Castilla y León

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Valladolid

ENTREVISTA | Viñetas de confinamiento en tiempos de coronavirus

2 julio, 2020 08:30

Nacido en Vitoria, Merino reside en la actualidad en Arroyo de la Encomienda. Amante de pintar monas, de la arqueología, de dar paseos en moto y muy del Pucela, este dibujante se inició hace 26 años en el mundo del cómic ha elaborado un libro que lleva por nombre ‘¡Confinados! Una pandemia en viñetas’.

En la publicación, que surgió con el inicio del confinamiento, Merino nos hace una crónica personal de la pandemia con toques irónicos y ácidos y algún que tironcillo de orejas para nuestros políticos.

P. ¿Cuándo empieza con esto del cómic?


R. Desde que recuerdo me ha gustado dibujar, pero cuando realmente salté al ruedo fue allá por 1994, estudiando la carrera de ingeniería, cuando salió el primer número de “Sangre, Sudor y Lágrimas, el Fanzine Radical del Ingeniero Industrial”. Por desgracia, tras un par de años de éxitos inimitables, dejó de publicarse.

Quitando un par de cosas puntuales, me quedé sin dónde publicar. Así que entre eso, y que me puse a trabajar primero y a reproducirme después, me quedé sin dónde y sin cuándo durante un montón de años.

P. Tuvo un parón, como apunta, pero el año pasado volvió al ruedo, podríamos decir.


R. Así es. Hasta que un conocido me propuso publicar una viñeta para un número de una publicación local. Fue frustrante volver a coger la plumilla y la tinta china y comprobar lo oxidado que estaba, pero la viñeta salió adelante y se publicó. Y yo me volví a picar. Me creé cuentas en las diferentes redes sociales -ventajas de los tiempos actuales, siempre tienes esa opción para compartir tu arte con tus lectores- y volví a dibujar de nuevo.

P.Y su mujer le ayudó con un regalo que le sirve para confeccionar sus viñetas.

R. Lo de la plumilla y la tinta china está muy bien, pero reconozcámoslo: es un tostón. Entre otras cosas porque te exige escanear el dibujo para poder publicarlo. Mi mujer, la muy incauta, me regaló una tableta de dibujo que me ha abierto posibilidades que antes no tenía. Y su paciencia también me la ha regalado, porque desde entonces ha sido un no parar. Teniendo los medios y los motivos -nuestros políticos se empeñan en dármelos en mayor medida de lo que soy capaz de dibujar- empecé a dedicar casi todo el tiempo libre del que disponía a dibujar.

P. ¿Cómo surge la idea de comenzar a elaborar viñetas en pleno confinamiento?


Realmente, me considero afortunado en ese sentido. El confinamiento se me pasó volando, la verdad


R. Lo de la tableta llegó a finales de 2019. Dibujaba 2 ó 3 viñetas a la semana, sobre temas de actualidad. Pero entonces llegó el maldito virus y nos confinaron en nuestras casas. Empecé a tener mucho más tiempo y la actualidad era la que era, así que salía a viñeta diaria, y todas sobre lo único alrededor de lo que giraban nuestras míseras existencias. Realmente, me considero afortunado en ese sentido. El confinamiento se me pasó volando, la verdad.

P. ¿Cuándo comenzó a elaborar este libro?


R. Mucho antes de que fuera consciente de que lo estuviera elaborando. Tantas semanas dibujando diariamente sobre lo que veía dan para mucho, así que cuando nuestros políticos empezaron a tergiversar las cosas para justificar sus actuaciones, me puse a releer mis propias viñetas. “No se podía saber”, pero yo ya había publicado la primera viñeta sobre el tema el 2 de febrero. Me di cuenta de que, sin pretenderlo, había dibujado una crónica en tiempo real de todo lo que había ido pasando. No podía dejarlo estar así, sin más. Escribí un texto que hilara las viñetas para darlas una cierta continuidad, pinté dos o tres más para cubrir algún hueco que había quedado, y voila!, libro al canto.

P. ¿Cuándo tarda y cómo hace para elaborar sus viñetas?


R. Desde que empiezo a dibujar hasta que doy la viñeta por terminada pueden pasar entre dos y cuatro horas, aunque hay excepciones. Hubo una viñeta que dibujé en cuarto de hora -el tema central era la niebla vallisoletana, no digo más- y ha habido alguna que ha salido más cuadro que viñeta, que ha costado muchas más horas.

No obstante, hablamos de lo que es dibujar como tal. Hay una fase previa, imposible de cuantificar, que es la de idear lo que voy a dibujar. Implica leer muchos periódicos, redes sociales, hablar con la gente… realmente, es un proceso que ocupa 24h al día.

P. ¿Cómo ha sido la acogida?


R. Para no tener a ninguna editorial detrás, excelente. Me lo he autoeditado yo, así que no ha habido ninguna presentación ni campaña publicitaria más allá de la tabarra que haya podido dar yo en mis redes sociales. Inicialmente pensaba que no llegaría a más que a familiares y amigos, pero me está sorprendiendo que gente que no conozco me está diciendo “oye, que he comprado tu libro y me lo he pasado pipa leyéndolo. He comprado otros tres para regalar”. Como sé que rico no me va a hacer, se me hace el culo gaseosa cuando veo que hay gente que disfruta con lo que hago.

P. Al final, con su libro, quiere mostrar que las cosas no son como se quiere hacer ver y acaba siendo una crónica de la pandemia.


R. Exacto. Las cosas nunca son como nos las cuentan, ni siquiera como yo las cuento. Cada uno percibe las cosas según las vive, y creo fehacientemente que ninguna verdad está por encima de otra. En ¡Confinados! y en mis viñetas en general, tiendo más a denunciar las contradicciones y la falta de coherencia que las opiniones de los demás, que considero siempre respetables. Ha habido momentos en que lo que nos han querido vender era un insulto a la inteligencia. Y lo peor de todo es que hay mucha gente que lo ha comprado sin ningún tipo de crítica.

Como bien dices, el resultado es una crónica de la pandemia. No la crónica de la pandemia. Creo que además es bastante coherente. Y si hay quien no lo ve así, fenomenal. Nunca he sido fan del pensamiento único. Ni siquiera el mío.

P. ¿Satisfecho con el resultado?


Creo que el resultado es bastante bueno, sobre todo teniendo en cuenta los medios con los que se ha hecho


R. Mucho. Nunca había publicado un libro, así que nunca había tenido la seguridad de ser capaz de hacerlo. Creo que el resultado es bastante bueno, sobre todo teniendo en cuenta los medios con los que se ha hecho. Si acaso, me queda la cosita ahí de que había que poner el punto final en algún sitio. El bicho sigue rondando, y mucho me temo que aun nos va a dar muchos disgustos. Especialmente viendo la falta de responsabilidad de mucha gente. Ojalá no tenga que hacer una segunda parte.