El escritor irlandés John Banville durante su participación en la 55 Feria del Libro de Valladolid, este domingo.

El escritor irlandés John Banville durante su participación en la 55 Feria del Libro de Valladolid, este domingo. ICAL

Valladolid

Banville anuncia en Valladolid que ‘Las singularidades’ será su última novela

El escritor irlandés defiende en la Feria del Libro que “el arte no es un artículo de consumo”

5 junio, 2022 18:59

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Magnético, como su envolvente prosa, el escritor irlandés John Banville (Wexford, 1945) visitó en la tarde de hoy la 55 Feria del Libro de Valladolid para participar en un encuentro con Rubén Abella, enmarcado en las actividades con Irlanda como País Invitado de esta edición. En un encuentro previo con la prensa, el autor de obras hipnóticas como ‘El mar’ (2005) o ‘El libro de las pruebas’ (1989) explicó que el próximo mes de octubre verá la luz la edición en inglés de ‘Las singularidades’, su nueva novela, que llegará traducida a las librerías españolas poco después, “en enero o febrero” del próximo año, según informa Ical. “He pasado seis años escribiéndolo y será mi último libro en ese formato”, anunció.

Conocido por ser capaz de impregnar a sus libros un estilo único, milimétricamente cuidado, Banville reconoció que no se ve capaz de embarcarse en el futuro en otra novela: “Me llevaría demasiado tiempo, lo he debido revisar como unas veinte veces y cada vez que lo hacía me parecía que empeoraba. No podría repetir este proceso”, sentenció antes de recordar el viejo dicho: “Las novelas nunca se terminan, se abandonan”.

En declaraciones recogidas por Ical, tras bromear sobre el gancho comercial título de esa próxima obra (“es muy atractivo, creo que se puede hundir como una piedra”, señaló mordaz), adelantó que ‘Las singularidades’ “es un libro maravilloso, lleno de diversión, de vida, de escapismo y de evasión”, si bien aclaró que “el lector tendrá que poner también de su parte y trabajarlo un poco, pero todo lo que merece la pena en la vida requiere esfuerzo”.

Banville, ausente con novedades en las librerías de todo el mundo desde que en 2017 publicó ‘La señora Osmond’ (su lúcido acercamiento a ‘Retrato de una dama’, de Henry James, al modo de una atrevida secuela), podría así dejar atrás una senda que inició hace más de un siglo, cuando publicó en 1971 su primera novela, ‘Nightspawn’, inédita en castellano. Sí ha sido mucho más prolífico como Benjamin Black, el pseudónimo que adoptó a partir de 2006 (cuando publicó ‘El secreto de Christine’) para divertirse y dar rienda suelta a su gusto por la novela negra con una serie protagonizada por Quirke, un médico forense muy peculiar, cuya última entrega fue el pasado año ‘Quirke en San Sebastián’ (‘April in Spain’ en su título original).

La escritura como vida

En Valladolid, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014 recordó sus inicios como escritor, que se remontan a sus tiernos doce años de edad, cuando devoró ‘Dublineses’, el único libro de cuentos que publicó su paisano James Joyce. “Es curioso que haya sido el único escritor que descubrió su vocación leyendo ese libro”, deslizó socarrón. Según contó, tras disfrutarlo comenzó a escribir “imitaciones horribles” de aquellos cuentos que tanto le habían impactado, hasta que un día le dio forma a “un relato corto que parecía que no era mío”. “Ese momento me marcó, y me transmitió la sensación de sentirme escritor por primera vez. Ahí me liberé”, señaló.

Aquel cuento iniciático era ‘Long Lankin’ (inédito en castellano hasta la fecha), y marcó el comienzo de un camino, “no de huida de la propia existencia, sino hacia la propia vida”. “Cuando la gente habla de la capacidad de la literatura para permitir que nos evadamos de nuestra existencia, se equivoca. El arte nos lleva hacia nuestra propia vida, nos da más de ella, no menos”, subrayó.

Para Banville, “el arte no es un artículo de consumo, ni tampoco pretende impartir lecciones de moral, de ética o de política; su función es intensificar nuestra propia experiencia de la vida y nuestra extrañeza ante la existencia”. Cuestionado sobre el impacto de la cultura en la sociedad actual frente al peso que tenía cuando él comenzó a escribir, el autor de ‘Imposturas’ (2003) señaló que “probablemente nadie se va a interesar en lo que escribo yo en estos tiempos, y si lo que uno escribe no es relevante, pasa a ser irrelevante”.

Libros que iluminan

Ironías al margen, Banville destacó que “siempre hay lectores”. “Escribimos novelas y libros, los metemos dentro de una novela, los lanzamos al mar, y en algún caso, alguien en apuros en una isla desierta los recibe, y es posible que le iluminen”. Al respecto, recordó una anécdota que vivió su difunta mujer cuando una cajera de Mark & Spencer le cogió la tarjeta de crédito para cobrarle y le preguntó si tenía algún parentesco con el escritor. “Al decirle que sí, le dijo que ‘El mar’ era lo más bonito que jamás había leído. Me podrían haber escrito decenas de reseñas entusiastas en prensa especializada y no hubieran significado tanto para mí como aquellas palabras. El verdadero arte no se hace para el crítico, para los académicos ni para los intelectuales, sino para la gente corriente, aunque es cierto que sería difícil decir quién es la gente corriente”, argumentó.

Banville, que confesó entristecerse al ver cómo “la gente joven está sometida a una especie de disciplina, a ciertas formas de pensamiento cuadriculado”, reconoció que, en su caso, nunca le gusta instalarse en “ideas fijas”, sino “pensar que mañana podría pensar de una forma totalmente diferente a la de hoy”.

Respecto al trabajo del creador, explicó que una de las dificultades de ejercer cualquier disciplina artística es que los autores viven “en un estado de aislamiento”. “Durante los dos años de confinamiento el mundo se acalló, se quedó mudo, una experiencia que viene a ser nuestro día a día, porque normalmente yo vivo encerrado en mi habitación con mi trabajo, viviendo al mismo tiempo una vida espectacular, gloriosa, gracias a la imaginación. La imaginación es la facultad más grande que poseemos, construimos la vida cultivando la imaginación. Ese sería mi manifiesto”, concluyó antes de rematar: “El arte es un negocio muy serio. No es entretenimiento, es el negocio de la propia vida”.