Doce toreros de Valladolid: Roberto Domínguez (V)
Capítulo V
10 febrero, 2023 10:37Noticias relacionadas
En el capítulo anterior tenemos referido el debut de Roberto en todos los países hispanoamericanos. Estamos a mediados de julio de 1979.
[Doce toreros de Valladolid: Roberto Domínguez (IV)]
Segunda oreja en Madrid
Los domingos taurinos de Madrid siempre ha sido igual: corridas denominadas duras para diestros de la mitad del escalafón para abajo. Los empresarios de Las Ventas, tras dejarlo fuera de San Isidro, recapacitan su postura y le ofrecen a Roberto dos corridas en pleno verano madrileño.
En ambas entran los dos marginados por la empresa: Domínguez y Robles. Toros de Bohórquez y Terrubias para la primera de las tardes con El Cali cerrando cartel. En la segunda actuación encabeza el cartel mi paisano Manuel Amador y se lidian toros de José Ortega. Nuestro personaje consigue la oreja de su segundo toro.
Es un revulsivo para Roberto y eso le facilita la entrada en la feria de San Jaime de Valencia donde obtiene una vuelta al ruedo; Santander (dos orejas). En Málaga corta una oreja a uno de los de Pablo Romero que le tocó en suerte; en Ciudad Real obtiene otro apéndice de un Miura. Finaliza agosto en Barcelona y obtiene dos vueltas al ruedo frente a un encierro de Pilar Población.
Cinco tardes torea en septiembre, dos de ellas en Valladolid con un encierro de Victorino Martín y corta una oreja, Salamanca, Albacete y Medina del Campo (cuatro orejas) completan el mes de septiembre, finalizando la temporada española con el debut en Zaragoza y toros del Conde de la Corte. Roberto obtiene una merecida vuelta al ruedo.
1979 había sido todo un reto para el torero de Valladolid: corridas duras y escaso dinero. Pero todo es práctica habitual en esta difícil profesión, por lo había que seguir esperando para continuar luchando. Finalizó la temporada con veinticuatro corridas de toros (sin duda había bajado muchísimo respecto al año anterior) y un montón de ilusiones de cara al futuro. En invierno se trasladó a tierras americanas para actuar dos tardes en la capital de Ecuador.
1980: La década prodigiosa
La década de los 80 fue para el torero de Valladolid la cara y la cruz de la moneda, pero parodiando al grupo musical fue prodigiosa en su final. Pasó de la decepción y del aburrimiento en el toreo a la ilusión, a la inquietud y al triunfo, que en definitiva es la grandeza de todas las cosas.
Pero vayamos por orden cronológico, porque aún quedan muchas "cruces" hasta llegar a los triunfos. En los inicios del año sufre otro revés al rescindir el contrato de apoderamiento con Camará. Las cosas no funcionaban bien entre ambos y Roberto nombra representante a Jesús Gil. Es un taurino que entonces estaba vinculado a la casa Chopera. “Siempre tuve claro -dice el torero- que lo que no consiguieras tú, no te lo iba a conseguir el apoderado". Es una época de declive para Roberto Domínguez que baja en el cómputo de festejos en los siguientes años, donde la temporada americana también va decayendo.
Las empresas grandes le vuelven la espalda, menos Chopera
Hacía ya tiempo que Domínguez dejó de ser un torero regionalista, sin embargo las empresas le vuelven la espalda y sigue ausente de las grandes ferias de principios de temporada (Castellón, Valencia y Sevilla). La plaza de toros de Las Ventas se normaliza con la llegada de Chopera -la etapa más brillante de Madrid junto a Livinio Stuik y posteriormente los Lozano-.
Con Chopera tiene Roberto las puertas abiertas, tanto de Madrid como las de otras plazas. "He de reconocer que Chopera siempre me apoyó, con la dureza característica, pero siempre me llamó”. Eran comentarios del torero pasado el tiempo donde mostraba su agradecimiento al empresario vasco.
Con Madrid normalizado, -repito lo de normalizado porque así lo entendió la crítica tras la marcha de Canorea, Berrocal y otros paisanos albaceteños, a los que les costó una fortuna la aventura empresarial taurina- Roberto Domínguez es incluido en San Isidro dos tardes. (Hago un inciso sobre la no inclusión de Roberto en la temporada anterior y, al parecer, no es casual lo que le ha venido ocurriendo con Canorea estos años y los posteriores. El empresario de la Maestranza nunca quiso saber nada del vallisoletano).
Las dos tardes en San Isidro fueron calificadas de excelentes por unos y de desaprovechadas por otros. Lo cierto es que "a Roberto le daban palos por todos sitios", según decía La Hoja del Lunes de Valladolid de aquel día 2 de junio de 1980. En Las Ventas comenzaba a tener fama el tendido del 8 con sus pañuelos verdes, para que el presidente de turno echase para atrás toros y más toros.
osé Luis Parra en la Hoja del Lunes de Valladolid comentaba: "En este ambiente imposible, nuestro paisano Roberto Domínguez, ha acudido, un año más, a jugársela. Su actuación en conjunto, ha estado muy por encima de lo que le hayamos visto hasta ahora”.
En otro apartado del artículo comenta: “El de Terrubias era manso. Algo que nosotros apreciamos y, por supuesto esos críticos, pero Roberto Domínguez, que no cultiva las relaciones públicas, que no vive el ambiente taurino y no... y ustedes yo me entienden, está marcado para esos críticos".
1980: Los sobres taurinos y las liquidaciones
Se refería José Luis Parra a los famosos "sobres taurinos" o fondo de reptiles que, al parecer, se entregaban a ciertos críticos. Lo decía el propio torero en una entrevista que firmaba Maribel Rodicio en El Norte de Castilla en 1983: "Mira, a mí la crítica me ha hecho mucho daño, Empezaron con que apuntaba detalles. Y los que entonces me valoraban, ahora lo ponen como defecto. Sin embargo, siguen valorando detalles de otros".
En otro pasaje de la entrevista dice sobre la crítica de Madrid: "De verdad, la crítica de Madrid me ha hecho un daño irreversible. Ni tan bien como me ponían al principio, ni tan mal como ahora, porque en los dos casos han exagerado".
A la pregunta de la periodista sobre los famosos "sobres", el torero respondió: "Te doy un dato, en las liquidaciones del 74 al 77, hay un capítulo de quinientas a seiscientas mil pesetas por temporada para "atenciones a la prensa". Yo en eso ni entraba ni salía. Era así, cosa del apoderado. Y las figuras dedicaban más. En una cifra de cuarenta millones puedes regalar uno, pero en muy poco, que es lo que cobrábamos los de segunda, seiscientas mil pesetas era un dinero. Yo he roto con eso y también me ha perjudicado”
Eran palabras de un hombre ya cuajado, lleno de sinceridad y a la vez de cierto resentimiento hacia las personas que le habían vuelto la espalda. Tras las actuaciones de Madrid torea en Zaragoza y Segovia para volver de nuevo a Madrid en las tradicionales corridas de verano. Fue una actuación muy "desvaígvgda" según las crónicas.
Luego vendrían Santander, Vitoria, Olivenza, El Espinar, Peñaranda de Bracamonte y Barcelona. En Colmenar está a punto de sufrir un accidente cuando le lanzaron un bote de cerveza. Menos mal que estaba vacío. "La dialéctica del botellazo” tituló aquella crónica Joaquín Vidal en El País. Y es que los toros de Los Eulogios salieron astifinos y el público armado…
En Palencia, Cuéllar y Medina del Campo cosechó triunfos. Aunque con reticencias y desavenencias dinerarias con Jumillano para torear en Valladolid, al final hay un arreglo y sustituye a Curro Romero en una corrida mixta junto al niño Moura a caballo y el novillero Pepe Luis Vázquez. Fue muy deslucido el festejo, pero tuvo su brillantez cuando Roberto pidió el sobrero que Navalón, en Pueblo, tituló “La corrida de la reconciliación”.
Ese año obtuvo el trofeo San Pedro Regalado por tercera vez en la segunda corrida de feria. Lera en El Norte de Castilla tituló: “No hubo delirio, pero el vallisoletano convenció a todos”. Remató la temporada en Salamanca, Nimes y Zaragoza, toreó en Quito y confirmó en la Monumental de México. Completó 22 corridas de toros. El número de actuaciones bajaba drásticamente.
1981: Confirma en la México y se inicia el declive
La temporada de 1981 la comenzó muy pronto Roberto Domínguez, mejor dicho: fue una continuidad de 1980. Había actuado en la feria de Quito y, tras pasar las navidades en Valladolid, volvió a México en pleno enero para actuar en la corrida que sería su confirmación de alternativa en la Monumental mexicana. Fue el día 1 de febrero con toros de Tequisquiapán y como compañeros de cartel estaban los mejicanos, Mariano Ramos y Marcos Ortega.
El vallisoletano cortó la única oreja de la tarde y los elogios de la prensa azteca fueron unánimes: "Roberto Domínguez conquistó Méjico". De El Norte de Castilla recogemos algunas opiniones que había recopilado José Luis Lera: "El Universal, después de dedicar unas líneas a la irreprochable forma de torear con el capote, termina diciendo "no en vano es sobrino de aquel torero Fernando Domínguez, que en 1935 en la plaza mexicana de "El Toreo", tres lances que todavía no se han olvidado "¡Aquello fue gloria pura!” citaba el crítico de El Universal.
A mediados de marzo regresa a Valladolid, Chopera le ofrece abrir la temporada en Las Ventas. Roberto acepta porque ha firmado dos tardes en San Isidro y entiende que un ofrecimiento de la Casa Chopera es interesante. También tiene ciertas ofertas de algunos apoderados e incluso exclusivas. El torero es rotundo en esa época respecto a apoderamientos: "Estoy bastante desengañado de los apoderados y mientras no surja una oferta interesante, de verdad, es decir, alguien que te asegure un buen número de corridas en plazas de categoría, prefiero seguir solo.
Fuente: Libro “Roberto a secas” (Santos García Catalán)