Indignación, desaprobación y resignación entre los abonados del Pucela en el primer día de cambio de sitio
Centenares de abonados al Real Valladolid han copado las céntricas calles de la ciudad a la espera de ser reubicados en el José Zorrilla durante más de cuatro horas
17 agosto, 2021 17:25Sillas de camping, capazos con bocadillos y refrescos y una larga cola de espera. Podría parecer la estampa de un día de playa, más aun en mitad de agosto, si no fuera porque, también, los brazos cruzados y los golpecitos al suelo con el pie, en clara señal de impaciencia, protagonizaban la mañana en la calle Héroes de Alcántara y proseguía por María de Molina, Claudio Moyano, hasta la entrada al centro comercial ‘Las Francesas’ de la calle Santiago. El motivo no es otro que el plazo, abierto, hoy mismo, por el Real Valladolid, para la reubicación de los abonados del club en el José Zorrilla.
“No hacemos más que retroceder”, clama un abonado del Real Valladolid que, desde las 08:00 horas, lleva apostado en las inmediaciones de la oficina de atención al abonado que el club tiene ubicada en la céntrica calle Héroes de Alcántara. En torno a 500 personas se apostan en torno a los céntricos edificios con un sentir común: la indignación. Cabe destacar, no obstante, alguna honrada excepción, como es el caso de un abonado que, en su tercera temporada con localidad en el ‘estadio de la pulmonía’, afronta una espera con gotas de buen humor y paciencia. Comenta, sentado en su silla mientras lee una novela, que “es lo esperado, por suerte hay muchos abonados y lejos quedan ya las duras épocas con 5.000 o 6.000”.
El fiel lector y seguidor del Pucela acude a renovar su abono y el de sus dos hijos y ése es uno de los inconvenientes del proceso de recolocación puesto que, tal y comenta el abonado al club número 2.377, Juan Carlos, “hay familias que dependen de perder un día entero para este trámite”. Tras 26 años pagando la cuota, señala, “parece increíble que aún haya que presentar quejas, temporada tras temporada, cuando comienza este proceso”. No tiene problema al facilitar su nombre y número de abonado puesto que esta “no es la primera vez” que presenta una queja y desliza, asimismo, que no hay visos de que sea la última.
Al final de la larga cola de espera, en la comercial calle Santiago, los seguidores se agolpan bajo las sombras del mobiliario urbano, buscando la clemencia de un sol que hoy azota con menos fuerza, parece, aliado con la pasión blanquivioleta. No sólo los pacientes aficionados claman contra una gestión que “parece de otra época”, haciendo alusión al tiempo en el que la conexión a Internet no permitía agilizar este tipo de burocracia y que “parece mentira que en 2021, con todos los trámites que se han digitalizado por la pandemia, éste siga siendo presencial”, tal y como comenta una aficionada, acompañada de su joven hija. También los propios clientes de algún que otro bar, desde sus terrazas, contemplan, con estupor, la situación. “Somos de Bilbao, y socios del Athletic Club, y allí lo hacemos diferente, todo a través de Internet, sin esta absurda espera”, comenta un ‘athleticzale’ que veranea con su familia en la capital castellana.
Es reseñable el hecho de la duración del trámite. “Desde las 08:30 que llegué, sólo he podido avanzar 50 metros de cola, así es imposible… ¡Encima, dentro, sólo tienen dos o tres ordenadores!”, refleja un seguidor el sentir común de muchos de los allí presentes.
Asimismo, las redes sociales también se han hecho eco de la dantesca situación y son varios los usuarios de las mismas que vierten su frustración a través de sus dispositivos móviles. “Dos horas y cuarto esperando para recorrer Héroes del Alcázar, o como se llame ahora”, comenta uno. Otro viandante plasma lo que sus oídos pueden escuchar entre la verborrea del gentío. “Han compartido, junto a servidor, lo que son ya más de seis horas de cola y tiene pinta que serán, mínimo, siete y ojalá no ocho”.
Algo que sí esta claro es que, sea llevada la espera con mejor o peor humor, hay un sentimiento que trasciende a toda la espera y no es otro que “el amor hacia el blanco y el violeta, por encima de nombres”, como concluye, con la facilidad propia de la edad, un joven.