Arruza había llegado a Portugal sin ánimo de torear, pretendía pasar un tiempo de relax y, fundamentalmente, pasar a España, e incluso se había llevado su flamante cochazo americano 'Lincoln'.
Apenas era conocido, tanto en Portugal como en España. Pero el empresario de Lisboa insistió para que debutase en su coso, a lo que Arruza se negó una y otra vez. Hasta que, harto de tanta insistencia por parte del gestor del coso lisboeta, Arruza le pidió a este 50.000 escudos por corrida. Y el empresario aceptó…
“Tras esas dos corridas en Lisboa se arregló su visado español y se trasladó a Madrid a reunirse con su madre, pero sin dejar de recibir ofertas para torear en Portugal y en Francia. En Madrid se encontraba ya Antonio Algara, empresario de El Toreo, intentando resolver la interrupción de relaciones taurinas entre España y México. En el fondo de todo ello estaba el deseo -orden- del zar de la fiesta en México, Maximino Ávila Camacho, para que Manolete pudiera vestir de luces en México”.
“Las Corridas de la concordia”
“Convencidos los de allá de lo mucho que habían perdido por el llamado “boicot del miedo”, aceptaron y, entonces, para celebrar el arreglo, se pensó en organizar “Las corridas de la concordia”: una en México y la otra en Madrid, con matadores de altos rumbos. Para hacerlo en Madrid, se pensó en Fermín Rivera, sólo que estaba impedido de hacerlo, ya que estando en Portugal no había arreglado la documentación para pasar a España, así que no había más opción que Carlos Arruza, que era casi desconocido en España…"
La confirmación en Las Ventas
“Es así que se anuncia para el 18 de julio de 1944 un festejo en el que se lidiarían toros salmantinos de Vicente Muriel para Antonio Bienvenida, Emiliano de la Casa “Morenito de Talavera” y la presentación en Madrid y confirmación de alternativa del torero mexicano Carlos Arruza”. Sigue narrando Bitar:
“Confirmando en Madrid el 18 de julio de 1944, con Antonio Bienvenida como padrino. Fue el primero de los toreros mexicanos que actuaron en España al derogarse la prohibición dictada como represalia por el apoyo que México prestaba a los exiliados republicanos de la Guerra Civil española. En México lo haría Cagancho en nombre de España y sus toreros”.
"En tanto, Andrés Gago (apoderado de Arruza), que de toros sabía un rato largo, consiguió que la estupenda cuadrilla de Pepe Luis Vázquez saliera con Arruza, ya que el sevillano estaba convaleciente de una fractura de clavícula, y cuando parecía que los nervios se iban calmando, no faltó quienes fueran a decirle a Carlos que un grupo de matadores, inconformes con lo del arreglo, se le iban a tirar al ruedo en bola para tundirlo a palos, que otros irían a la plaza a reventarlo de continuo y, cómo decimos en México, para acabarla de amolar, no tenía traje para torear... “.
Y sin traje de luces para la corrida de la Concordia
“El teléfono del sastre Ripollés no cesaba de sonar solicitando el vestido de Arruza. Y este respondía que todo estaría arreglado en su momento. Pero el traje no llegaba. Mientras, amigos del diestro mexicano le pidieron un vestido prestado a Manolete quien accedió gustoso, aunque a Arruza le sentaban fatal las medidas. Y cuando Carlos tenía puesta la taleguilla llegó el traje de Ripollés. De forma que de nuevo a desvestir al mexicano y volverlo a vestir con su traje a la medida”.
Al final de cuentas las cosas se encauzaron. Carlos Arruza sorteó todos los impedimentos para su debut en Madrid y remató el festejo con un éxito sonoro, que culminó, junto a Manolete, en una de las etapas más brillantes de la historia de la tauromaquia.
De esta forma definía el crítico de Arriba (Celestino Espinosa “R. Capdevila”) en su crónica del 19 de julio de ese 1944:
"Un rehiletero portentoso. Para Carlos Arruza pidieron la oreja ayer tarde, en el tercio de banderillas. Y por si hubiera alguno que echara la cosa a mala parte, dada la significación que llevaba la corrida en sí, conviene decir en seguida que esa petición no se hizo por hache o por be, sino por eso….Arruza, el ultramarino simbólico de la corrida de ayer tarde -a quien saludo desde aquí con la frase morisca y poética «Y la paz»- venía precedido de fama de banderillero y confirmó ese renombre a los cinco minutos de estar en la arena”.
Esa tarde de la “Corrida de la concordia”, Arruza salió catapultado como figura del toreo tras cortar dos orejas. "Don Indalecio", en La Tauromaquia en el siglo XX escribe: "Cuando vino a España en 1944, arreglado el pleito, no traía, en verdad, gran cartel mejicano. Pero al presentarse en Madrid y en Barcelona, lo hizo con tanta voluntad y alardes de valor, que levantó una auténtica polvareda, colocándose en uno de los mejores puestos de la primera fila. Carlos Arruza llegó a las masas como pocos llegaron, y el arrucismo es una innegable manifestación del gusto de los públicos modernos”.
El diestro azteca firmó en España un total de cuarenta corridas durante aquella su primera campaña fuera de su país, cantidad rara vez alcanzada por un diestro de Ultramar. El profesor Santainés, crítico catalán ya fallecido, hacía una referencia en ABC (2007) sobre Arruza cuando se presentó en Barcelona un 25 de julio tras el triunfo de Madrid, donde cortó las dos orejas, el rabo y una pata, pero no había gente en la plaza porque el cartel no era atractivo.
“Balañá, el empresario de Barcelona, -cuenta Santainés- organizó otra corrida seis días más tarde y contó con Domingo Ortega, El Andaluz y Arruza.
Apenas aparecer los carteles para la corrida que iba a celebrarse en Barcelona el 30 de julio, empezaron a formarse colas interminables en las taquillas. Un día antes se habían agotado las entradas. Es la única corrida que he presenciado desde la última fila de la andanada de sombra”.
“Se formó un clima de pasión entre los aficionados, -prosigue Santainés-
Desde Radio Barcelona con Gerardo Esteban, que era manoletista a ultranza, y desde Radio España Soler Serrano, un arrucista convencido emitía estas liras que escribiera el genial “Don Ventura”:
¿Quién al ponerse ante el toro, su ciencia y saber aguza
y luce de arte un tesoro?
¡Arruza¡
Y si su estilo esplendente, de una manera exigente
la crítica desmenuza siempre triunfa, felizmente,
el diestro Carlos Arruza.
Fuentes: (Pascual Madoz Diccionario Geográfico- Estadístico-Histórico de España 1845)). Mi vida como matador: la autobiografía de Carlos Arruza con Barnaby Conrad 1956. Enciclopedia Cossío. Rafael Dupouy Gómez (Del Toro al infinito). Al Toro México. Guillermo E. Padilla, “Historia de la Plaza El Toreo, Época de Oro”. "Diario La Jornada" (Alberto A. Bitar). "Don Indalecio", en La Tauromaquia en el siglo XX. ABC.