El pasado 28 de junio, Día del Orgullo, el inmunólogo madrileño Alfredo Corell, ´se sinceraba con EL ESPAÑOL de Castilla y León para sacar su lado más humano, el menos profesional, después de dos años de pandemia en los que su popularidad ha crecido como la espuma por la aparición en diversos medios de comunicación explicando la evolución de la pandemia.
Corell anunciaba a este periódico que trasladaba su actividad de la Universidad de Valladolid a la de Sevilla. Ejercerá como catedrático de Inmunología en la Universidad de Sevilla y será, a la vez, facultativo especialista en el hospital andaluz Virgen del Rocío.
“Continuaré como catedrático en la UVa hasta que los trámites burocráticos fructifiquen y firme la toma de posesión como catedrático en Sevilla. Dejo una colaboración de investigación con la universidad por lo que seguiré trabajando con todo el Equipo de Gobierno de la UVa, con los que mantendré una relación intensa porque son amigos”, aseguraba el inmunólogo en declaraciones a este periódico hace apenas un mes.
Alfredo Corell se abría a “establecer algún puente académico” y “alguna colaboración entre Valladolid y Sevilla”. “Si se puede, lo haremos”, aseguraba en esa entrevista y añadía que “tenía el corazón partido” pero también “la necesidad de un cambio fuerte en su vida”. “Organizo una fiesta de despedida para irme por todo lo alto, feliz y no con pena”, afirmaba.
Una fiesta que se produjo el viernes, 1 de julio. Una, como él mismo calificó, “fiestuqui de hasta pronto” que tuvo lugar en el Museo Patio Herreriano de Valladolid con charlas, abrazos y un cocktail que fue servido por Emilio, del Suite 22, campeón de campeones con la tapa como protagonista que consiguió proclamarse ganador en el Concurso Nacional de Pinchos de hace un par de años y que se desarrolló en Valladolid.
“Un reto”, confesaba el inmunólogo, tras 23 años en la institución académica vallisoletana en la que ha habido momentos buenos y otros no tan buenos como cuando, en el año 2018, se encontró en la Facultad de Medicina aquel cartel que decía: “Corell, maricón y socialista”.
“Fue una situación de acoso. Hubo un silencio culpable por parte de muchos agentes de la universidad. Yo me enteré mucho después. De madrugada llenaban el suelo de octavillas que ponían: “Corell, maricón y socialista”. La primera vez parece que eran miles de papeles que iban desde el suelo, desde donde salía el ascensor, hasta la puerta de mi despacho. El que lo hizo pretendía que yo lo viera. También en los corchos y en los tablones del departamento”, nos explicaba. Tras denunciarlo ante la policía, nunca se ha sabido quién fue el autor de estos hechos. “Ni se ha sabido, ni se sabrá”, añade.
Corell ha sido premio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Recibió en 2021 el primer premio CSIC-Fundación BBVA a la Comunicación Científica y fue seleccionado por la lista Forbes como uno de los 100 españoles más creativos del mundo empresarial.
La Universidad de Valladolid pierde un excelente profesional y mejor persona con la marcha del inmunólogo.