“Así lo llevaré, tatuado en el brazo durante toda mi vida. Ese corcho con el abridor de láminas fue una promesa junto a la donación que hice en el restaurante en un momento mágico con los chicos. El tatuaje cierra el círculo a un intenso periodo de trabajo”, asegura en declaraciones a EL ESPAÑOL – Noticias de Castilla y León, Emilio José Martín Maquedano.
Extremeño de nacimiento, lo hizo hace 35 años en un pueblo de Cáceres que lleva por nombre Jaraíz de la Vera, pero vallisoletano de adopción. Suma Más de diez años al mando del Restaurante Suite 22 en la ciudad del Pisuerga y ha saboreado en varias ocasiones las mieles del triunfo.
Sobre todo, desde que en el año 2020 consiguiera proclamarse ganador del Concurso Nacional de Pinchos y Tapas con su ‘Corchifrito’. Una delicia para el paladar que se ha llevado en este año 2021, la medalla de plata en el Campeonato Mundial que se ha celebrado también en la ciudad del Pisuerga.
Amante de los coches, de la naturaleza y de viajar, todo ello “comiendo y bebiendo, por supuesto”, como asegura, Emilio nos cuenta cómo ha cambiado su vida una elaboración que llevará en la piel toda su vida y también cómo ha recibido el Premio Excelencia Gourmet de hace unos días en Fitur.
Un premio a la excelencia y al trabajo bien hecho
“Siempre es grato que reconozcan tu trabajo. Este reconocimiento es una inyección de optimismo. Un soplo de aire fresco para seguir, para no tirar la toalla en ningún momento porque, a día de hoy, hago lo que me gusta. No obstante, todos los reconocimientos no tendrían sentido sin mi equipo. Soy el capitán de un barco que cuenta con los mejores marineros marineros. Es un reconocimiento para todos”, asegura Emilio José Martín.
Todo después de recibir el Premio Excelencia Gourmet en Fitur en el mes de enero. “Es un premio y un reconocimiento que indica que la dirección es la correcta” en la “brújula que marca el buen camino”, señala el cocinero.
Con más de 15 años cocinando, nuestro entrevistado menciona la figura de Carmen, una señora que “tristemente ya no está entre nosotros” y de la que absorbió “toda la pasión por la comida” ese “cariño” que inundaba sus platos y que el propio Emilio quiere “trasmitir a los que prueban los suyos”.
“Si tengo que marcar un inicio en el mundo de la cocina sería complicado. Esta es una profesión que llega a convertirse en una forma de vida. De repente estás dentro y no te has dado ni cuenta”, asegura Emilio hablándonos de sus comienzos en la cocina.
El ‘Corchifrito’ que cambió su vida
A sus 35 años, el autor del ‘Corchifito’ recuerda con cariño uno de sus primeros guisos, de boletus, con su “tito Maxi” y ensalza el “ritual de ir a coger setas, lavarlas, cocinarlas y comerlas” en “algo mágico” pero añade que “a nivel profesional no recuerda cuál fue su primera elaboración”.
“Aterrizo en Valladolid en el año 2005 y estudio Ingeniería Técnica Informática de Gestión. Cinco años después iniciamos un proyecto muy bonito en Parquesol, con el Bar ‘Déjate Besar’ y dos años después nos hicimos con el local en el que está ahora el Suite 22”, añade haciendo un repaso de su trayectoria.
En 2020 consiguió alzarse con el primer premio del Concurso Nacional de Pinchos y Tapas. “Fue uno de los momentos más contradictorios de mi vida, francamente. Conseguimos alzarnos como campeones de España y lo tuvimos que celebrar cada uno en su casa a las 21.59 horas porque había toque de queda”, añade.
Emilio asegura que “su vida” y la del resto del equipo “cambio” desde ese momento y, al verse en periódicos y en el panorama nacional “comenzaron a cuestionárselo todo diciendo: igual en esto somos buenos”, y vaya si lo eran porque un año después, nuevo premio para el ‘Corchifrito’.
Pasado brillante y futuro prometedor
“El objetivo era devolverle a Valladolid todo lo que nos había dado. No pudimos conseguir el primer puesto, pero el subcampeonato nos supo a “Campeonísimo””, asegura el profesional de la hostelería cacereño recordando el segundo puesto que logró hace escasos meses en el Campeonato Mundial de Pinchos que se celebró en Valladolid, concretamente en la Cúpula del Milenio.
El original guiso de cochinillo y patata en forma de corcho de botella de vino ha sido clave en la carrera de nuestro protagonista que también recuerda consiguió el ‘Pincho de Oro 2019’ con ‘Contradicción’ donde consiguieron, como recuerda, que “con algo tan humilde como unas sopas de ajo se proclamaron los mejores en el Concurso Provincial de Valladolid” para que se produjera en el Suite 22 una “explosión creativa muy bonita”.
En la actualidad confiesa que “tiene mucho trabajo” y que “hace lo que le gusta” aportando al cliente “momentos de felicidad” que “para ellos es vital y su objetivo” y valora positivamente que “tienen el respeto de sus colegas hosteleros”. Además apunta al final de la “pesadilla” de la pandemia para que la hostelería recupere lo perdido, nos quiten las mascarillas y empecemos a vernos de verdad “con una sonrisa en la boca y no en los ojos”.
En cuanto al futuro, en la cabeza de Emilio sigue estando el “seguir creciendo pasito a pasito de manera profesional” y compartiendo espacio y equipo con bellísimas personas para “seguir poniendo la gastronomía y a Valladolid en lo más alto”.
“Siempre hay ideas que rondan por la cabeza. Cada día me ilusiona un concepto, un ingrediente. Cada jornada desarrollamos nuevas ideas. Sin embargo, creo que Emilio Martín ya ha hecho por la cocina en miniatura lo que tenía que hacer en Valladolid. Ahora son mis chicos y chicas los que tienen que coger el testigo. Es su turno”, finaliza Emilio.
Testigo que a buen seguro cogen los cocineros de su restaurante que volverán a ser protagonistas en los próximos concursos nacionales e internacionales que se celebrarán en la Cúpula del Milenio.