Vox no claudica. La formación dirigida en Castilla y León por Juan García-Gallardo no ceja en su empeño de formar parte del nuevo Gobierno autonómico y afronta la reunión de este miércoles con el presidente en funciones, Alfonso Fernández Mañueco, sin dar un paso atrás con respecto a las peticiones deslizadas tras conocerse los resultados electorales del pasado 13 de febrero. Mientras, Mañueco sabe que los de Santiago Abascal son su única opción, una vez la abstención del PSOE parece cada vez más alejada tras la infructuosa reunión con el candidato socialista, Luis Tudanca, este lunes.
Vox exige contar con un número de consejerías proporcional a sus resultados electorales –13 procuradores–, la vicepresidencia del Ejecutivo y la presidencia de las Cortes regionales. Con todo, el partido ha dejado la puerta abierta en las últimas horas a ceder en algunas cuestiones programáticas –como sus reclamaciones iniciales de una derogación de la ley de violencia de género autonómica y el decreto de memoria histórica– ante los populares y adaptarse más al programa del PP si eso facilita la formación de un Ejecutivo.
Mañueco se abre a un "Gobierno liderado por el PP"
Mañueco ha exigido en incontables ocasiones que el programa de los populares rija el próximo Ejecutivo, dando la posibilidad a "incorporaciones" programáticas de otras fuerzas. Este lunes, sin embargo, el presidente en funciones incidió más en la idea de un "Gobierno liderado por el PP" que en la del "Gobierno en solitario", que no mencionó en la rueda de prensa hasta que los medios congregados en la Sala de Usos Múltiples de las Cortes le preguntaron por ello.
"O entramos en el Gobierno para dar un cambio de rumbo a Castilla y León o votaremos en contra", afirmó con rotundidad García-Gallardo este lunes mientras en las Cortes saltaba por los aires la reunión entre PP y PSOE a los 15 minutos de iniciarse, dejando el camino aún más allanado a las posibilidades de Vox. El partido centra sus reclamaciones en la comparación con la situación de julio de 2019, cuando Mañueco alcanzó un acuerdo de Gobierno con Ciudadanos, tras unas elecciones en las que la primera fuerza fue el PSOE por primera vez en 32 años. "Vamos a pedir el mismo respeto que se tuvo con los votantes de Ciudadanos", aseguró García-Gallardo, haciendo referencia a que en aquella ocasión Ciudadanos obtuvo cuatro consejerías, la vicepresidencia del Ejecutivo y la presidencia de las Cortes con 12 escaños, uno menos de los que cuenta ahora Vox.
Castilla y León: el primer experimento de Abascal
La formación de Santiago Abascal quiere utilizar Castilla y León como el primer experimento de gestión en la historia del partido, una experiencia que pueda concederles una imagen de mayor seriedad y veteranía de cara a las próximas elecciones generales previstas, en principio, para diciembre de 2023. Abascal dio por superada la fase en la que se conformaban con otorgar apoyo externo al PP, iniciada en diciembre de 2018 tras la irrupción del partido en Andalucía, y tildó de "fracasadas" las experiencias de acuerdo con los populares tanto en esa región como las de la Comunidad de Madrid y en Murcia, iniciadas en julio de 2019. "Si el PP no gobierna con nosotros, si no tiene una vigilencia, no cumple los pactos", insistió el líder de Vox.
La guerra abierta desatada en el PP desde la semana pasada, y que culminó este martes con la dimisión del ya exsecretario general Teodoro García Egea, ha supuesto una sonrisa del destino para los de Abascal. La posición de cada vez mayor debilidad del líder popular, Pablo Casado, tras la pugna con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y el resto de barones del partido –que llevan días pidiendo un Congreso Extraordinario que, finalmente, se convocará en la Junta Directiva Nacional del próximo martes– ha dejado a Mañueco con las manos cada vez más libres para pactar. Casado intentó vetar cualquier pacto que incluyese a Vox en el Gobierno desde el momento en que se conoció el resultado electoral y Mañueco se plegó a esa exigencia sin rechistar. Pero el desmoronamiento del liderazgo de la persona que representa el principal obstáculo para este acuerdo puede facilitar que las negociaciones fluyan y que el PP acabe cediendo.
La sombra de la repetición electoral acecha a Mañueco
Mañueco es consciente de que una repetición electoral, que sería inevitable si no acepta a miembros de Vox en su nuevo Ejecutivo, penalizaría a su partido en un doble sentido. Por un lado, el PP sería visto como el culpable de esta nueva convocatoria de elecciones ya que hubiera sido su negativa a otorgar a Vox lo que otorgó a Ciudadanos con menos representación en las elecciones de 2019 lo que hubiera conducido a la repetición electoral. Por el otro, la desafección e indignación generalizadas -y reconocidas por el propio Mañueco- entre los votantes y militantes del PP debido a la crisis interna podría atraer más votos a Vox y conducir a otros a la abstención, lo que supondría un descenso en representación para el PP. Quedaría por ver si esta caída sería más o menos pronunciada.
La sombra de la repetición electoral en un momento tan crítico para el PP sería totalmente contraproducente para los intereses de Mañueco. El presidente en funciones sabe que la única opción de evitar esta convocatoria, una vez descartada la abstención del PSOE tras la ruptura del lunes, es hacer las cábalas suficientes para integrar a miembros de Vox en el Ejecutivo pero intentando a su vez ceder lo mínimo en cuestiones programáticas para evitar que los de Abascal les roben protagonismo en ese futuro Gobierno. La reunión de este miércoles despejará muchas de las dudas que existen y las conclusiones que de ella se extraigan indicarán si la repetición de elecciones está más cerca o más lejos.
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