La Semana Santa es uno de los momentos más importantes del año para miles de personas. Pero, sobre todo, para los cofrades que esperan con ansia poder salir en su procesión y disfrutar del olor a incienso y la belleza de las tallas que inundan las calles de cada ciudad. Los preparativos empiezan mucho antes del pistoletazo de salida con el objetivo de que todo esté a punto para el gran día.
Son muchos los nervios previos. Los ojos que durante horas contemplan los pasos para confirmar que todo está correctamente. Hasta que llega el momento de vislumbrar a la ciudad con el esplendor de la talla, los adornos y el sonido de las bandas que las acompañan. Y con el ambiente tan alegre y festivo que se respira en cada rincón de la ciudad.
Para que todo esté perfecto ese día, hay unas personas que se encargan de realizar un trabajo previo durante todo el año. Son unas manos delicadas que cuidan los pasos y tallas con todo el cariño del mundo. No importa si es otoño, invierno o verano, ellos están ahí. Observando cada desperfecto y arreglándolo para que, una vez el calendario marque la Semana Santa, todo salga a la perfección.
En la cofradía de El Descendimiento y Santo Cristo de la Buena Muerte (1939) lo saben bien. Francisco Javier, quien hace de portavoz de las personas que cuidan los pasos, reconoce que esta es una de las “labores más importantes y necesarias” dentro de la cofradía. Son tres personas quienes durante todo el año se encargan de las labores de mantenimiento y de limpiar cada detalle.
Además, los acompañan el grupo de pasos, que lo conforman cinco personas, y son los encargados de moverlo cuando hay que limpiar alguna zona un poco más compleja. Estas manos que cuidan se encargan de los enseres, cruces, estandartes y demás detalles. Porque como bien dice Francisco Javier: “Tiene que estar todo impoluto para ese día. Unas tulipas, jarrones o varas sucias desmerecen. Es fundamental que cada detalle esté cuidado”.
Quienes se encargan de las labores llevan haciéndolo entre 15 y 20 años. Son personas mayores que “se involucran desinteresadamente” en una labor “ultra fundamental”. Todos ellos son cofrades y cuando llega la semana grande, no están solos. “Los días previos, el grupo se amplía porque hay muchas tareas que hacer. Hay entre 15-20 personas que rematan todas las tareas. Entre todos lo dejan perfecto para disfrutar de la procesión y que esté perfecto”, afirma.
Pasan tardes enteras limpiando, pero no les supone ningún “esfuerzo” ya que lo hacen de manera voluntaria para ayudar a la cofradía a la que pertenecen. “Están desde las 17:00 hasta las 20:30 horas, aproximadamente, durante los tres o cuatro días previos”, asegura.
En este grupo también hay personas jóvenes que “están comprometidas con la importancia de esta labor” con este tipo de funciones. Y, entre todos, forman un “gran equipo”. Francisco Javier, de El Descendimiento, se muestra muy “emocionado” por la llegada de la Semana Santa. No una cualquiera, sino una que pone fin a varios años repletos de restricciones por la pandemia del Covid-19. Una que, por fin, vuelve a mostrar las reliquias que estas manos cuidan durante todo el año.