Los vecinos de Fuentestrún, una pequeña localidad soriana de 45 habitantes, no olvidan que una parte su corazón se encuentra en Santiago de Chile a más de 10.000 kilómetros. Como muchos españoles, varias de sus familias emigraron legalmente en los años 50 al país sudamericano. Entre ellos estaban los abuelos maternos de Tomás García Córdoba que tiene actualmente 47 años. Hoy, este chileno pretende devolver parte de lo que esta tierra le dio, y lo hace de la mejor manera posible en los tiempos que corren: montando una empresa y dando trabajo en el mundo rural, concretamente en la comarca del Moncayo en el nordeste de Soria.
Su intención es la de poner en marcha una empresa de ropa deportiva técnica en la villa que vio nacer a sus antepasados. “Es una prenda que no genera olores, que se lava menos; el resultado es ahorro de agua al lavarla mucho menos por ende una mayor vida útil de la prenda, disminución en la contaminación de aguas por el uso de detergentes, incluso disminución en el tamaño del equipaje al necesitar menos prendas”, explica a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León. Este es un proyecto que ya lleva más de 2 años en desarrollos de necesidades, telas y diseños, la idea es implementarlo antes de que termine el 2024. Pero esta ida va acompañada de una lógica en lo conceptual y lo económico.
“La idea es que la sede económica y la logística estén en el pueblo, pero eso no es llamativo si no se acompaña con un proyecto integral que genere un atractivo para que más gente visite el pueblo. La ubicación de los pueblos de Soria es privilegiada estás a dos pasos de una ciudad importante, Soria, Pamplona, Tudela, Logroño, Burgos, Zaragoza, etc.”, apunta el presidente de la Colectividad Castellano Leonesa en Chile.
Sin embargo, hay mucho más. La idea es además generar un espacio rural donde los visitantes puedan aprovechar el tiempo de hacer rutas de trecking, de bicicletas, paseos culturales, es decir, ofertar un plus para poder dar a conocer Fuentestrún.
García no quiere hablar de puestos de trabajo, “es algo incómodo”, “ojalá sea la mayor cantidad”, prefiere poner el acento en servicios: “Lo que necesitan los pueblos y sus habitantes son economías y servicios, no pueden depender de que resulte o no un proyecto. Seguro que se necesitan puestos de trabajo para la ejecución y administración. Pero lo importante es generar economías familiares, empleos indirectos, capaces de dar un servicio a este y a muchos más proyectos que se generen”, matiza.
La distancia es de 10.000 kilómetros, pero las nuevas tecnologías hacen que estén más cerca que nunca. “Hoy eso es mucho más fácil que cuando mis abuelos dejaron el pueblo, la comunicación es mucho más rápida y menos romántica que por cartas. La conexión digital, las carreteras, el valor de los tickets aéreos han sido uno de los mayores avances, pero la confianza es la base de todo. Además, que, si logramos que los jóvenes que se han preparado profesionalmente vuelvan a tener oportunidades en sus pueblos, no tengo duda de que hay material humano de sobra en los pueblos de España para lograr los objetivos”.
Una idea que surgió en la pandemia
Este proyecto surgió durante la pandemia. “Coincidió que yo estaba colaborando a una empresa Chilena de tecnologías antibacterianas, desarrollábamos aplicaciones para polímeros, textiles, pinturas, etc. En España teníamos un partner que empezó la fabricación de mascarillas basadas en telas antimicrobianas con excelentes resultados, siendo las primeras telas con eficiencia comprobada del 99,9% contra el Sars Cov 2”, recuerda.
Tomás se enteró de que Soria lo estaba pasando muy mal, y como Centro Castellano y Leonés de Chile, decidieron hacer una donación de estas mascarillas al hospital de Soria, a través del alcalde del ayuntamiento de Soria. “Si Soria estaba complicada, ya me podía imaginar que podía estar pasando en mi pueblo y decidí enviar mascarillas para todos los habitantes de Fuentestrún, que tampoco eran muchos”, evoca.
“Es ahí cuando te das cuenta del abandono y las pocas oportunidades que tienen miles de pueblos en España. A veces no es por dinero, simplemente son oportunidades y que alguna institución los guíe con ejemplos para simplemente dar servicio. Cubriendo los servicios más simples como Internet, farmacia, movilidad ya genera un ambiente grato para que la gente que está cansada de vivir en la locura de las ciudades se dé la oportunidad de vivir en un pueblo que puede estar a solo 30 kilómetros de una gran ciudad pero que por mucho menos dinero, tiene una calidad de vida infinitamente superior, lo importante es que se les haga fácil la decisión de moverse, sin perder las comodidades que te da una ciudad. Y no cuesta nada, simplemente son ganas de hacer las cosas bien. Es más fácil y económico intentar hacerlo bien a la primera que hacerlo 20 veces mal”, explica.
La España Vaciada
Hace unas semanas se reunió con el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, y se llevó “una muy grata impresión”. “Él es un amante de los pueblos, seguro que los conoce todos o por lo menos su gran mayoría y estoy seguro de que si nos unimos y trabajamos en un buen proyecto para impulsar la vida en los pueblos, tendremos el apoyo de la Junta de Castilla y León. García tiene claro que en Castilla y León, “tenemos que impulsar la conectividad de carreteras, la conexión digital, el turismo, la gastronomía, sobre todo los servicios”. “¿Quién se podría ir a vivir a un pueblo de 50 o 200 habitantes sin escuelas, sin un bar, sin Internet, sin casas o casas a punto de caerse? Te puede costar menos de la mitad vivir en un pueblo así pero no dan ganas”, argumenta.
Y pone de ejemplo la próxima construcción de una pista de pádel en su pueblo. “Lo primero y lo más fácil es pensar que está loco por gastarse el dinero en una pista para un pueblo de 25 habitantes pero cuando haces el análisis, te das cuenta de que está dando un servicio a la comunidad, que además atraerá gente de los pueblos del alrededor, generas gente en las calles, ves personas, llega gente al bar, alguien podrá ofrecer clases de pádel, alguien del pueblo podrá alquilar las palas de pádel, otro podrá vender refrescos, a lo mejor alguien puede mover en su coche a la gente de los pueblos cercanos que reserven la pista. Es un ejemplo muy burdo, pero eso es exactamente a lo que me refiero. Generas economías familiares no dependientes de un puesto de trabajo, y es así como yo creo que tenemos que revitalizar los pueblos”.
La última pregunta es obligada, ¿se ve viviendo en Soria? “Mis abuelos lograron vivir seis meses en Chile y 6 meses en España durante el año, si me acercara a eso sería una misión cumplida”.
Una historia de serie de sobremesa
Lejos de negocios, la historia de los abuelos de Tomás podría dar para el guion de una serie de sobremesa. Su abuelo a los 16 años se subió al Vapor Infanta Isabel de Borbón para escribir su propia aventura en Chile. “Regresó a su pueblo después de aventuras y desventuras, de fracasos y éxitos, ya con un pasar bastante mejor, su madre le había organizado matrimonio con la mujer más guapa del pueblo, pero además muy joven, con solo 18 años recién cumplidos, mi abuela”. Algo que reconoce que fue muy duro para su abuela. “Un señor que venía de América, se tenía que casar y hacer las maletas, dejando todo atrás, familia, amigos, pueblo, etc”.
Su abuela le contaba que lo único que hacia el llegar a Chile era llorar en la iglesia, “pero me decía que tuvo la suerte de que mi abuelo fue una persona muy buena, muy respetuosa y que finalmente se enamoró de él”. Durante los años que siguieron sus abuelos fueron trayendo a Chile a los hermanos que quisieron venir, incluso su bisabuela vino a pasar una temporada a Chile, pero regresó a su pueblo Fuentestrún, las raíces tiran cuando estas tan lejos. “Es imposible juzgar hoy las cosas que se hacían entonces, eran otras épocas, otras costumbres y sobre todo otras situaciones”, advierte.
“Estoy seguro de que uno no es de donde nace, uno es de donde se siente y de donde se ha formado su historia como individuo, las experiencias heredadas y vividas te forman como persona y crean el arraigo. En mi caso me siento muy orgullosos de ser chileno, español, soriano y gallego. Todas juntas y al mismo nivel”, explica.