Una torrija hecha de lechazo e infusionada en una sopa de ajo. Esta ha sido la propuesta del chef Juan Carlos Jiménez, de Azul Mediterráneo, para ser el galardonado con la distinción de la mejor de España en la categoría de 'Saladas'. Sabores imposibles a primera vista pero que han tenido un éxito rotundo entre los paladares del jurado que ha estado presente en el Concurso Nacional de Torrijas que se celebró el pasado fin de semana en Astorga.
Para Juan Carlos esta fue una "sorpresa muy grande", ya que no todos los días se "reciben reconocimientos de este nivel". Además, tal y como reconoce en declaraciones a este periódico, es algo que no se esperaba. Desgraciadamente, el chef vallisoletano no pudo estar ni en la final ni en la entrega de premios porque su abuela había fallecido ese mismo día, pero dio las instrucciones a su equipo, que finalmente "lo clavaron".
El chef de Azul Mediterráneo tenía como propósito llevar dos productos de la gastronomía castellana, como son el lechazo y las sopas de ajo, a un nuevo concepto, uniéndolo a lo que siempre ha sido un postre dulce, la torrija. "La primera que hice fue en el concurso provincial de Valladolid, donde recibió premio, pero no ganó. Por eso decidí llevarla a Astorga. Lo que intento es aunar dos elaboraciones muy tradicionales y típicas en un bocado", relata el experto gastronómico.
A pesar de su rareza, y aparente dificultad, la elaboración de este sabroso bocado no se diferencia mucho del proceso de elaboración de una torrija tradicional. El primer paso que hace "es igual" que para hacer una normal. "Yo cojo un pan brioche, lo vacío y lo dejo secar durante más o menos tres días", resalta el chef de Valladolid.
Seguidamente, aquí es donde se presenta el primero de los cambios, ya que el segundo de los pasos es rellenar la torrija, previamente vaciada por dentro, de mermelada, yema de huevo y un lechazo asado "tradicional de toda la vida, con agua y sal, no lleva más". "Lo desmigo y lo meto todo dentro de la torrija", explica Juan Carlos.
El proceso continúa como el tradicional, pero con el "cambio más significativo". En vez de mojar la torrija en leche o algo dulce, Juan Carlos lo que hace es empaparla en unas sopas de ajo tradicionales. "Las dejo más o menos un día o dos hasta que el conjunto esté blando", recalca. Por último, es pasar este sabrosísimo bocado por la sartén y el aceite para freírlo. "El proceso al final es el mismo, pero con el cambio en algunos pasos", reconoce.
Un juego de apariencias y sabores que ha enamorado a quienes lo han probado, pero siempre con el fiel reflejo de lo que intenta representar. "Al final es una torrija. Tiene todos los elementos. Sorprende a la gente porque tú te esperas una torrija, no un sabor a lechazo con especias, yema de huevo y demás. Sí que es verdad que en boca es muy diferente a algo tradicional", admite el chef.
Por el momento, Juan Carlos no ha tenido la oportunidad de ofrecer esta torrija a sus clientes de Azul Mediterráneo, ya que ha llegado hace dos días a la ciudad y tiene el restaurante "lleno", pero tiene la intención de que en Semana Santa pueda ser una realidad una vez consiga volver a asentarse en la rutina. "Acabo de aterrizar a hace dos días y estoy un poco perdido aún", subraya.
No obstante, el chef matiza que las torrijas seguramente no las introduzca dentro de la carta porque tiene que "valorar los costes", pero fuera de ella garantiza que "seguramente" sí este. De esta manera, esta extraña pero deliciosa y curiosa torrija de lechazo y sopas de ajo podrá degustarse muy pronto en Azul Mediterráneo, situado en el Paseo Arco de Ladrillo de Valladolid.