El Juzgado de Instrucción número 5 de Valladolid ha dictado una resolución con la que ordena el sobreseimiento provisional de la causa contra dos vigilantes de seguridad del centro de menores Zambrana de Valladolid por la muerte de un adolescente tunecino de 14 años el pasado 3 de marzo, y descarta que se tratara de un homicidio por imprudencia.
El menor falleció tras ser reducido por el personal de seguridad con "medidas de contención por conductas disrruptivas", según detalló en su día Isabel Blanco, consejera de Familia de la Junta de Castilla y León, y a pesar de varios intentos de reanimación por parte del Servicio de Emergencias 112.
El procedimiento judicial que se inició a raíz del fallecimiento del menor concluye que de las diligencias de investigación practicadas se estima que no ha resultado debidamente acreditado que el fallecimiento del menor se produjera como consecuencia de un comportamiento negligente de los dos vigilantes de seguridad investigados. La resolución señala que estos trabajadores procedieron a su reducción e inmovilización cuando protagonizaba un comportamiento violento en el centro de menores en el que se encontraba ingresado desde el día 25 de enero de 2022, "debido a conductas disruptivas, amenazas a sus compañeros y personal
educativo, así como por incitar a fugas", ratificando el Juzgado de 1ª Instancia nº 10, de Valladolid, la medida de ingreso de carácter educativo del menor, en el Área de Socialización del citado Centro, por tiempo de tres meses.
Corte de mangas, insultos y varios intentos de agresión
Según detalla el auto, el menor protagonizó varios actos de carácter violento,en concreto, sobre las 20:00 horas, le arrancó la mascarilla a otro menor interno, cuando estaban en el salón-comedor, por lo que le aplicaron una medida educativa consistente en que se quedara en su habitación, sin que la aceptara de buen grado ya que gritó al educador, se negó a subir a su habitación, de forma reiterada, teniendo que avisar a Seguridad, cumpliendo con los protocolos del Centro y cuando otro educador intentó llamar por teléfono, el menor le hizo un "corte de mangas", se abalanzó contra él, con una mano levantada y con el puño cerrado, siendo interceptado por otro educador, impidiendo la agresión, por lo que se le ordenó que subiera a su habitación, lo que hizo no sin antes dirigirle varios insultos al educador del tenor de "hijo de puta" y "maricón."
Sobre las 21:00 horas, los menores bajaron de sus habitaciones, haciéndolo en último lugar el menor fallecido, mientras los dos investigados a la puerta del salón- comedor, porque habían sido alertados por el equipo educativo del mal comportamiento. El equipo educativo había adoptado medidas educativas de privación de ocio que consistían en la prohibición de disfrutar de la televisión durante el día siguiente y el descuento de dos euros de propina, según las normas del centro y al serle notificadas, el menor se alteró, por lo que el educador le dijo que subiera con la cena a su habitación, negándose a ello, haciendo muecas y guiñando un ojo de forma reiterada, y al comunicarle que se le aplicaría otra medida educativa, el menor tiró la bandeja de la cena sobre el mostrador que le separaba del educador y se abalanzó contra él de forma agresiva, por lo que los dos vigilantes entraron en el comedor con el objeto de detener la acción agresiva del menor ya que estaba rodeando el citado mostrador con intención de agredir al educador, oponiendo el menor gran resistencia.
Así redujeron al menor
Según los dos investigados (ratificado por las testificales de los educadores), en un primer momento contuvieron al menor empleando solo la fuerza de sus manos, pero al resistirse de forma enérgica, tuvieron que inmovilizarle en el suelo, boca abajo, uno sujetándole las piernas con las suyas y las dos manos, como si estuviera engrilletado y el otro, sujetándole la cabeza con una mano y el brazo derecho bajo su cuello para impedir que se golpeara contra el suelo y que le golpeara, mientras los educadores le decían que se calmara y que dejara de forcejear para que le pudieran soltar, sin embargo el menor no abandonó su actitud sino que empeoró y se llegó a soltar de las manos, hasta en dos ocasiones, gritando expresiones en árabe.
Uno de los trabajadores de seguridad logró sujetarle nuevamente las manos y le puso los grilletes en tanto se tranquilizaba, permaneciendo en esa posición unos 14 minutos, hasta que el educador solicitó que le retiraran la sujeción mecánica, quedando el menor boca abajo en el suelo con la contención mínima que empleó el otro trabajador investigado, manteniendo la mano en la espalda del menor.
Cuando los educadores intentaron hablar con el menor, al ver que no respondía, lo colocaron en posición de seguridad lateral, observando que respiraba, y llamaron al Servicio del 112. Se encontraba en parada cardiorrespiratoria y pese a las maniobras de reanimación falleció.
Muerte natural como consecuencia de un "delirio agitado"
El juzgado descarta la muerte dolosa, para lo que es fundamental el informe de autopsia que realizaron los médicos forenses, que es “tajante” en este sentido: los hallazgos descartan la hipótesis de la asfixia, ya que no había signos traumáticos de una oclusión externa de los orificios respiratorios, es decir, no se le tapó la boca y la nariz impidiéndole respirar con normalidad y no había signos traumáticos de que se hubiera producido una compresión del cuello, de tipo estrangulación o ahorcadura.
En cambio, concluye que la causa fundamental de la muerte se produjo por un "delirio agitado" durante la contención mecánica, ya que el menor sufrió un ataque de ira, a la que era propenso, y la contención le impidió liberar la ira o agitación, con liberación de adrenalina que le provocó una parada cardiaca, de tal forma que la muerte se produjo durante la contención, pero no como causa de la misma, situación que "ni era previsible, ni era evitable, tratándose, por tanto, de una muerte natural, aunque en el informe forense se hable de muerte violenta como consecuencia de la ira desplegada por el menor en el momento de la reducción".
Llegó de Suiza e inició un largo periplo por centros de menores
El adolescente había llegado a España desde Suiza en tren donde había sido sometido poco antes "una operación quirúrgica abdominal". Tras su llegada a España, el joven pasó por varios centros de menores, y el pasado 29 de noviembre ingresó en la Residencia Juvenil José Montero de Valladolid. Posteriormente, fue trasladado a un centro de menores de Zamora y, finalmente, tras mostrar "múltiples conductas disrruptivas" en ese centro se aprobó su traslado al área para menores con conductas graves del Centro Zambrana de Valladolid, en el que ingresó el 25 de enero de este año. Esta decisión fue ratificada para un periodo de tres meses "por el juzgado correspondiente".