Manuel Pérez Trimiño ya está en Ciudad Rodrigo. Se encuentra a la espera de que arranque el Carnaval del Toro en el municipio salmantino. Lo hará el próximo viernes, 17 de febrero, y se dilatará hasta el próximo 21 del mismo mes. Por allí pasarán miles de personas deseosas de pasar un buen rato y de vivir la magia de este evento.
Seguro que a más de uno esos días le apetece un buen chocolate con churros. Para eso está ‘Manolo’ que ya ha aparcado su puesto de churros en el lugar. Junto al vallisoletano, de 63 años, que vive en la localidad de Cubillas de Santa Marta, su mujer Conchi. Inseparable. Y sus seis hijos, cuatro varones y dos mujeres.
Nuestro entrevistado suma toda la vida siendo churrero y da felicidad y placer, por poco más de siete euros, allá por donde va. Lo hace con una buena docena de churros y un delicioso chocolate que tan bien entran ahora que el frío aprieta… y de lo lindo.
Toda una vida
“Me defino como una persona trabajadora. Me gusta la caza y cuento con licencia. Sin embargo, lo que más me gusta es trabajar y llevar mi chocolate con churros a los distintos puntos de nuestra Comunidad”, asegura nuestro protagonista en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.
Su vida la ha pasado de un pueblo a otro. En las ferias y las verbenas de toda España. Ya de pequeñito seguía los pasos de sus padres que vendían en su puesto de frutos secos en el centro de Valladolid. Eran los años 70. Con 26 primaveras Manuel contrajo matrimonio con Conchi y de ahí nació, hace ya 37 años la churrería itinerante ‘Manolo Junior’.
“Empecé con un puesto chiquitito, pero ahora tengo uno muy grande. Utilizo un camión de la marca Renault para enganchar la caravana, en la que dormimos allá por donde vamos y la plataforma con nuestra churrería”, nos explica el protagonista de esta dulce historia.
Al principio recibió la inestimable ayuda de sus padres. Ahora va por Medina del Campo, por Aranda de Duero, por Viana de Cega o por Ciudad Rodrigo.
El arte del churro
Este año, Manolo y su familia también han estado en la cita motera por excelencia de toda Europa, en Pingüinos. Presumen orgullosos de una foto con el alcalde de la ciudad del Pisuerga, Óscar Puente. Burgos, Palencia, Salamanca, Zamora, Valladolid… no hay provincia de Castilla y León que se les resista.
“Vendemos churros normales, alguno con chocolate que están deliciosos, patatas fritas, buñuelos… de todo. Lo más importante es que todo es artesanal. Lo hacemos nosotros con nuestras propias manos y con todo el cariño del mundo para darle al cliente el mejor producto”, asegura satisfecho nuestro entrevistado.
A cada cita acuden con dos o tres días de antelación. Preparan el género y en el día a día elaboran cientos de churros. Se gastan 500 euros, aproximadamente en eventos como El Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo. Su idea es alcanzar los 2.000 euros de ventas, aunque todo depende del tiempo y de “las ganas que tenga la gente de comprar”.
Un futuro con esperanza
“Lo hemos pasado bastante mal durante los años de pandemia. Ahora, los nubarrones se van despejando un poco. La gente tiene ganas de fiesta, de verbenas, de toros… y esperamos que este 2023 sea un buen año, el de la recuperación total y el de la vuelta a la normalidad”, afirma nuestro entrevistado.
El negocio, hasta el momento, está saneado. Sin pérdidas. No todos pueden decir lo mismo en los tiempos que corren. Manolo ve el futuro “de manera positiva”. Lo hace rodeado de su familia y trabajando, lo que más le gusta. Eso tampoco lo pueden decir todos y así se ven las cosas de manera distinta. Más positivas.
Nuestro protagonista seguirá girando de municipio en municipio en busca de ofrecer el mejor chocolate con churros a todos los ciudadanos de Castilla y León.