A punto de arrancar la feria taurina de Valladolid, conversamos con el doctor Luis María Merino, burgalés de Aranda de Duero (1982), quién estrenó su nuevo cargo como cirujano jefe de la plaza de toros de Valladolid el pasado mes de mayo, en la miniferia de San Pedro Regalado, tras relevar al doctor Antonio María Mateo, con 50 años de bagaje como cirujano taurino. Merino Ejerce Cirugía General y de Digestivo en el Clínico vallisoletano, y lleva en el equipo del coso del Paseo de Zorrilla desde 2014.
P.- ¿Hace falta ser aficionado para ejercer la cirugía taurina?
R.- Desde luego que no es necesario para ejercer estrictamente, pero dadas las peculiaridades de nuestras condiciones laborales (honorarios muy muy bajos, horarios intempestivos como los de encierros matutinos o nocturnos y la propia idiosincrasia de nuestro trabajo) la afición se convierte en algo prácticamente imprescindible. Además, el presenciar los accidentes, es un arma verdaderamente útil a la hora de atender a nuestros heridos y eso solo se hace lógicamente cuando afición.
El doctor Merino hizo sus pinitos en la escuela taurina de Aranda
P.- ¿Desde cuándo la afición?
R.- Desde pequeño, mis padres me llevaban a los toros en Aranda de Duero, mi ciudad natal y dónde, por cierto, este año no se van a celebrar corridas de toros. Espero que todo el problema con la plaza se solucione pronto.
Algún día me pasé por la escuela de tauromaquia que hubo unos años en Aranda, de donde salió, entre otros, Morenito de Aranda, sin embargo, enseguida me di cuenta de que mi sitio estaba en el burladero. Creo que lo de torear no se me da demasiado bien -nos comenta entre risas-. Mi “afición” por la medicina la tengo desde muy muy pequeño, así que en seguida sentí la necesidad de unir ambas pasiones.
P.- ¿Cómo asume la responsabilidad de cirujano jefe en una plaza de la importancia de Valladolid?
R.- Francamente no soy “jefe”, que no mando a nadie -nos dice entre risas-. Soy simplemente el responsable u organizador de un gran equipo en el que además de estar rodeado de excelentes profesionales, estoy rodeado de amigos.
Más allá de eso lo asumo, por un lado, muy emocionado. Es prácticamente un sueño ejercer este puesto en una plaza de esta categoría de la que además es mi ciudad de adopción y donde ya llevo más de la mitad de mi vida viviendo. Por otro, con eso: con gran responsabilidad. La responsabilidad de ejercer esta maravillosa labor y de intentar hacerlo bien, dotando a la plaza de los mejores profesionales y los mejores medios, con los principios de ética y responsabilidad por bandera.
P.- ¿Le ha servido tener un buen maestro como el Dr. Mateo en estos ocho años?
R.- ¡Por supuesto! El doctor Mateo es un gran cirujano y con una amplia experiencia en la asistencia sanitaria en festejos taurinos. De su mano, y de la del doctor Rabadán, que en paz descanse, comencé a acudir a los congresos de cirugía taurina donde juntos hemos conseguido varios premios. Los dos han sido mis mentores en esta faceta profesional. Igualmente, el doctor Nabil lo ha sido en el campo de los festejos Taurinos populares.
P.- ¿Está bien dotada la enfermería de la plaza de toros de Valladolid?
R.- absolutamente. Por un lado, contamos con un equipo humano de la mayor calidad. El equipo está formado por un anestesista con una dilatadísima experiencia, un traumatólogo, cirujano vascular y cirujano general (un servidor). Por supuesto, un enfermero y un mozo de enfermería (celador). Somos un equipo renovado, pero con una amplia experiencia y por supuesto, un equipo muy completo.
Las instalaciones de la enfermería igualmente cuentan con todo lo necesario para afrontar una situación de emergencia y realizar casi cualquier cirugía que sea necesaria. Desde luego, que siempre hay cosas que se pueden mejorar, pero no podemos quejarnos. Ojalá en todas las plazas se dispusiera de los medios materiales y personales de los que disponemos aquí. Desgraciadamente, en la mayoría de los pueblos esto no ocurre.
P.- ¿Ha ejercitado en pueblos con festejos populares?
R.- Sí. Empecé a trabajar en los pueblos hace 12 años y desde entonces he actuado en más de 600 festejos taurinos populares. Desde mi punto de vista, esta es la auténtica realidad de los festejos taurinos en España, ya que suponen el 95% del total (las corridas de toros solo suponen el 5%). Allí, las condiciones de atención son mucho más hostiles, siempre con menos medios y en un ambiente menos propicio para hacer un buen trabajo. También los pacientes son diferentes: no son profesionales, no tienen las cualidades físicas de los toreros y en muchas ocasiones se encuentran bajo los efectos del alcohol.
P.- ¿Se ha encontrado ante situaciones límites durante este tiempo?
R.- por supuesto. No en vano en estos festejos es más fácil encontrar grandes lesionados que en los festejos taurinos formales. Me he encontrado de todo. Varias situaciones en las que ha sido necesaria la realización de cirugías emergentes, cirugías de control de daños para salvar la vida al paciente.
P.- ¿Y las condiciones en esas enfermerías cómo son?
R.- En general, muy malas. Lamentables. El reglamento solo exige para la mayor parte de festejos la presencia de dos médicos generales y una enfermera. Ni siquiera exige una UVI móvil; solamente dos ambulancias no asistenciales. Con ejemplos como la cornada de Diosleguarde, se ha demostrado que muchos pacientes no sobreviven si no se dispone de cirujano y anestesista en el lugar del percance. Desgraciadamente, hay situaciones en las que dos médicos generales, no pueden hacer nada por salvar a estos pacientes y que solo una intervención quirúrgica de emergencia podría ofrecerles una oportunidad.
En esta línea, este año he comenzado con mi equipo a asistir festejos taurinos dotándolos de todo lo que yo considero necesario para esta atención: cirujano, anestesista y enfermera, un quirófano y una UVI móvil, todo ello muy por encima de lo que exige el reglamento. Éste es un servicio lógicamente más caro, pero algunos ayuntamientos han entendido la importancia de una asistencia sanitaria de calidad y han contratado nuestros servicios, como los de Cantalejo, Carbonero el Mayor o Carbajales De Alba.
Sin embargo, queda mucho trabajo por delante. Es necesario que los organizadores entiendan que tienen que invertir recursos para contratar equipos médicos completos y bien formados, ya que son las vidas de sus ciudadanos las que están en juego.
P.- ¿Cómo se ven los toros desde el burladero de médicos?
R.- Es emocionante. Desde allí escuchas a los toreros o a sus apoderados y se aprende mucho. Además, hay algo vital: el ver de cerca la cogida te permite hacerte una idea de las lesiones que puede presentar el herido e igualmente ir planeando su tratamiento en los segundos que tenemos hasta que llega a la enfermería.
P.- Valore la actitud de la doctora Marta Pérez y su equipo, respecto al percance de Cuéllar con el diestro Diosleguarde.
R.- Impecable. Ella ha practicado unas medidas que se llaman “cirugía de control de daños”. Es un término de origen militar naval que consiste en aplicar unas maniobras quirúrgicas muy básicas que tienen como objetivo salvar la vida del herido para, en un segundo tiempo, derivarlo a otro centro donde se practique una cirugía definitiva.
En este caso Marta ligó un vaso que, de no haber sido así, indefectiblemente se habría cobrado la vida del torero en muy pocos minutos. Una decisión muy acertada y una maniobra difícil ya que, en estos casos, rodeados de tensión y de caos, a veces no es fácil “acertar”.
Le ha salvado la vida y ha dejado patente la necesidad de cirujanos y anestesistas en los festejos taurinos. Cualquier herido con esta lesión en un festejo popular, atendido solamente con las exigencias del reglamento, habría fallecido sin ningún género de dudas (de hecho, hay varios ejemplos recientes y en pueblos muy cercanos a Valladolid).
Pues bienvenido al doctor Merino a la jefatura del coso y que no haya percances. Y si los hay que salgan bien librados. Estamos seguros de que, con el equipo médico que tiene el coso vallisoletano, los diestros pueden sentirse protegidos por estos “ángeles de los toreros”. Suerte, doctor.
Muchísimas gracias. Desde luego que la mejor suerte para todos es que no tengamos que trabajar.