Cabrito lechal

Cabrito lechal

Valladolid

Cosas navideñas: Crónicas gastronómicas (1ª parte)

Con los amigos del Argales 2 "devoramos" con fruición un cabrito lechal que nos supo a gloria bendita

20 diciembre, 2021 09:52

Y a uno le recordó sus tiempos de niñez en la casona de Villarrobledo, cuando mi padre -carnicero de toda la vida- nos ofrecía este manjar cada año en la cena de Nochebuena.

Fue nuestro amigo Pove el que se empeñó en lo del cabrito lechal asado y lo encargó a “El Cabrero” de Laguna para que lo preparara. Y resultó un plato especial y sencillo, dentro de la majestuosidad que contiene esta delicada y deliciosa vianda. Uno se inclinó por media cabeza, -siguiendo la tradición de mi padre- y por los deliciosos jarretes que, bien tostados, son punto y aparte.

Mientras se remataba el asado, vigilado por Admán, el hijo saharaui adoptivo de César y Montse, quién se ha convertido en todo un bastión de los negocios familiares, nos llegaron dos cazuelitas en cuya salsa navegaba la asadurilla del cabrito. Delicioso y tradicional sabor.

Y no hubo más hasta la triunfal llegada del asado que, en dos fuentes repletas, desprendían un aroma de los que no se olvidan. Hubo complementos como las dos fuentes de tomate y cebolla, además de un par de platos con “maruja”; ambos regados con generosidad de “oro líquido”, del bueno; del extra virgen. A decir de César Lomas, la “maruja” viene a salir más cara en proporción que el propio cabrito lechal. Pero resultó un complemento de lujo.

Del bebercio, hemos de comentar que ellos (César, Gerardo, Chuchi, Félix y Lucio) se soplaron un magnum ribereño de “Pago de los Capellanes”, Pove se metió entre pecho y espalda dos botellines de agua, (andaba el hombre resfriado) y uno siguió con su ancestral Cigales y la consabida gaseosa, aunque no pudo ser de la bejarana “Molina”. Mi apreciado catedrático Santonja me tiene abandonado…

Los postres consistieron en una fuente de piña y un suculento flan, obsequio de Juan Carlos, nuevo hostelero al frente del restaurante “El Carpintero”, en el Arco de Ladrillo.

Luego, en la partida, -porque una comida de este lujo no es tal si no viene acompañada del habitual mus- se incorporaron el citado Juan Carlos y Jóse, un veterano hostelero que suele acudir a la llamada de su colega Lomas.

En definitiva, cada uno pagó su manduca, (a 35 del ala per cápita) y las copas y lotería navideña nos la jugamos al “mete”: una especie de mus que, de forma muy “cabrona”, te pueden sustraer unos cuantos euros de tu cartera como contribución a la causa. Uno se libró ya que, como todos los juegos, todo es cuestión de suerte. Pero el cabrito, sus complementos y la tarde con los amigos para enmarcar.

Seguiremos con más cosas navideñas a lo largo de la semana. ¡Feliz Navidad! a todos, todas, todes…