Estamos acostumbrados, en las últimas fechas, a contar el cierre de negocios a lo largo y ancho de todo el territorio nacional. También en Castilla y León y, más en concreto, en Valladolid. Por eso, cuando uno abre la alegría es doble.

Eso ha hecho Ernesto Fernández, un leonés de 56 años que vive ahora en Valladolid y ha abierto un nuevo bar en la ciudad del Pisuerga. Concretamente en la calle Los Molinos y, por ello, el nombre de su establecimiento hostelero no podía ser otro que Bar Los Molinos.

“Me he dedicado toda la vida a la hostelería. Mi padre también se dedicó a este mundo. Además, he sido comercial de vinos durante 25 años. Me considero una persona luchadora”, confiesa en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León el dueño de este nuevo bar.

Ernesto asegura que, aunque naciera en León lleva desde pequeño viviendo en la ciudad del Pisuerga. “Soy un leonés de Valladolid”, afirma un hombre al que la pasión por la hostelería le viene desde pequeñito.

La idea de abrir este nuevo bar, que fue inaugurado el pasado lunes, 3 de abril, aunque comenzó a funcionar este Jueves Santo con una gran acogida, le surge a nuestro entrevistado hace unos meses y junto a su pareja y socia, Eve, aprovecharon la oportunidad.

La barra del nuevo Bar Los Molinos

Son tres personas trabajando desde ya en el negocio. En breve serán cinco. Ofrecen buena comida y bebida y los hosteleros son, además, taberneros. Todo en un local no muy grande pero coqueto y acogedor para dar el mejor servicio al cliente.

“El miedo me hará ser precavido”, nos cuenta cuando le preguntamos por si teme abrir un negocio como este bar en una coyuntura complicada para los negocios hosteleros. Sin embargo, pese a este miedo, es optimista.

“El objetivo y el deseo que nos marcamos a medio y corto plazo pasa por ser una parte de la hostelería de Valladolid. Que mis clientes sean felices en Los Molinos y no defraudar a nadie… o a los menos posibles”, finaliza.

Una persona cercana y que abre un negocio en pleno centro de Valladolid en los días grandes de la Semana Santa. Qué mejor momento para disfrutar de unas buenas tapas o del mejor refresco en un lugar nuevo y con encanto.

 

 

 

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