Valladolid y sus calles guardan muchos secretos. Adentrarse en pleno centro de la ciudad puede resultar sorprendente y es que uno de los lugares más llamativos está en pleno corazón de Pucela.
¿Alguna vez hubieras imaginado que pudiera existir un espacio en mitad de la ciudad rodeado de naturaleza y especies animales? Seguramente no, pero lo cierto es que está en Valladolid. Se trata del conocido ‘Campo Grande’, que reúne a miles de turistas y habitantes cada día por todos sus rincones.
En primera instancia se conocía como “Campo de la Verdad”, creado a finales del siglo XVIII. Es, sin duda, el encargado de ofrecer una zona repleta de vegetación, con más de once hectáreas de terreno llenas de 250 especies vegetales, según confirma Ángel Asensio, director de Parques y Jardines. Además, tiene 40 especies animales y proporciona una gran tranquilidad por su recorrido. La forma de este espacio es triangular y limita con la Calle de la Acera Recoletos, el Paseo de los Filipinos y el Paseo de Zorrilla.
Algunas de las zonas más llamativas son: el estanque y la cascada. Dos obras creadas por Ramón Oliva. La proyección que tenía era intentar figurar unas islas y montaña artificial imitando a una gruta que caía de la cascada. No solo esto es lo característico, sino que este pequeño estanque ofrece una ruta para niños y acompañantes en barca donde, mientras se realiza el recorrido, vas conociendo todos los secretos que albergan en este lugar.
Escondidas dentro del entramado que recorre este parque, se ubican una serie de esculturas en homenaje a personajes ilustres y unas pequeñas edificaciones. Entre ellas están presentes los habitáculos para las aves que viven allí, casetas de servicios y una biblioteca moderna que se encuentra activa para el uso de cualquier persona.
Todo este conjunto requiere un mantenimiento especial y minucioso. Es por ello que el director de Parques confiesa a este medio que la limpieza del Campo Grande "tiene una limpieza integral los 365 días al año. No descansa”.
Los dueños del Campo Grande
Los verdaderos reyes del lugar son los animales. Ellos son los seres más emblemáticos del lugar. Proporcionan vida al ambiente y llenan todos los rincones del parque. Se pueden encontrar diferentes tipos de especies. Lo que más abunda son las aves, más concretamente la familia ánades, pero no cabe duda de que los verdaderos dueños del recinto son las ardillas y pavos reales. Estos son más especiales que el resto.
Los pavos reales aparecieron en 1930 como regalo de una pareja y desde entonces forman el mejor paisaje posible. Pasean por todos los rincones ante la mirada curiosa de los viandantes. Asensio asegura que son “un poco ariscos” y les cuesta más mantener relación con los humanos, ya que se trata de una especie “independiente”.
Perfectamente adaptadas al contacto humano están las ardillas, grandes protagonistas en el lugar. Fue el último ejemplar que se introdujo en 1995. Tuvieron un periodo de aclimatación al entorno, ayudados por los trabajadores, que les ponían nueces y mediante diferentes técnicas consiguieron que se sintieran cómodas. El director de Parques confirma que: “Han vivido independientes del humano hasta hace cuatro años, de un tiempo para aquí se han domesticado. El hecho de que las personas les den comida provoca que hayan perdido el miedo a relacionarse y ahora es muy fácil verlas cuando caminas por allí”.
El caso de las ánades es un poco más “complejo”. Necesitan un mayor periodo de adaptación y no todas consiguen habituarse al entorno. Muchas de ellas terminan marchándose porque consideran que no es hábitat natural. Esta razón, tal y como explica Asensio, es lo que provoca que sea difícil meter nuevas especies. Una de las que intentaron introducir fue el cisne, pero no ha terminado de aclimatarse.
Curiosidades del Campo Grande
Algunos afortunados habrán podido visitar hace muchos años la famosa cueva que alberga el Campo Grande. En 1880 Valladolid recibió estalactitas y estalagmitas de Atapuerca para formar un lugar perfecto, disponible para que todos los turistas y habitantes de la ciudad lo pudieran visitar.
La cueva, que tanto llamaba la atención de los que por allí pasaban, llegó incluso a tener un bar en su interior, confiesa Asensio. Esta, tristemente, tuvo que cerrar por riesgo de desprendimiento. Ahora, uno de los grandes objetivos que tienen es poder reabrirla y que todo el mundo disfrute de esta experiencia que el parque les ofrece.
Quizá otra de las grandes curiosidades que mucha gente desconozca es que en los años 80 había un par de ciervos que, finalmente, tuvieron que llevárselos porque no se adecuaban al espacio disponible.
Además, el director de Parques ha confirmado que están en contacto con una universidad de Madrid que está especialmente interesada por las técnicas que se llevaron a cabo para aclimatar a las ardillas al Campo Grande y al contacto con los humanos. Probablemente, en un tiempo, tendremos disponibles a alguna de nuestras compañeras del parque en la capital española.