"Era su vida y murió haciendo lo que le gustaba: ayudar a los demás”. Una frase que resume bien lo que fue Juan María Medina Gozalo, el misionero vallisoletano fallecido en Madagascar a causa de la Malaria en noviembre de 2021 cuando solo tenía 56 años. Ahora, año y medio después, la ONG DHEFI-Proyecto Madagascar realizará este sábado 11 de febrero, a las 6 de la tarde, “un pequeño homenaje” porque “tenemos mucho que agradecerle pues sacó un proyecto muy importante adelante”.
Una placa y un árbol plantado sellarán el recuerdo de Juan María para siempre en su tierra. Será en el paseo de la Ribera de Castilla, inmediatamente antes de pasar el Puente de Santa Teresa en un acto donde estará presente también su familia. “Ojalá vaya mucha gente porque se lo merece”, explica a este medio Marta Añíbarro Aguado, una de las fundadoras de la ONG y que ha organizado este recuerdo a la memoria del misionero. Medina Gozalo fue el encargado de dar vida al proyecto que esta ONG puso en marcha en Madagascar para ayudar a las madres jóvenes solteras.
“Si no es por él, no sale adelante”, apunta. Gracias a esta iniciativa fueron muchas las madres, en su mayoría entre 12 y 15 años y por causas obligadas, que pudieron compaginar sus estudios con el ser madre, ya que se creó un centro para su acogida y formación del ciclo de estudios, y también para que puedan recibir una formación polivalente para poder hacer frente a una vida que tempranamente se les presentó difícil.
De la mano de Bombín
Misionero en Maintirano, en la zona oeste de Madagascar, en la costa del Canal de Mozambique, este sacerdote diocesano de Valladolid llevaba años trabajando junto al obispo de esta diócesis malgache, el también vallisoletano Gustavo Bombín. “Era su pasión y cuando le dijeron que tenía que marchar hasta allí, a 8.300 kilómetros, no lo dudó”.
Medina nació en Valladolid el 21 de septiembre de 1965 y recibió la ordenación sacerdotal el 29 de septiembre de 1991. En sus comienzos trabajó en parroquias y comunidades de la archidiócesis castellano y leonesa, por ejemplo en la de Cogeces del Monte, donde guardan un gran recuerdo de su labor.
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El impulso definitivo lo recibió un verano que visitó en Zambia a Javier Guerra, sacerdote que había sido compañero de estudios. Fue una experiencia transformadora. Antes de unirse al Instituto Español de Misiones Extranjeras, el IEME. Fue con ellos cuando partió como misionero a Togo, donde se incorporó al grupo de sacerdotes españoles que trabajaba en la diócesis de Dapaong. Al regresar de Togo, entró en contacto con el misionero trinitario Gustavo Bombín, que había sido nombrado obispo de Tsiroanomandidy, en Madagascar. El nuevo obispo acogió al misionero. Cuando Mons. Gustavo Bombín fue nombrado obispo de la nueva diócesis de Maintirano, creada por el Papa Francisco en 2017, Juan María Medina le acompañó en su nueva tarea pastoral y misionera.
El convivir en países africanos tiene riesgos, “él lo sabía”. Comenzó a sentirse mal y al empeorar su estado fue trasladado en avión desde Maintirano a la capital de Madagascar, Antananarivo, con un paludismo grave que no puso superar. Sus cenizas fueron entregadas a la familia.