Hablar de Cigales es hacerlo de vino. De los mejores rosados. No en vano, por la localidad vallisoletana de 5.286 habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), pasa el Sendero del Clarete. Y no hay mejor manera de combinar estos deliciosos vinos, premiados a lo largo y ancho de todo el mundo, que con las morcillas de más calidad que se hacen y venden en el municipio pucelano.

En el pueblo pucelano, que se ubica a escasos 15 minutos de la capital viajando en coche, se ubica, desde el año 1950, ‘Morcillas Maruja’. El crecimiento del negocio ha sido directamente proporcional al buen hacer de sus dueños. Primero de la propia Maruja. Después, cuando ésta falleció, de su sobrino Florencio. Al frente de la carnicería ahora.

Vendemos 70.000 kilos de morcilla al año. 1.300 a la semana de media, aproximadamente. Llegan a todos los puntos de España y, todo el que las prueba, queda encantado”, asegura nuestro entrevistado.

La labor de Maruja, clave en los inicios

Mi tía Maruja comenzó en 1950 a vender comestibles. Lo hacía en burro y dando vueltas por Cigales. Vendía de todo. Ese año monta la tienda que se encuentra ubicada en la Plaza Lagunajo número 2 de nuestro pueblo. En 1967 comienza con el negocio de la morcilla. Vendía todo tipo de carne, como hacemos ahora, pero se especializó en este producto porque se mataba mucho cerdo, de donde salían esas morcillas, al ser más barato”, explica, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Florencio Caballero Prieto, cigaleño de toda la vida y dueño actual de la tienda.

Empezó con su tía cuando apenas tenía 15 años. Ahora ya ha cumplido los 56. Fue en 1995 cuando no le quedó otra que coger el testigo y hacerse cargo del negocio. Cuando fallece Maruja. Han pasado ya casi 30 años de eso. La tienda continúa funcionando bien, como el primer día, y son muchos los que hasta allí se acercan, todas las jornadas, para comprar un producto que hace las delicias de miles de personas.

“Me considero una persona trabajadora. Soy cigaleño de toda la vida. Una persona tenaz. Fue muy duro empezar cuando fallece mi tía, pero, al final, hay que tirar para adelante. Lo hago con mi mujer y mis empleados. Ahora somos cinco trabajadores. Tres son autónomos. Entre los que están mi mujer y mi hijo. Yo correspondo a la segunda generación. La tercera será, cuando mi hijo coja el negocio”, asegura esperanzado “Floren”.

Floren, junto a su hijo, haciendo las morcillas Jesús Pilar Sobejano

Un esfuerzo constante en el día a día y el secreto de todo

Poco a poco. Con mucho esfuerzo y con un trabajo constante de horas y horas, Florencio ha conseguido sacar la tienda adelante. Toda una vida rodeada de carne. Con protagonismo para la morcilla, y haciendo felices a muchas personas a ritmo del mejor bocado que cuenta con un marcado acento cigaleño.

“Ofrecemos todo tipo de alimentos en la actualidad. Desde embutido, pasando por vino, hasta aceitunas y llegando a la morcilla, que es nuestro producto estrella. Vendemos 70.000 kilos de morcillas al año. Una media, aproximadamente, de 1.300 kilos a la semana”, nos cuenta nuestro protagonista.

El truco, la calidad del producto, la de las especias utilizadas y el amor que le ponen. “El secreto más destacado es el cariño”, afirma Florencio Caballero. Eso hace que, desde todos los puntos de España, principalmente la provincia de Valladolid y la de Palencia, pero también desde Sevilla, Santander, Salamanca o incluso Valencia, reclamen estas morcillas, únicas en España.

Florencio en su canicería

“Están muy buenas”

No sé si son las mejores, pero ahí están. A mí no me gusta decirlo. Lo que sí que puedo decir es que están muy buenas. Por eso vendemos a particulares y también a restaurantes y bares. La venta a través de nuestra página web también nos funciona muy bien”, añade la cabeza visible y pensante el negocio.

El cigaleño apuesta por el mundo rural y hace un llamamiento para que más valientes decidan instalarse, abriendo un nuevo negocio, en los diferentes pueblos y localidades de la provincia vallisoletana.

En cuanto al futuro suyo, y de su tienda, espera “seguir adelante poco a poco” a base de esfuerzo para que otro continúe, dentro de unos años, prolongando su legado. Un legado y un negocio familiar que tiene mucho placer que dar aún con sus morcillas, únicas en España, y de un sabor y valor incalculables.

 

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