperan en los chiqueros para ser identificados de por vida.

Y los jubilados de 'La Pedresina' (el complejo hostelero de Fuentes de Oñoro, siempre al quite con la familia) se afanan en las brasas para ir ofreciendo las ricas viandas y bebidas a los invitados, (algunos llegados desde Villarrobledo, Alicante y Valladolid como mis amigos Javi y Juanjo con María José y Cristina, mi hermano José, su pareja Lili, mi yerno Rubén y mi nieta Lola).

Mientras que la familia Martínez Jareño pone los hierros candentes a los bravos: el de la Unión, el de la ganadería, el número de orden de nacimiento en el costillar y el guarismo del año en la paletilla. De todo ello toma nota el facultativo veterinario de turno que luego enviará a la Unión para su archivo anual.

La capea

Herradero en la finca de Pedrés

Herradero en la finca de Pedrés Santos García Catalán

Antes del copioso almuerzo viene la capea, donde los más arriesgados, capote o muleta en mano, se enfrentan por vez primera a una brava becerra. Pararon a la colorada el veterinario y su ayudante, para después el ganadero, Pedro Martínez Jareño, que es quien lleva las riendas de los negocios familiares, muleta en mano le endosó dos tandas de derechazos y naturales con un cambio de mano sublime que fueron muy jaleados.

Posteriormente, la brava vaca colorada aguantó numerosos capotazos y muletazos; unos al alimón como María, (la nieta veterinaria de Teresa y Pedrés especialista en caballos) con una amiga. También cogieron los trastos los otros nietos: Jesús y Andrés; el novio de María, Samuel, mi yerno Rubén y mi amigo Juanjo, que justo en ese momento la becerra se echó de cansancio.

El resto de nietos como Pedro y Teresa lo vieron todo desde los burladeros. Los invitados, la mayoría, desde las cristaleras corridas que dan a la placita de tientas, donde Teresa entretenía a su última nieta: Candela.

El copioso almuerzo

Herradero en la finca de Pedrés

Herradero en la finca de Pedrés Santos García Catalán

Como remate a la jornada campera, nos sirvieron unas alubias con oreja y unos filetes de bravo que resultaron sumamente deliciosos. Como quiera que había comensales infantiles, también se sirvieron unos nuggets de pollo (o como se diga) de los que dieron buena cuenta.

El remate del almuerzo fue una deliciosa tarta con los cafés correspondientes, algunos con chupito incluido. Y más capea, porque la bravísima y noble becerra se puso en pie en el platillo de la coqueta placita de tientas esperando de nuevo a los arrojados aficionados.

En definitiva, una jornada deliciosa la que pasamos en la finca ganadera de la familia Martínez Pedrés junto a nuestra paisana de Villarrobledo Teresa Jareño, sus hijos, María Teresa y su esposo, Jesús; Pedro, con Yorlys y su pequeña Candela; y Rocío con José, un excelente guitarrista (aficionado y casi profesional de flamenco) que acompaña a Teresa cuando esta se arranca por tientos o por lo que salga.

Gracias, familia. Y felicidades a Teresa Jareño en su “taitantos” cumpleaños que ha hecho este lunes 9 de diciembre.