Estamos en los inicios de 1981 donde Roberto, tras regresar de América, arranca una temporada sin apoderado, pero con el apoyo de Chopera
[Doce toreros de Valladolid: Roberto Domínguez (V)]
1981: se inicia el declive
Las ferias de Castellón y Valencia pasan de largo para Domínguez que sigue siendo un torero esperado en Madrid, Por ello había que pensar siempre en Madrid para salir del ostracismo y del pelotón de los segundones. En ese sentido Domínguez matizaba: "Tengo que pensar sólo en Madrid como la mayoría de los toreros, salvo los que están arriba. Yo no he conseguido llegar ahí. Para mí, las oportunidades, aunque muchos se llenan la boca al decir que me han dado muchas, no han pasado de torear con cuentagotas en el ciclo de ferias, salvo las de mi región. Y es la continuidad en ese ciclo de ferias de postín, con toros de garantía lo que permite mantener el sitio".
Roberto, como decíamos, aceptó el reto, de nuevo, de Madrid y se embarcó con una corrida seria, astifina, y, sobre todo, brava de Pepe Murube. La terna la completaron Julio Robles y José Antonio Campuzano. Era la primera de la temporada y, como es norma en Madrid, llovió.
No fue óbice y la corrida se celebró con un notable éxito para el empresario donostiarra. ABC titulaba así: “El que se arrimó de verdad fue el empresario". Debajo del titular aparecía una foto del "murube" con unos espectaculares "petacos". El País titulaba “Unas chicuelinas de Roberto Domínguez”.
¡Lo que pudo ser este chico!
Decía Belmonte "que se torea como se es" y no le faltaba razón al de Triana. En el caso de Domínguez era tal y como describía Belmonte y corroboraba Parra en La Hoja del Lunes en cuanto a la personalidad del vallisoletano. “Roberto estaba cuajado como hombre y hecho como torero”.
A los 30 años se está en la plenitud de la vida, pero no había triunfado; no había sobrepasado el pelotón de los segundones y eso, a esa edad tan insultante, debe saber a tristeza, a frustración y a cierto desencanto. Roberto sabía que su toreo deslumbraba, que era muy superior a algunos toreros que andaban por los primeros puestos del escalafón, pero faltaba romper y debía ser en Madrid.
Lo de Roberto en Madrid era preocupante. En este sentido, decía Navalón en "Pueblo": "A Roberto Domínguez y al público de Madrid va a ser difícil ponerles de acuerdo. El público dice que le sobra clase y le falta valor para romper. Roberto se empeña en demostrar el valor por el camino de meterse encima del toro. Y lo ahoga".
En esta temporada que comenzaba en Madrid, Roberto comenzó a sentir las huellas que dejaban las crónicas de sus actuaciones en Las Ventas. Eran críticas benignas y con ciertas alabanzas, pero no dejaban lugar a resquicios para el futuro. Eran inapelables y contundentes: ¡Lo que pudo ser este chico!
Vicente Zabala, en ABC hacía estas reflexiones tras la actuación de Roberto en la inauguración de la temporada en Las Ventas: "HECHURAS. Pocos toreros han salido en los últimos tiempos con las hechuras-excelentes hechuras que posee el sobrino de Fernando Domínguez”. Y remataba: “Pero sigo sin verle en Las Ventas por la puerta grande”…
La prensa arremetió contra él
A mediados de mayo recogió el trofeo San Pedro Regalado por su actuación en la feria Matea de 1980. Fue lo único gratificante del mes florido, porque días más tarde actuó en la feria de San Isidro encabezando cartel en los dos compromisos firmados. Dos firmas que no especificaban ganaderías ni emolumentos "Tenía que hacerlo así porque el triunfo en Madrid es necesario, me lo pusieron caro y además me negaron el pan y la sal. Dije que lo que soy se lo debo al público de Las Ventas, pero ahora ha estado frío y exigente como nunca". Eran manifestaciones que hacía a El País al término de sus dos compromisos venteños. Uno con murubes y otro con murteiras. La crítica "descargó leña" contra el vallisoletano, que se fue dolido con todos: "Con el público porque no busca la emoción artística, sino la del riesgo, con la empresa porque no me ha dado opción, y con la prensa porque lleva cuatro años dándome más palos que a nadie". Era una situación difícil la de aquella época. Tenía que ir por delante para tapar a otros toreros por exigencias de la empresa; corridas duras con pocas posibilidades de éxito y con un público exigente por las duras críticas de la prensa.
“El pozo de las veinte corridas”
Así lo comentaba Benlloch en Aplausos en 1990 recordando la época de los primeros años 80: “La espera del toro ideal para la faena soñada le metió en el pozo de las veinte corridas”.
Fueron dieciocho las corridas que sumó en ésta temporada, con alguna que otra satisfacción personal como ocurrió en Santander y Valladolid.
Finaliza la crónica de la Hoja del Lunes de aquel día 25 de Julio de 1981 diciendo: "La pena es que sigue apareciendo y desapareciendo de los carteles de forma rocambolesca. Pero, en fin, en agosto y septiembre todavía tendrá oportunidad de enmendar su campaña.
En Palencia y Alcalá de Henares estuvo en "pinchauvas", pero en su segunda actuación palentina tuvo un reencuentro importante junto a Antoñete y El Cordobés. Como también fue otro reencuentro importante con sus paisanos en la feria vallisoletana, donde actuó en tres tardes por la caída del cartel de El Cordobés.
Tres tardes en Valladolid
Jumillano, había firmado dos corridas para este abono del 81, sin embargo, hizo el paseíllo tres veces por caída del cartel de El Cordobés. Su segunda tarde fue en una corrida de ocho toros de Hermanos Molero, -obsequio de Jumillano por la caída de El Cordobés- donde Roberto cortó una oreja a cada toro. Otro triunfo idéntico ocurrió al día siguiente.
"Roberto Domínguez, artista por la gracia de Dios". Fue el titular de Lera en El Norte por sus actuaciones.
1982: todo sigue igual
Roberto Domínguez es una figura indiscutible en su tierra y un torero discutido en el territorio nacional. Por ello es invitado a toda clase de tertulias taurinas; su dialéctica es enriquecedora y el público disfruta oyéndole hablar de toros o de filosofía. Estamos en marzo de 1982 y, como siempre, debe esperar al comienzo de la temporada en Las Ventas ya que las ferias levantinas y la de Sevilla pasan de largo.
Chopera está en pleno apogeo y no duda en contratar a Roberto para la corrida inaugural de la temporada el domingo de Ramos y dos corridas en San Isidro, aunque a la postre fueron cuatro las actuaciones en Madrid ese año. Galloso y Robles por delante ante un encierro de Jiménez Pascual. Sugestivo cartel que había despertado expectación entre la afición madrileña. Llovió como era de esperar y ABC titulaba: "A pesar del agua no se hizo larga la corrida".
Zabala resumía así la actuación del vallisoletano: "Pero el domingo salió decidido, precisamente cuando ya no teníamos ninguna esperanza en Domínguez”. Juan Posada en D-16 comentaba en su crítica: "Robles y Domínguez mostraron que son auténticos profesionales, capaces de elevarse sobre sí mismos y paliar errores del pasado”. El vallisoletano dio una vuelta al ruedo.
Fue una inyección de moral esa vuelta al ruedo en Madrid con gran eco en los ambientes taurinos, de tal forma que es contratado de nuevo para el día 2 de mayo. Roberto había cambiado de representante y en esta temporada de 1982 confió sus asuntos taurinos a José Luis Teruel “El Pepe”, hermano de Ángel Teruel.
Las Ventas y de nuevo su tío Fernando
Fue el reencuentro del toreo consigo mismo. Eso decía en Diario 16: "La verdad es que en mi última tarde en Madrid llegué a comprender y asimilar con toda claridad los consejos de mi tío Fernando, que para mí fue un monstruo como torero y como hombre. Él, que fue un artista, de los que toreaban tan bien, como yo quiero y debo ser, también me habló en muchas ocasiones que había momentos que el torero, al margen de sus cualidades y estilos, debía jugarse la vida".
Y remataba con cierto resentimiento:” De ahora en adelante seguiré al pie de la letra los consejos de mi tío y no haré caso de taurinos caducos”.
Su repetición en Las Ventas, con la inminencia de San Isidro donde tenía contratadas dos actuaciones, extrañó a los taurinos. Domínguez salió al paso convencido de lo que hacía: “Bien, comprendo esa actitud, pero ellos no saben que las cosas han cambiado y que el torero, a pesar de estar contratado para empresas mayores, debo dar la cara ante el cónclave madrileño, que es el que quita y pone”.
Con 19 festejos finalizó la temporada de 1982 que arrancó en Madrid y la finalizó en la feria de otoño de Sevilla. Fue a Pamplona, donde resultó herido en el pecho. En Santander dos tardes, una en Bilbao, Barcelona y Nimes. En Valladolid hizo el paseíllo en San Pedro Regalado con Antoñete en un mano a mano y tan sólo una corrida en la feria matea con pobre resultado. Con Jumillano volvieron las discrepancias.
Lo más interesante de esta temporada fueron las sendas vueltas al ruedo en Madrid, Bilbao y Barcelona, así como las dos orejas en el doblete de Santander en la corrida de Dolores Aguirre. De las vueltas al ruedo en Madrid hay que destacar algunos titulares como el de Vidal en El País: “Cuando no toreaba Domínguez todo era siesta”. Y Zabala en ABC: “Roberto es torero porque su madre lo parió así”.
Fuente: Libro “Roberto a secas” (Santos García Catalán 1992)