San Pedro Regalado fue un monje franciscano que nació en una vivienda de la calle Platerías de la capital vallisoletana en el año 1390, y que recibió bautismo en la iglesia de El Salvador. En la fachada de la casa donde San Pedro nació, en la actualidad puede contemplarse en una placa, que fue colocada en el año 1897: "San Pedro Regalado, este gran santo honra de la católica España y gloria de Valladolid, nació aquí el año 1390. Murió en la paz del Señor el día 30 de marzo de 1456. Sigamos su ejemplo imitando sus virtudes".
San Pedro tomó el hábito en el convento de San Francisco a la temprana edad de 13 años y, posteriormente, fundaría los eremitorios de El Abrojo y de La Aguilera. Después, pasó a formar parte de la reforma del Padre Villacreces, que nunca fue aceptada por los franciscanos, al obligar a cumplir unas normas tan estrictas que condujeron a que prácticamente todos sus seguidores terminasen falleciendo de inanición. Su obra y sus milagros fueron alcanzando una popularidad de tal calibre que otros conventos no tardaron en unirse a su reforma.
La leyenda milagrosa de San Pedro Regalado estuvo protagonizada por varios hitos vitales que quedaron grabados en fuego en los anales de la historia. Entre sus milagros, destacan el de cruzar el río Riaza usando como barca su capa y el de, una vez fallecido, haberse levantado del sepulcro para dar limosna a una persona necesitada.
Otro de los milagros más relevantes tuvo lugar durante la fiesta de la Anunciación de la Virgen María, celebrada el 25 de marzo de 1450. San Pedro Regalado se encontraba rezando en el convento de El Abrojo y su intensa devoción hacia la Virgen le condujo querer venerarla en la iglesia de La Aguilera. Finalmente, lo conseguiría gracias a la ayuda de los ángeles, que le transportaron hasta la iglesia y, posteriormente, le devolvieron al convento sin que los frailes notasen su ausencia.
Años después, cuando Isabel la Católica mandó cortar una mano del cadáver de San Pedro Regalado para obtener una reliquia, se dice que la sangre brotó tan abundantemente que empapó una gran cantidad de toallas y de pañuelos que terminaron siendo valorados como reliquias de valor incalculable. San Pedro llevó una vida austera, se dedicó al silencio y a la oración, y se entregó a ayudar a las personas más necesitadas, lo que le valió el cariño de la población de la ciudad en la época.
Canonización y patrón de los toreros
San Pedro falleció el 30 de marzo de 1456 en la localidad burgalesa de La Aguilera. La reliquia que se ubicaba en el convento de El Abrojo fue trasladada a Valladolid y fue colocada en la iglesia de San Juan de Letrán. Los vallisoletanos, en ese momento, fueron a buscarla en procesión y la colocaron en la iglesia de El Salvador.
El legendario monje fue canonizado el 11 de junio de 1746 por el papa Benedicto XIV y recibió ese mismo año el título de patrón de Valladolid por la devoción que generaban sus milagros y por la labor social que había llevado a cabo con las personas más necesitadas. La primera vez que se celebró la fiesta de San Pedro Regalado en Valladolid fue el 13 de mayo de 1748, hace ahora 275 años, y, actualmente, San Pedro da nombre a un barrio de la capital vallisoletana ubicado junto al cementerio.
San Pedro es, además, el patrón de los toreros, debido a lo espectacular de uno de sus milagros. Se cuenta que un día salió el monje del convento de El Abrojo en dirección a Valladolid y, durante el trayecto, le salió al paso un toro bravo que se había escapado de una lidia cercana.
Los ruegos del Santo consiguieron amansar al animal, que se arrodilló sumiso ante él. San Pedro entonces le retiró los hierros, le dio su bendición y le mandó partir sin que provocase daños de ningún tipo. Por este milagro, San Pedro fue nombrado patrón de los toreros en el año 1951 y al año siguiente el Ayuntamiento de Valladolid inauguró un trofeo taurino que lleva su nombre y que se considera el más antiguo de España.