Aún faltan cinco días para que termine el verano y la cálida temperatura de los últimos días en Valladolid lo acredita. Cielo nublado pero calor con sensación casi de bochorno en lo alto de la ciudad para presenciar el segundo partido de la temporada en Zorrilla. Gran ambiente en los exteriores del estadio desde más de una hora antes y nuevamente el aparcamiento desbordado por los cuatro costados, más aún con el reclamo aún vigente de la feria.

Entre las pipas, el agua y los refrescos aún se agitaban numerosos abanicos para apaciguar el calor en la grada. Buena dosis de sudor le ha tocado también al nuevo y flamante propietario del club, Ronaldo Nazario, con sonrisa deslumbrante y llegando de los primeros a Zorrilla.

El césped bien, o casi. Buena dosis de riego antes de empezar y en el descanso, agilidad de velocista de los encargados del mantenimiento para que cada desconchón en el tapiz verde quedase reparado lo antes posible.

Al final el drama, el mazazo, el torpedo a la línea de flotación anímica de un equipo y una hinchada que sale triste del campo. Mirando al campo en busca de que la magia de Ronaldo traspase el graderío e impregne el juego del equipo que ahora comanda desde los despachos.

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