En El Cossío rematamos la Semana de Pasión

En El Cossío rematamos la Semana de Pasión Santos García Catalán

Valladolid

Crónicas gastronómicas familiares

Fuimos recorriendo monumentos semanasanteros en honor al buen yantar como en tiempos juveniles

8 abril, 2023 21:20

En mis tiempos juveniles, recuerdo con nostalgia aquellos recorridos que hacíamos en mi terruño visitando las iglesias donde se alojaban las imágenes de la Semana Santa, a la espera de la siguiente procesión.

Obviamente, en mi pueblo (mi Villarrobledo del alma) eran cuatro o cinco las iglesias que se visitaban para estos menesteres; pero en Valladolid son mucho más numerosas. Así que, tras visitar algunas iglesias, optamos por presenciar alguna procesión en las calles y luego “alojarnos” en otros “monumentos”, pero estos de gastronomía.

Habían venido desde tierras alicantinas mi hermano José Joaquín, su compañera Liliana (Lili) y mis sobrinos Malena y Luisete. A los que se unieron mi hija Nati, mi yerno Rubén, mi nieta Lola y, obviamente Pilar, mi esposa. Los otros hijos, Santi y Alberto, residentes en Alicante, optaron por quedarse en esa tierra cálida de la que dicen “la millor terreta del mon”. Uno por obligación (es cocinero) y el otro por devoción (es empresario).

Empezamos el recorrido por Ángela (junto a la Plaza de San Miguel). Al día siguiente, Viernes Santo, en el Molino Rojo (Gabilondo) y rematamos la Semana de Pasión el Sábado de Gloria en el Cossío mojadense de mi amigo Perico con el fin de que, posteriormente, la familia, enfilara camino de Alicante por la vía de Olmedo, con parada en mi terruño, el gran Villarrobledo albacetense, pues allí, en el corazón de La Mancha, tenemos un buen número de familiares, tanto por un lado como por otro.

No les voy a contar todas las peripecias gastronómicas porque sería un derroche de energía, y uno ya no está para tanto trote literario-gastronómico. Sí les diré que mi familia lo pasó maravillosamente bien con nuestros recorridos procesionales, las admirables imágenes, el buen ambiente vallisoletano, el buen y variado yantar…y su temperatura.

Algo inusual en esta época del año que, bien por lluvia o bien por ese viento helado que, de cuando en cuando, nos mandan los burgaleses, nunca es una Semana Santa completa. Y este 2023 sí lo ha sido, en todos los aspectos, tras estos malditos años de pandemia.

Pero no me resisto a contarles el último almuerzo donde mi amigo Perico de Frutos; ese santuario taurino y del buen yantar cercano a Mojados: “El Cossío”. Perico es un gran aficionado al mundo del toro, y tiene sus predilecciones toreras, tanto actuales como en su juventud donde era un apasionado del diestro jerezano Rafael de Paula; hasta el punto de que, a su única hija, fruto del matrimonio con Rosa, su esposa, le puso de nombre Paula.

Sus salones, repletos de motivos taurinos, causan auténtica admiración a sus visitantes, que son muchos a lo largo de cada día donde pone el “no hay billetes”, en símil taurino. Y siempre tiene una sorpresa reservada. En esta ocasión, Perico nos obsequió con un cartel de mano donde, por el reverso, figura la cartelería de la Feria de San Isidro, mientras que por el anverso viene la foto de uno de los novilleros de moda de Valladolid: Daniel Medina, y obviamente el logo de su negocio.

Si su decoración taurina causa admiración, no es menos la devoción que sentimos por sus productos los que solemos acudir a este emblemático restaurante desde sus inicios. Su entrada a los comedores es espectacular, donde “te saludan” unos perniles belloteros de auténtico lujo, y debajo la brasa y el horno de leña, con un mostrador repleto de una amplia gama de productos donde la vista devora todo con auténtico deleite.

Mi hermano y sus hijos conocían este santuario del buen comer por sus numerosos viajes a Pucela, pero para Lili, una agradable colombiana de Medellín (nos recordó el precioso coso taurino de “La Macarena”), todo era novedoso y lo expresaba como sólo saben hacerlo los hispanoamericanos: “Qué lindo”, “Maravilloso”, etc.

Una vez instalados en el comedor que da a los jardines, nos fueron trayendo los manjares “cossidianos” como por ejemplo unos torreznos deliciosos, pulpo a la brasa con patatas fritas, finísimas y delicadas, salteadas con pimientos rojos a la brasa y de Padrón. Todo ello espolvoreado con pimentón.

Luego llegaron unos pimientos rojos al horno, aliñados al gusto con virgen extra y vinagre de Módena; unos riñoncitos adornados con verduras, y otro plato con mollejas fritas con láminas de ajos. Por supuesto, ambos platos de lechazo.

El remate fue un pincho de lechazo a la brasa con sus pimientos y patatas fritas alargadas, o de bastón. Todo ello delicia, pura acompañado de un clarete cigaleño y agua, mucha agua. Las dos anochecidas estaban pasando factura a mis sobrinos…

Tras los postres y los cafés, -a Malena le encantó la tarta de queso de la casa, mientras que Lili y un servidor tomamos una bola de helado con nata- mi hermano y Luis no tomaron postre, seguramente pensando en las cuatro horas de camino hasta Villarrobledo y luego proseguir hasta la capital alicantina. Trato delicioso y generoso el de Perico en todos los aspectos.

Tras el abrazo de rigor, nos emplazaron a una visita a Alicante donde tienen establecido su cuartel general.

En julio acudiremos a aquella tierra, donde nos esperan mis dos hijos y mis nietas/o: Nico, ya un hombretón y Químico, y las pequeñas Olivia y Sofía.