Manifiesto del Ayuntamiento de Valladolid: 'Mujer y Universidad'
El Ayuntamiento de Valladolid ha celebrado este 8 de marzo un multitudinario acto con motivo del Día Internacional de la Mujer, en el que la lectura del manifiesto la ha realizado Cristina Pérez Barreiro, Secretaria General de la Universidad de Valladolid.
Texto íntegro de 'Mujer y Universidad'
Hoy las mujeres celebramos nuestro día, y como viene siendo tradicional, aprovechamos esta ocasión en la que todos los focos se dirigen y se fijan en nosotras para hacer que la sociedad escuche nuestras opiniones, pretensiones y reivindicaciones.
En toda conmemoración es frecuente recapitular la historia y los acontecimientos que nos han traído hasta el presente, una memoria de la que debemos aprender y que debemos analizar para no caer en errores del pasado. En el caso que hoy nos ocupa, la celebración del Día Internacional de la Mujer, tenemos a nuestras espaldas un largo camino recorrido para alcanzar un gran objetivo: la consecución real y efectiva de la igualdad entre mujeres y hombres. Gracias al trabajo y esfuerzo de muchas personas se consiguió que esta igualdad fuera reconocida internacionalmente como un principio jurídico universal; la Unión Europea trabajó para eliminar en todas sus políticas y acciones la desigualdad por motivo de género, y en España, desde la llegada de la Democracia, se ha avanzado de forma imparable en este derecho.
Está claro que la situación no es la ideal, y no podemos cerrar nuestros ojos a los últimos acontecimientos que nos llevan a que hoy mismo, y con motivo de esta fecha, esté convocada una huelga general en protesta por la brecha salarial y la precariedad laboral que feminiza la pobreza.
Siempre he pensado que la mejor herramienta contra la discriminación, en cualquier ámbito, es la formación, y si pensamos en la evolución de la sociedad en materia de igualdad a lo largo de estos años vemos la relación directa con el acceso de la mujer a los diferentes niveles educativos. Permítanme que lo plantee brevemente en primera persona.
La educación siempre ha estado presente en mi vida, ocupando un lugar privilegiado, soy hija de maestros, y estoy segura de que eso marca. Sé que soy afortunada, nunca ha faltado un espacio en mi casa donde poder estudiar, ni el material necesario para hacerlo. Y tampoco me faltó apoyo, por lo que no me supuso un problema estudiar ingeniería, aunque en clase hubiera más chicos, o conseguir ser profesora, aunque mi tribunal de oposición estuviera compuesto únicamente por varones, en un departamento donde las mujeres no representamos ni el 14%.
He ocupado diversos cargos de gestión en la Universidad: he sido subdirectora en una Escuela de Ingeniería y vicerrectora, una trayectoria que conduce hasta la actualidad, el 2018, momento en el que ocupo el cargo de secretaria general de la Universidad de Valladolid, cargo que en los siglos de vida de nuestra institución ha sido cubierto por varones hasta hace solo 4 años, desde los que esta responsabilidad está en manos de mujeres, y también presido la Comisión de Igualdad de esta institución académica.
Disculpen este paréntesis personal, pero quería poner de manifiesto este recorrido de vida que me ha hecho pasar por los diversos escenarios y recovecos de la Universidad, desde estudiante, recién alcanzada la mayoría de edad, hasta un cargo de máxima representación y responsabilidad, recorrido que ha conseguido reafirmar en mí aún más mi convicción de la importancia de la educación como herramienta fundamental y poderosa para equilibrar la balanza y favorecer la igualdad entre mujeres y hombres.
La educación es el auténtico motor de cambio que nos permite progresar como una sociedad más igualitaria, y por ello es necesario facilitar a niñas, jóvenes y mujeres el acceso a la educación en condiciones de igualdad, ya que esto facilitará el acceso a trabajos dignos, a una participación representativa o a puestos de responsabilidad, con el beneficio para la sociedad que ello conlleva, porque no contar con las mujeres es desperdiciar el 50% del talento.
La estrategia Europa 2020 persigue que cuando alcancemos ese año, al menos el 40% de las personas en la Unión Europea con una edad comprendida entre 30 y 34 años haya completado un nivel educativo universitario o equivalente. En todos estos países, a excepción de Alemania y Luxemburgo, el porcentaje de mujeres con titulación universitaria es en la actualidad superior al de hombres, pero a pesar de la presencia femenina mayoritaria en las universidades de la Unión Europea, es necesario avanzar en algunos ámbitos en los que tradicionalmente la presencia masculina ha sido predominante.
Uno de los indicadores de la desigualdad contra la que luchamos es el que se refiere al número de mujeres que estudian titulaciones tecnológicas y científicas, las llamadas titulaciones STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Los porcentajes de alumnas en estas titulaciones son muy bajos, no llegan al 30%, y aunque hace unos pocos años parecía que esta situación se revertía, actualmente ha vuelto a descender la presencia femenina en estas carreras, lo que nos hace preocuparnos no solo en la universidad, sino en toda la sociedad, ya que esta alarma ha saltado también en empresas e instituciones: se necesitan mujeres STEM, mujeres que aporten su talento, porque talento tenemos, solo hay que creérselo y que podamos demostrarlo, y así saltar la barrera que aleja a las mujeres de estos estudios y de los puestos de responsabilidad en las empresas.
La Universidad es un espacio de docencia, de investigación, de creación y transmisión de conocimiento. Estas labores que los universitarios tenemos encomendadas son de tal importancia que nos convierten a los que formamos parte de esta comunidad en referente, una especie de "influencers" sociales, hecho que tenemos que aprovechar para lograr una sociedad desarrollada, más justa e igualitaria.
En la Universidad de Valladolid, como universidad pública que es, existe un firme compromiso para eliminar o reducir en todo lo posible las desigualdades y brechas de género existentes. Los estatutos de la UVa reconocen entre sus principales valores la promoción de la igualdad de género y de oportunidades. Y para ello cuenta con la Comisión de Igualdad, formada por representantes de todos los colectivos, estudiantes, personal docente e investigador, y personal de administración y servicios, dispone de un Plan de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres, que contiene una serie de medidas que pueden contribuir al logro de una igualdad efectiva, y recibe el apoyo de la Unidad de Igualdad, servicio encargado de ejecutar la planificación en materia de igualdad y controlar su cumplimiento.
La Universidad de Valladolid oferta una gran cantidad de titulaciones en las más diversas áreas de conocimiento, pero sin duda todas marcadas por un objetivo común inherente a nuestra condición de Universidad pública, y es la de no limitarnos a formar futuros profesionales, sino también formar personas. Por ello, a lo largo del curso académico y de manera transversal se realizan acciones formativas destinadas a promover la igualdad de género y luchar contra la violencia hacia las mujeres, que sin duda favorecerán a tener futuros profesionales formados y concienciados, que contribuyan a generar una sociedad más igualitaria y justa.
Además, la Universidad tiene un compromiso con la sociedad en la que se inserta y en la que actúa como agente social, influyendo y a su vez siendo influida por las dinámicas que se generan en materia de igualdad de género, colaborando para ello con instituciones y entidades de todo tipo.
Pero no podemos caer en el error de pensar que todo el trabajo es de las instituciones, hay mucho camino por recorrer y es necesaria la implicación de toda la sociedad. Evidentemente, las instituciones, los colectivos, las asociaciones, las personas expertas que llevan mucho tiempo trabajando en materia de igualdad pueden dar grandes pasos, pero no deben dejar atrás a la parte de la sociedad que con pasos, a veces torpes como los de una criatura que empieza a caminar, quiere incorporarse a esta lucha por la igualdad efectiva, ni deben olvidar a ese resto, personas que se oponen a esto, a las que debemos convencer desde el razonamiento, la educación y la formación.
Es, por tanto, imprescindible que asumamos nuestra parte alícuota de responsabilidad. En esta tarea es necesaria la colaboración de todas las personas, no podemos pensar que la igualdad es una cosa de mujeres y que únicamente las manos femeninas deben emplearse en ello, toda la sociedad está implicada. Contamos con todas las personas que crean que la discriminación no es tolerable, que dentro de nuestras diferencias merecemos las mismas oportunidades.
Llegados a este punto considero que las buenas palabras no pueden quedarse solo en eso, deben transformarse en retos de futuro, cada persona puede pensar qué es lo que puede hacer dentro de su ámbito competencial, comprometerse con algo en concreto. Yo, desde mi actual posición, me propongo tres desafíos: incrementar la presencia de las universitarias en las carreras científico-técnicas, favorecer la transversalidad de la educación en igualdad en el ámbito académico y facilitar la incorporación de las tituladas en empleos de calidad.
Si unimos fuerzas, si cada una se empeña en alcanzar un objetivo dentro de su ámbito de actuación, si trabajamos en aquello para lo que estemos preparadas y tenemos capacidades, habremos dado un paso de gigante para lograr el objetivo que planteábamos al comienzo de este manifiesto, la consecución de la plena igualdad. Entre todas sumamos más y el éxito de cada mujer es el éxito de todas las mujeres.
Feliz y reivindicativo 8 de marzo.