Érase un periodista pegado a un teléfono. Un teléfono que estaba operativo 24 horas. Así podría comenzar la historia de Arturo J. Pinto (Husillos, Palencia, 1959), un periodista de raza, leal y apasionado. De orígenes humildes, pero con una “educación muy digna”, de los de estudiar con le Enciclopedia Álvarez 1 y 2, el pasado mes de mayo dijo adiós a la profesión después de cuatro décadas de entrega. Primero prensa escrita y posteriormente comunicación institucional en Diputación de Valladolid, Delegación de Gobierno y Junta de Castilla y León donde se ha convertido en todo un referente.
“Una vida profesional de agradecimientos y de pasión”, recuerda en esta entrevista con EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León; un palentino con alma vallisoletana que, tras estudiar en el pueblo, se vino a hacer Bachillerato al colegio San Agustín de Valladolid y lo terminó en Fuenterrabía. El COU lo hizo en Palencia y la carrera de periodismo la inició en Barcelona. Amante de las humanidades, cree que la importancia del periodismo es ponerlo todo “en contexto” y, por supuesto, “leer mucho”. 40 años de oficio que dan para escribir un libro, y no es una frase hecha, porque se lo está pensando. Aunque de momento lo que quiere es recuperar el tiempo perdido en sus orígenes. Ramiro Ruiz Medrano, Jesús Julio Carnero, Juan Carlos Suárez-Quiñones, Milagros Marcos o María José Salgueiro han sido algunos de los políticos con los que ha trabajado. Un sinfín de anécdotas, momentos bonitos y duros, pero si con algo se queda es con el “respeto de mis jefes”, “el cariño de la profesión” y con una conversación con el Rey Felipe VI.
Pinto se ha sabido amoldar a los nuevos tiempos tecnológicos y su llegada a las instituciones, sobre todo en la Diputación, coincidió con un cambio de modelo en la comunicación con el que ha sabido encajar y trasmitir a los medios. Siempre pensando en que “los jefes de prensa no tenemos que ser pelotas, sino profesionales”, “con la premisa del compromiso y la lealdad”. Más de una hora de charla con este palentino que aprovecha la entrevista para despedirse de muchos que “todavía no saben que me he jubilado”.
Pregunta. Compañero, se puede decir que ha pasado a mejor vida.
Respuesta. (Risas). Bueno, he cumplido con mi etapa laboral y ahora lo que pretendo, junto a mi pareja y familia, es volver al pueblo. Creo que ya era hora.
P.- 40 años dedicados al periodismo. ¿Cómo se ven?
R.- Pues con muchos recuerdos. Empecé con un periódico de Palencia que duró poco. Luego me fui a Madrid a Universidades Populares, una especie de lo que ahora son los centros cívicos, en un taller de comunicación con personas adultas que fue muy interesante, y posteriormente me llamaron de El Norte de Castilla donde trabajé en diferentes secciones. Hasta que me marché a la Diputación de Valladolid. Mi experiencia en el periódico fue muy interesante. En pleno desarrollo de la transición democrática en España y del Estatuto de Castilla y León, las primeras elecciones y el primer gobierno autonómico... Estaba todo por hacer y tuve grandes compañeros y maestros. Era joven y tenía muchas ganas de hacer información con las reglas básicas: “Qué, cuándo, dónde, por qué…”. Eran otros tiempos y había una relación más directa con el político. Un periodismo muy enriquecedor y cercano. Es cierto que antes se podía hacer un periodismo más reflexivo; ahora es más selectivo y de inmediatez.
"Es cierto que antes se podía hacer un periodismo más reflexivo; ahora es más selectivo y de inmediatez"
P.- Y llegó el momento de pasarse al otro lado, al periodismo institucional desde el gabinete de prensa.
R.- Yo tenía contacto con Ramiro Ruiz Medrano, presidente de la Diputación de Valladolid, porque seguía los temas provinciales. Entró en noviembre de 1993 por una moción de censura y cuando llegaron las elecciones municipales de 1995, en septiembre, Ruiz Medrano solicitó mis servicios al periódico. No lo tenía claro porque estaba muy motivado en el periódico a mis 36 años. Nos dimos quince días para pensarlo y al final me animé. Por probar no perdía nada… y los tres años y medio se convirtieron en 17 años.
P.- Se puso al frente de una Diputación que nacía en términos de comunicación.
R.- Sí, fue una época muy bonita. Innovamos mucho con la llegada de la página web. Hicimos muchas notas de prensa para poder trasmitir y dar a conocer lo que se estaba haciendo en los pueblos. Quisimos que los alcaldes presentarán en la Diputación sus actividades de desarrollo rural, de ocio o de cultura. Ramiro Ruiz Medrano se marcó inicialmente objetivos muy claros: mejorar las carreteras e iglesias, y consolidar los planes provinciales, pero también dar a conocer lo que se hacía en los pueblos. Incluso comenzamos a emitir también los Plenos de Internet, que ahora es algo normal, pero en esa época era inédito.
P.- Recuerda con mucho cariño esta etapa.
R.- Fue una etapa muy intensa con promoción de los museos como el del Vino o el del Pan, que dinamizaron el turismo de la provincia. Se empezaba a apostar por este tipo de turismo y nosotros lo hicimos desde el primer momento. Fue una época de no parar. Te doy un dato: cuando comenzamos solo había una docena de casa rurales en la provincia vallisoletana, y en esta época se pasó a más de cien. Recuerdo esos años con mucho cariño. Los planes provinciales se aprobaban por unanimidad, y en los presupuestos, creo que en los últimos años la oposición se abstuvo. Hubo un tiempo de consenso que ahora se echa de menos.
P.- Y de recorrerse todos los pueblos de Valladolid a viajar hasta Soria o Ponferrada. Comienza su etapa en la Delegación de Gobierno.
R.- Cuando se fue Ramiro seguí en Diputación los ocho primeros meses con Jesús Julio Carnero como presidente, que me dio su confianza. Ruiz Medrano dejó la Diputación y se fue a las Cortes, aunque pocos meses después Rajoy ganó las elecciones y le nombraron delegado del Gobierno en Castilla y León, acompañándole como jefe de prensa. Estuve seis años y fue una época complicada, nos pilló la crisis económica y no fue fácil. El Gobierno de Rajoy se dedicó, sobre todo, a mejorar la economía y otros temas quedaron más eclipsados. En la Delegación del Gobierno la función era vender el trabajo del Gobierno en la Comunidad. Hablábamos mucho con Moncloa y sus ministerios para organizar agendas y el trabajo, y que conocieran la realidad del territorio de Castilla y León. Fue una época movida y efectivamente pasé de viajar a Mayorga, como muy lejos, a Soria o Ponferrada. La agenda y los interlocutores se cambiaron. Pasé de hablar con el entorno de alcaldes de pueblos de 50 habitantes, al entorno de ministros. Además tuve el privilegio de tratar con la Casa Real. La parte más complicada fue la de sucesos, había que tener mucha sensibilidad a la hora de informar de estos temas, como ocurre ahora. Los casos de violencia de género fueron muy complicados, aunque siempre conté con la sensibilidad de los medios de comunicación. Fue una época en la que aprendí mucho.
“Mi etapa en la Diputación la recuerdo con cariño por la cercanía y por poner la digitalización en marcha; la de Delegación por algunos duros sucesos”
P.- Y por último llega la llamada de la Junta de Castilla y León.
R.- Colaboré seis años en la Delegación, primero con Ramiro Ruiz Medrano, unos meses con Juan Carlos Suárez-Quiñones y en la última etapa con María José Salgueiro en la Delegación del Gobierno, hasta que Pedro Sánchez presentó la moción de censura y tuvimos que abandonar la Delegación. Me llamaron de la Junta para la Consejería de Agricultura con Milagros Marcos. Un trabajo diferente, pero enriquecedor, por ejemplo, para desarrollar la PAC en Castilla y León, que fue muy bien negociada por el Gobierno de Mariano Rajoy y la Junta de Juan Vicente Herrera. Llegaron las siguientes elecciones, ya con Alfonso Fernández Mañueco de presidente, y el entonces consejero de Fomento y Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, reclamó mis servicios…, y hasta ahora. Otra experiencia muy enriquecedora, pero complicada porque hay un cambio en la mentalidad en temas de sostenibilidad y medio ambiente, y sufrimos una utilización política en torno a los incendios forestales.
P.- ¿Nunca pensó en volver al periódico?
R.- Sí, claro, pero cuando iba recibiendo el apoyo de todos los presidentes, delegados y consejeros con los que he colaborado, quería seguir en esto. Tengo que reconocer que mis jefes siempre me han respetado en todo. La verdad es que me considero un privilegiado porque han contado siempre conmigo.
P.- ¿Cómo se ha sabido amoldar a los nuevos tiempos del periodismo y de la tecnología?
R.- Cuando entré a trabajar en el periódico todavía existían los montadores, fíjate. En estos años he tenido que aprender a hacer vídeos y adaptarme a las nuevas tecnologías. Era un contexto diferente, estaba todo por hacer y entre todos nos ayudábamos. La información no está exenta de la crítica. Cuando yo empecé se hacía mucha información propia, pero también te permitían ‘mojarte’ y hacer una columna de opinión relacionada con la noticia. Eso me gustaba. Ahora se soslaya más, no es bueno ni malo, es lo que nos ha tocado vivir. Además, se trabajaba con fuentes propias y nos buscábamos mucho la vida. No estábamos pendientes de Twitter ni de Internet como ahora ocurre. Era un tema para un día y para reflexionarlo.
P.- Ahora ya no hay tiempo para ello.
R.- Hoy se leen muy pocos periódicos. Estamos condicionados por los titulares y no nos damos cuenta de que un mensaje puede tener doble o triple interpretación, según esté redactado de una manera u otra. Una información es algo más que un titular o un tuit y los propios medios contribuimos a ello. Es cierto que no puedes estar fuera de la realidad, pero hay que reivindicar el periodismo. El tuit está demostrando que cualquiera puede escribirlo y difundirlo, pero hay que tener una credibilidad y no fiarte de todo, eso me asusta. Un medio que se precie de ser riguroso, tiene que contrastar con la fuente, y eso cada vez se hace menos.
"Los jefes de prensa no tenemos que ser pelotas, sino profesionales, respetando el compromiso y la lealtad"
P.- Quizás por las redes sociales, creo que la relación entre periodista y político se ha deteriorado. ¿Ya no se fían?
R.- Las estructuras de los partidos y de las instituciones han cambiado mucho. Se ha esquematizado todo más. La comunicación institucional está más organizada, algo que es positivo; el jefe de prensa intenta siempre que el político atienda a los medios de comunicación, pero ahora las cosas han cambiado. La inmediatez lo ha cambiado todo; un tuit está bien, pero tiene que ir acompañado de más. Es un reflejo de la sociedad, estamos todos a la defensiva, es un problema de educación y formación.
P.- Una persona vale por sus recuerdos. Cuéntenos los suyos.
R.- De la Diputación de Valladolid me quedo con el trato con la gente de los pueblos. Son muchas anécdotas. De la Delegación del Gobierno me inquietaban los sucesos: por violencia de género, la muerte de Isabel Carrasco, el accidente de un autocar en Ávila o un accidente en helicópteros de guardias civiles en León, por citar algunos. Ya en la Junta, no me puedo olvidar de los incendios forestales del pasado año. Son muchos recuerdos, aunque lo que guardo con más cariño es un encuentro en Burgos con el Rey Felipe VI. Por la mañana estuvimos en la reinauguración de Campofrío y por la tarde se entregaba un premio de economía, y de alguna manera el Monarca se enteró de que mi madre estaba hospitalizada con problemas de salud. Antes de irse del acto, se acercó y me preguntó por ella. Me descoloqué por completo. Emocionado, me quedé sin palabras. Incluso me comentó anécdotas de su abuela Mercedes y me sugirió hacerme una foto para mostrársela. Ya de noche, yendo de camino al hospital me hicieron llegar estas fotos al WhatsApp y así se las enseñé a mi madre: “Este señor se ha interesado por ti”, le dije a mi madre.
P.- Y todo esto da para escribir un libro. ¿Lo ha pensado?
R.- Pures sí me gustaría, no sé en qué formato, pero escribir algo me gustaría. Una novela costumbrista ambientada en el mundo rural, algo que tenga que ver con lo que he vivido en estos últimos años…
P.- ¿Qué consejo daría a las nuevas generaciones?
R.- Que tengan contexto. Que no vayan a las convocatorias solo a recoger unas declaraciones. Leer es muy importante, pero también saber los contextos en los que nos movemos. El periodismo no se puede disociar del humanismo.
"Recomiendo a los jóvenes que tengan contexto. Leer es muy importante, pero también saber los contextos en los que nos movemos. El periodismo no se puede disociar del humanismo"
P.- ¿Puede decir que ha ejercido su profesión con libertad?
R.- Siempre, ahora bien, dentro de unos límites. En el caso de la política institucional, manteniendo compromiso y lealtad. Pero siempre me he sentido libre, con una conciencia crítica; los jefes de prensa no tenemos que ser pelotas, sino profesionales, respetando el compromiso y la lealtad. Soy de los que pienso que para ser buen periodista hay que ser buena persona.
P.- ¿Y ahora cómo es su día a día?
R.- Esperando a que me reformen la casa en Husillos, donde me críe, para vivir allí. Viviendo al lado de mi hermano para compartir tiempo que antes no lo he podido hacer. Disfrutando del entorno de mi pueblo. Y, por cierto, la casa la pongo a disposición de mi familia y de mis amigos, que es lo que me llevo de todos estos años.
"Ahora me gustaría colaborar en algún medio, porque esto no se olvida, pero sobre todo recuperar el tiempo perdido"
P.- ¿Nunca le tentó ser político?
R.- Nunca me lo he planteado. Se puede colaborar sin estar en primera línea. Ahora me gustaría colaborar en algún medio, porque esto no se olvida. Y lo que sí quiero es mandar un agradecimiento a todos mis jefes y a toda la profesión. Gracias.
P.- ¿Su teléfono estaba 24/7? 24 horas, siete días a la semana.
R.- Es una forma de hablar; no llega a tanto, pero casi, sobre todo en la Delegación de Gobierno y en la Junta; dependiendo de la época, había que estar muy pendiente del teléfono.