35 años de lucha contra el fuego: “Lo más aterrador es ver vidas en peligro”
Alejandro Muñoz Rodríguez es un agente medioambiental que acumula años de actividad y que en la actualidad reside en Valladolid
17 abril, 2023 07:00Noticias relacionadas
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Tiene 54 años. Nació en la localidad segoviana de Navas de Oro y vivió su infancia en una casa forestal, en medio del monte. Actualmente reside en Valladolid y acumula más de 35 años como agente medioambiental. En la actualidad es jefe de comarca y lleva a cabo una labor encomiable, no solo en la extinción de incendios, sino en todas las labores que abarca una profesión, en ocasiones, desconocida por muchos.
Alejandro Muñoz Rodríguez es amante del senderismo, de la música y de su familia. Además, es delegado autonómico de Medio Ambiente de CSIF. Representa a la quinta generación de tradición forestal/medioambiental y ha luchado contra el fuego en innumerables ocasiones. En el grave incendio de Navalacruz de agosto del año 2021 estuvo presente y se llevó un buen susto.
Apuesta por “prevenir” antes que “curar” para que los incendios no vuelvan a golpear con fuerza, un verano más a Castilla y León.
P.- ¿Quién es Alejandro? ¿Cómo se define?
R.- Soy un hombre con origen de familia obrera que vivió su infancia en una casa forestal en medio del monte, hasta que me fui a la mili. Poco después aprobé las oposiciones de agente forestal, y hasta hoy. Una etapa muy importante de esa época fueron los dos años de estudio en la Escuela de Capataces de Coca, en Segovia, para obtener el título de capataz forestal.
P.- Tiene 54 años y acumula 35 como agente medioambiental. Casi nada.
R.- Cuando aprobé las oposiciones lo hice como agente forestal. El primer cambio de denominación entre guarda forestal y agente forestal, ya se había producido tras la transferencia de competencias del Estado a las Comunidades Autónomas. El segundo cambio de denominación, esto es de agente forestal a agente medioambiental, fue posterior, tras asumir este colectivo nuevas funciones en materia de prevención ambiental, para lo cual ya es necesario estar en posesión de un Grado Superior.
P.- Me han comentado que de raza le viene al galgo
R.- Así es. El abuelo de mi abuelo era guarda forestal, al igual que su padre. Sin embargo, mi padre y mi abuelo fueron empleados públicos del antiguo Distrito Forestal y después de la Junta de Castilla y León. Dicho de otro modo, yo soy la quinta generación de tradición forestal/medioambiental. Mi niñez transcurrió en medio del monte y mis juegos eran todos relacionados con la naturaleza, guías de aves, de mamíferos, de plantas, de hongos....
P.- ¿Cómo recuerda sus inicios?
R.- Siempre se guardan los mejores recuerdos, del resto ya se ocupa la memoria de eliminarlos; realmente lo que queda es eso, lo bueno. Di mis primeros pasos en El Espinar (Segovia). Vivía en la casa forestal del Sequero de San Rafael, fue algo duro, el trabajo algunas semanas era muy monótono porque hubo un temporal de nieve y nos pasamos un año señalando y midiendo madera derribada; pero guardo muy buen recuerdo de los servicios de vigilancia andando, con mis compañeros, por lo que ahora es el Parque de Guadarrama.
P.- ¿Por dónde ha pasado?
R.- He tenido destinos de lo más variados. Después obtuve destino en Triollo-Vidrieros (Palencia), junto al Pico del Curavacas. Me hospedaba en Casa de la Lobata (la Señora Consuelo), llevaba unos meses viuda, era mi patrona. Tenía bar y me trató como una madre. Después estuve en Cuéllar (Segovia), cerca de mi pueblo; durante ese año vivía con mis padres. Iba a casa todos los días. Posteriormente estuve destinado en Carrión de los Condes (Palencia) llevando plagas forestales, ayudas a particulares y zonas verdes de toda la provincia junto a otro compañero durante 6 años. En esa época conocí a la que actualmente es mi mujer y me tuve que marchar a otro destino, lejos, porque ya habían entrado en mi casa a buscarme, me hacían esperas, estaba amenazado, y el miedo ya no era por mí, era por mi mujer y la familia que pudiéramos tener. De allí nos fuimos a Medina de Pomar otros 11 años. Los últimos 15 años en Viana de Cega (Valladolid), en Tierra de Pinares. Hace unos cuatro años que soy delegado autonómico de Medio Ambiente de CSIF. Ahora llevo más de un año realizando únicamente funciones sindicales, intentando poner un poco de orden y sentido común. Creo no se está llevando una gestión adecuada del medio ambiente.
P.- Fue jefe de base de helicópteros en Burgos. Hábleme de ello.
R.- Esa fue una etapa muy intensa, se trata de una comarca grande, con mucho monte, furtivismo e incendios y había bastante trabajo. La Base de Medios Aéreos era otra cuestión más añadida al puesto. Había buena colaboración con el jefe de la Sección de Protección de la Naturaleza. Hicimos muchas mejoras en la base. Recuerdo el incendio de la Sierra de la Tesla allá por el 2003. Trabajamos en el mismo incendio casi una semana. Coincidió con otros tres grandes fuegos. Dos de ellos a escasos kilómetros.
P.- Además, fue pionero de la Brigada de Investigación contra los incendios forestales. ¿Qué hacían?
R.- Debido a esa buena relación con la sección responsable de los incendios forestales, comencé a trabajar en investigación de causas de incendios forestales junto a un técnico. De hecho, estuvimos impartiendo formación en la materia en varias ocasiones en León, Almagro y Toledo, para agentes medioambientales y Seprona.
P.- ¿Cree que hay un desconocimiento hacia la figura del agente medioambiental?
R.- El desconocimiento de la figura del agente medioambiental es absoluto. Ya no nos extraña nada. Los Agentes Medioambientales, pertenecen a un cuerpo de funcionarios que tiene carácter de agentes de la autoridad y a la vez de policía judicial de carácter genérico para el auxilio de jueces y fiscales en la persecución de los delitos ambientales. Resulta sangrante que, del trabajo de nuestro colectivo, en muchas ocasiones, se lleven otros el reconocimiento. Me refiero al personal de otras administraciones. Mientras tanto, nuestra propia administración mira para otro lado, sin sacar la cara por nosotros.
P.- ¿Cómo definiría al agente medioambiental?
R.- Es algo más que un guarda. Es un profesional que tiene muchas competencias en la gestión de los aprovechamientos forestales, vigilancia de montes, caza y pesca, vías pecuarias, plagas forestales, control de obras, parcelas de ensayo, todo lo relativo a vertidos, evaluación de impacto ambiental, y un largo etcétera que puede llegar a aburrir si sigo.
P.- Siga que no me aburre.
R.- No podemos olvidarnos de la lucha contra la lacra de las electrocuciones de avifauna con tendidos de alta tensión sin el diseño adecuado y conforme a la normativa vigente. De hecho, estoy en la Red Nacional de Avifauna, creada junto al Fiscal de Sala de Medio Ambiente de la Fiscalía General del Estado. Esta tarea genera mucho trabajo de campo, en búsqueda de siniestros y de situaciones de riesgo que luego hay que resolver mediante el levantamiento de los animales, trasladarlos a los Centros de Recuperación para hacer las necropsias, levantar actas, elevar atestados a Fiscalía o al juzgado.
P.- Sin olvidarnos de los incendios.
R.- En materia de incendios forestales, no solo apagamos. Dirigimos la extinción de cerca del 90% de los incendios forestales. El resto los comanda un técnico, cuando ya se exceden en las labores de extinción con la actuación de tres medios, según la teoría. Son muchas las ocasiones que estamos con más medios. También dedicamos mucho esfuerzo a las labores de prevención. De hecho, el trabajo de las BIIF (Brigadas de Investigación de Incendios Forestales), a pesar de realizar la labor después de un incendio, sirve para prevenir, pues si se averiguan las causas, después se pueden aplicar las medidas necesarias para que no vuelva a ocurrir.
P.- ¿Ha tenido muchos sustos?
R.- Percances he tenido varios. En San Rafael me caí por un barranco midiendo madera un día de nieve. Aún conservo la lesión. Con el helicóptero he tenido varios sustos. Recuerdo que el más grave fue con el bombardero BELL-205, cuando comenzó a pitar la alarma “Master Caution” con la luz roja y lo dábamos todo por perdido. Íbamos solos el piloto y yo haciendo un vuelo de posicionamiento GPS de puntos de carga de agua para los helicópteros para introducirlo después en una base de datos. Tuvimos suerte porque no estábamos en estacionario. Íbamos a más de 60 nudos de velocidad. La avería era en el rotor de cola. Pasó en la misma campaña en la que un día, con el mismo helicóptero, cargando agua en el Ebro por un incendio en la zona del Puerto de Estacas de Trueba, el aparato comenzó a tener una pérdida de potencia y empezó a sumergirse en el agua. De pronto empezó a recuperar, cuando ya estábamos al límite. Esto Fue en Medina de Pomar. Otro episodio bastante desagradable fue al sorprender a tres furtivos, los cuales me intentaron rajar, y pude zafarme de ellos. Además de muchas situaciones de riesgo a las que nos tenemos que enfrentar con cierta frecuencia. Una de ellas, en el famoso incendio de Navalacruz en Ávila de agosto de 2021. Ahí, el incendio rodeó al convoy de Valladolid y nos libró la rápida intervención de los medios aéreos. Esa misma tarde acabé en la ambulancia, me atendieron y en menos de una hora, otra vez en las cuestas. Nadie se acuerda de nuestras familias, que se quedan con la preocupación cada vez que estamos en un incendio, y ya no digamos si se trata de uno de grandes dimensiones, que se sabe cuándo vas, pero no cuando vuelves.
P.- ¿Cuál es la situación en Castilla y León con respecto a las RPT (Relación de Puestos de Trabajo)?
R.- No se pueden organizar servicios por turnos. A veces tampoco se pueden cubrir bien las guardias por la falta de cobertura de plazas en muchas de las 96 Oficinas Comarcales de Medio Ambiente de Castilla y León. La Junta se tiene que tomar esta cuestión más en serio si realmente trabaja por el interés general, y así sacar a oposición todas las plazas vacantes con la debida urgencia. No nos debemos olvidar de que, a fecha de hoy, la media de edad de nuestro colectivo está en unos 55 años. A partir de los 60, la realización de guardias de incendios se hace complicada, debido a la voluntariedad y a que posiblemente no se superen las exigentes pruebas físicas a las debemos someternos para poder desarrollar ese cometido. Con todo esto, quiero decir que, si no se van cubriendo las plazas vacantes, en diez años no van a haber agentes suficientes para cubrir un mínimo de guardias. Hablando de las plazas de agentes medioambientales, según las Relaciones de Puestos de Trabajo que están publicadas en la web, son de 1.031 en lo que se refiere a los agentes medioambientales. Las vacantes, en la actualidad, están en las 306. Casi un 30%. Según el Plan Anual, Medio Ambiente indica que se trata de un total de 836 plazas de las que 195 son vacantes. Esto indica que más del 23% son plazas vacantes.
P.- ¿Cómo ve la aprobación del Decreto Ley de medidas urgentes sobre prevención y extinción de incendios forestales para adaptar las del Real Decreto-Ley estatal 15/2022, de 1 de agosto?
R.- Para entender la situación, debemos partir del Decreto 89/2004, de 29 de julio. En él, se establece el operativo de lucha contra incendios forestales de Castilla y León y se regula el sistema de guardias. Posteriormente fue modificado por el Decreto 113/2007, de 22 de noviembre. Por aquel entonces desde CSIF se ha venido exigiendo a esta administración la constitución de una Mesa técnica para la modificación de los mismos, y su dimensionamiento real adaptado al cambio habido en las nuevas condiciones climáticas, ambientales y sociales. Hubo un intento en el 2017, donde se nos dejó colgadas a las centrales sindicales por parte de la Consejería de Medio Ambiente, aplazando la siguiente reunión hasta nuevo aviso, cosa que nunca llegó.
P.- ¿Cuándo reciben el borrador?
R.- El mes pasado recibimos un borrador del Decreto Ley incluyendo ahí cuestiones que son necesarias de incorporar en la Mesa General de empleados públicos, porque afectan a las condiciones de trabajo de los mismos, con el agravante de que el Decreto Ley es una herramienta jurídica que se emplea para casos de extrema y urgente necesidad, como así reza nuestro Estatuto Autonómico. No entendemos que se dé el caso, no hay urgencia porque llevamos exigiendo reuniones desde hace varios años. Reuniones que no se nos ha dado la posibilidad de celebrar por parte de esta Administración, y ahora vienen con prisas. Las cosas bien hechas se deben hacer sin prisas, no vemos la urgencia porque, además, los veranos tienen la fea costumbre de venir todos los años en la misma fecha. Más bien, aquí lo que ha pasado, es que llega un año más la época de peligro alto de incendios forestales y pilla a la Consejería con los deberes sin hacer.
A esto hay que sumarle que el pasado años desde el Gobierno se dictó el Real Decreto 15/2022, de 1 de agosto. En el mismo se instaba a las Comunidades Autónomas a tener listo según su disposición adicional primera el calendario de implantación. Pues bien, estamos a mediados del mes de abril, y aún no se ha producido el esperado desarrollo reglamentario. Y en esas estamos ahora las centrales sindicales, contando además con la movilización que organizamos el pasado 21 de marzo ante las Cortes. Van a seguir siempre que la Consejería no entre en razón.
P.- Por lo que se puede ver, desde CSIF están muy atentos a las modificaciones.
R.- Desde la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF), estamos atentos para evitar la privatización en la medida en lo que se pueda, pues se trata de un servicio público de emergencias, y hay que cubrir esa necesidad con personal y medios públicos. Este jueves, 13 de abril se publicaba el Decreto Ley y en un anexo que incluye el plan anual de prevención para el 2023, de 200 páginas. No guarda mucho parecido con el documento que se ha debatido con las Centrales sindicales. Esto me recuerda a los trileros de cualquier paseo marítimo de nuestras costas, intentando engañar a cualquier incauto.
En su Artículo 2, este Decreto Ley dice que el titular de la Dirección General competente en materia de incendios forestales puede declarar, mediante resolución, las situaciones de alerta, alarma y alarma extrema por riesgo meteorológico de incendios en parte o toda la Comunidad Autónoma. Debería tener en cuenta lo dispuesto en el Real Decreto-ley 15/2022, en su artículo 1 de modificación de la Ley 43/2003, de 21 de noviembre, de Montes, afectando a su Artículo 48 sobre planificación para la prevención y defensa ante el riesgo de incendios forestales. En él se dice que cuando, de acuerdo con la información de la AEMET, sea constatable, en un determinado ámbito territorial el riesgo de nivel muy alto o extremo de incendios, las comunidades autónomas deben aplicar rápidamente las prohibiciones. También todo tipo de limitaciones de circulación. Y, por supuesto, de acceso establecidas en sus de planes de prevención, vigilancia y extinción de incendios forestales. Como podemos ver, una vez más, una cosa preceptiva, la convierten en potestativa.
Así mismo, en cuanto a las situaciones de riesgo meteorológico de incendio declaradas y las medidas extraordinarias a adoptar, observando lo dispuesto en el artículo del Real Decreto Ley antes referido dice que toda resolución debe ser comunicada por publicación oficial con medios que garanticen su máxima difusión. Desde CSIF solicitamos que se publiquen en el Bocyl como se hizo con la resolución de 29 septiembre de 2022, de la Dirección General de Patrimonio Natural y Política Forestal. En ella se declaraba época de peligro medio de incendios forestales en Castilla y León del 1 al 13 de octubre 2022. También que se notifique a las administraciones locales y se publiquen en la página web de la Junta de Castilla y León, porque así tendrán un mayor conocimiento los ciudadanos tanto de las restricciones que puedan conllevar por el uso del fuego o por la situación de riesgo de incendios forestales.
De todos modos, estudiaremos a fondo El Decreto Ley y el Plan anual de Prevención, para emprender las acciones que creamos más oportunas.
P.- ¿Prevé un año complicado en lo que a los incendios se refiere?
R.- Aún recuerdo el incendio de Portugal de junio del 2017, en el que fallecieron más de 65 personas, con más de 50 heridos. Fue el preludio de lo que se nos avecinaba. Está claro que ha habido un cambio en las condiciones climáticas con veranos más calurosos, con menor humedad relativa. Si a eso le sumamos la velocidad del viento que se llega a alcanzar, contando con la cantidad asombrosa de material combustible que hay en el monte, se desarrollan incendios de gran magnitud. Éstos, en el momento que se van de las manos, se hacen casi imposibles de controlar. Hay que apostar por cubrir todo el territorio con un operativo lo suficientemente dimensionado para actuar rápidamente en el primer ataque, para evitar eso mismo, que se conviertan en grandes incendios. Está claro que el coste de las labores de extinción con la actuación de tantos medios aéreos, terrestres, además de la restauración de las zonas afectadas, superan de manera exponencial el coste de cubrir la Comunidad con los medios de extinción necesarios. Es lógico pensar que es mejor prevenir que curar. Lo cual induce a razonar, como es lógico, que ese presupuesto dedicado al operativo de incendios no es un gasto, más bien es una inversión. Dicho lo cual, y en respuesta a tu pregunta, solamente me cabe decir, que la situación no invita al optimismo precisamente.
P.- ¿Qué habría que hacer para evitar los incendios?
R.- Además de establecer los medios necesarios para un primer ataque, dedicar una partida presupuestaria mayor para los trabajos de prevención eliminando combustible vegetal a lo largo del invierno. Así se hacía hace años. Insisto, supera en un porcentaje brutal el gasto de extinción y restauración, al gasto de los medios de extinción necesarios y mínimos para evitar que los incendios se conviertan en grandes fuegos. Además, se pueden matar dos patos de un tiro. Durante el invierno se invierte en prevención, y a la vez se fija la población rural apoyando el empleo en esas zonas. Tanto hablar de la España vaciada, y luego nos olvidamos de ella. Ya va siendo hora de ser coherentes, demostrando con los actos lo que se predica en las campañas electorales.
P.- Habrá visto de todo en estos 35 años… ¿Qué es lo que más le ha impactado?
Desgraciadamente he visto de todo. Lo más aterrador es ver vidas en peligro. No puedo hablar de esto sin acordarme de todos los compañeros que han muerto en acto de servicio, como los dos asesinados en Cataluña a mano de un “sinvergüenza” que estaba cazando, sin importarle si tenían hijos o dejaban viudas. Y lo he dicho bien, lo de “sinvergüenza”, porque un cazador es otra cosa. Sin olvidarnos de Juan Pedro, el más reciente, un compañero de Salamanca arrastrado por una crecida en el interior de su vehículo oficial al finalizar su jornada, ya de vuelta a casa, el pasado mes de diciembre. Me impacta también cada uno de los fallecidos en los incendios forestales, también en acto de servicio, desde personal de TRAGSA, agentes medioambientales, peones forestales, incluso voluntarios del pueblo. Y encima tienes que estar viendo que no se siguen las políticas más adecuadas. Recuerdo, en mis inicios, la mordedura de una víbora a una chica de unos 16 años, que estaba de acampada y terminó con su vida. Otro compañero y yo atendimos a una mujer que se intentó suicidar en medio del monte, lo pudimos evitar y permanecimos junto a ella hasta que llegó la ambulancia.
P.- ¿Y ver peligrar su vida?
R.- No me olvido de cuando ves que corre peligro tu vida. En ciertas intervenciones cuando te enfrentas a varias personas armadas y solo te ves dotado de un bolígrafo y una libreta. Es terrible que la administración tomara la decisión de quitarnos las armas. Lo digo yo que siempre he visto armas en este colectivo. Yo mismo porté una durante 20 años. En el monte estás sólo. Un policía en la ciudad, por ejemplo, al menos tiene gente cerca por si sufre una agresión. Nosotros estamos solos en un medio hostil. Si nos matan y nos hacen desaparecer, no se entera nadie.