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Valladolid

El cine del 68 cobra protagonismo en Valladolid

28 mayo, 2018 13:17

El Salon de actos del Museo Patio Herreriano de Valladolid presenta desde este martes dia 29, a las 19.00 horas, y durante tres días, el ciclo de sobre 'Mayo del 68 y el cine', en el que se proyectarán 'La Chinoise' y 'Tout va bien', de Jean-Luc Godard, y 'Grands soirs et petits matins', de William Klein.

El cine no fue ajeno a lo que ocurría en Francia y en el mundo a finales de los años 60. En este sentido, el cine debe pensar (misión profética) y re-pensar la revolución (posterior al acontecimiento).

La nouvelle vague participa de este momento (como forma de apoyo a los estudiantes, los directores y críticos de la Nueva Ola decidieron cancelar por única vez el Festival de Cannes, donde ellos presidian el jurado) y Godard fue el que pensó y re-pensó el mayo francés en dos películas claves en su filmografía: 'La Chinoise' (1967) y 'Tout va bien' (1972).

Pensar la revolución

La revolución se sentía en el aire, los estudiantes no estaban satisfechos con lo que pasaba en Francia en ese momento. Era una nueva generación que no quería deber nada a sus padres, las guerras mundiales eran como dos fantasmas imposibles de olvidar, la guerra fría estaba en sus momentos más tensos y Francia seguía con la idea de que las colonias de ultramar les pertenecían por derecho.

Los estudiantes sabían todo eso, sabían que las universidades eran instituciones autoritarias y que había que cambiarlas desde la raíz, sabían también que la sociedad estaba atrasada en el plano moral, que había que actualizarla, liberarla un poco. Los estudiantes habían logrado lo que Marx exigía al proletariado: tener una "conciencia de clase".

Ese es el punto de partida para Godard: el estudiante como sujeto revolucionario por excelencia. Eran ellos los que estaban destinados a la revolución. En 'La Chinoise', un año antes del Mayo francés, el autor hacía un llamado de atención sobre aquello.

La película de 1967 tiene como pilar fundamental está constatación: los jóvenes se armaban como cuadros políticos, en espera del mejor momento, haciendo una provocación lo suficientemente fuerte como para actuar. Ellos eran una clase social más: la más peligrosa.

Los jóvenes estaban, por una parte, decepcionados con el modelo capitalista que prometía la felicidad pero nunca la daba y, por otra, con el modelo comunista ruso, que de comunista no tenía nada (los soviets se preparaban para invadir Checoslovaquia, la gota que derramó el vaso).

En ese entonces, la revolución cultural en China no se veía con los mismos ojos que hoy en día: en la década de los 60, Mao era la reivindicación del los modelos comunistas. Así pues, Godard propuso que se debía alinear la revolución a partir de lo propuesto por Mao: ese era al prototipo de revolución que había que seguir. No por nada se leía en las calles de Paris del 68 un graffiti que decía algo así como "Godard: pro-chino boludo".

Tal vez una de las escenas más logradas de la película es cuando se representa la guerra de Vietnam. Los americanos son vistos como unos despiadados invasores, los rusos simplemente se quedan sin hacer nada mientras que los vietnamitas piden a gritos su ayuda. Los chinos ven a los americanos como "tigres de papel", mientras que los otros países son unos "perezosos" (Francia e Inglaterra).

La representación tiene aspectos muy interesantes: el primero, por supuesto, es el rechazo total y sistemático a la guerra de Vietnam; la segunda es la frustración con la URSS (que actúa exactamente igual que los americanos), lo que conlleva a la búsqueda de nuevos esquemas políticos como es el Maoísta; y el último es la indiferencia de Francia ante la guerra que de alguna u otra forma ellos habían iniciado.

Además, Godard analiza a partir de las imágenes el problema de las universidades (que serían lugares poco democráticos) y la guerra contra Argelia, donde Francia no tuvo una actuación que podríamos llamar ejemplar.

En 'Tout va bien', Godard pone en escena otro elemento muy importante de lo que fue el mayo francés del 68: la insatisfacción con el trabajo que no sólo repercute en el ámbito laboral, sino que afecta también en las relaciones íntimas de los individuos: el sexo y la capacidad de amar.

Esta insatisfacción con el trabajo es también una crítica hacia el capitalismo, en donde el individuo debe hacer las mismas cosas, día tras día. Así, escuchamos a un personaje de la película que afirma: "en aquella fábrica unas diez personas hacían cosas nuevas y estaban muy contentos de hacerlas. Y lo que hacían era producto del mayo del 68".

Así pues, la revolución de mayo, significaría una nueva relación con el trabajo, en donde el hombre se sienta satisfecho y pueda tener una vida íntima más o menos saludable.

Para Godard sólo había un camino ante el estado de cosas que presentaba el mundo en los convulsionados 60: la revolución ¿Camino hacia dónde? Hacia el socialismo. Está claro que la revolución no puede ser pasiva, los derechos se toman a la fuerza y en las calles.

Era la época de los ideales radicales y así como se tenía un pensamiento radical, también se debía tener una acción que combine con ese pensamiento. Acción y pensamiento: la praxis revolucionaria.

Por su parte, 'Grands soirs et petits matins', de William Klein, es un documental sobre los eventos de mayo del 68. La cinta se estrenó ese mismo año en salas no comerciales y universidades en Francia, justo después de Mayo del 68 y es el editado en DVD en Francia.

Diez años después de que, a instancias de los Estados Generales del Cine, William Klein hubiera rodado con la cámara al hombro los sucesos más relevantes que tuvieron lugar durante Mayo del 68 en el Barrio Latino de París, el fotógrafo y cineasta Klein monta con el metraje original un documental que capta con extraordinaria intensidad la atmósfera de las manifestaciones, reuniones y debates públicos.

Una larga procesión de imágenes, momentos de la revolución. Las calles de París en este mayo pertenecen a los estudiantes, trabajadores, escritores, etc.