Emilio de Justo, oreja y dos orejas, Pablo Aguado, oreja y dos orejas. Darío Domínguez, que tomaba la alternativa, vuelta al ruedo en su primero tras aviso y oreja en el que cerraba plaza. Los dos diestros (padrino y testigo) salieron desmonterados: nuevos en esta plaza.
Darío Domínguez
Digno, muy digno, estuvo el iscariense en su día grande, el de su doctorado. Ya es matador de toros, sueño cumplido. Darío estuvo a la altura de la tarde, a pesar de que sorteó el peor lote con diferencia -¿quién metió la mano?-.
El cuatreño del doctorado, Tarzanillo de nombre y de pelo negro, fue de esos animales que te quitan las ganas de ir a los toros: abanto, huidizo, distraído, manso. Pero noble. Sin embargo, el toricantano, primer matador de toros que da la villa maderera, le plantó cara desde los inicios capoteros hasta el adorno final.
Lo tuvo que coser a la franela para hilvanarle alguna serie, que las hubo, porque el rajado toro se iba a las tablas sin remisión. La espada viajó varias veces arriba y eso enfrió la petición de trofeos. Dio una vuelta al ruedo. Darío había brindado al matador de toros cuellarano Javier Herrero, quién le había asesorado para su alternativa. La asociación taurina local le ofreció una placa para recordar su alternativa.
Con el que cerraba festejo, (que brindó a su familia) un toro complicado para toreros con oficio, -Darío ha toreado este año tan solo dos novilladas- estuvo muy decidido ante un animal que se paraba al segundo muletazo, pero su disposición le permitió algún lucimiento. Mató de pinchazo y descabello y el público le pidió con fuerza la oreja que paseó junto a un nutrido grupo de niños. Hay que hacer afición. Destacar la lidia impecable y un par de banderillas superior del subalterno Ambel Posada.
Emilio de Justo
Un apéndice cortó el extremeño al que hizo segundo, un animal noblón y escaso de fuerzas, al que toreó a media altura con mucho temple y ligando los muletazos. Mató arriba. Antes había brindado a David Luguillano.
Al cuarto, un toro noble y bravo lo toreó por ambos pitones con mucha templanza y tirando de oficio y técnica. Se le notó estar a gusto al cacereño, que visitaba Íscar por primera vez. Era un toro de los que gustan a los toreros porque se dejan hacer. De Justo lo sobó y se hartó de torear con él.
El espadazo fue antológico. Le pidieron con fuerza las dos orejas que paseó por el albero iscariense. Destacar a su cuadrilla por su profesionalidad.
Pablo Aguado
El sevillano, con ese perfume de torería que hay en la ciudad de La Giralda, inundó de arte el coso iscariense, que pisaba por primera vez. Serán faenas para el recuerdo porque Aguado toreó a su excelente lote con cadencia, elegancia, temple. Y personalidad.
Sobre todo con la zurda, donde los muletazos fueron eternos. Los dio de todas formas; desde los lances a la verónica mezclados con chicuelinas y rematados con medias de cartel, hasta el toreo cadencioso de derechazos y naturales realizados de una forma magistral y a la vez exquisita. Ora, trincherillas, ora molinetes, ora ayudados. En fin, una forma mágica de ofrecer recursos de una belleza sublime.
Cierto es que la espada se le fue abajo en su primero y el usía calibró el trofeo concediéndole solo uno. Por lo que el público mostró su desacuerdo. Sin embargo, en el quinto sí concedió las dos orejas. Pero lo cierto es que el sevillano mostró sus credenciales, dejó su personalísimo sello y gustó al público de Íscar. El quinto toro fue aplaudido en el arrastre.
Entre el público pudimos saludar al consejero de Cultura, Gonzalo Santonja, que vino acompañado de su esposa, María Antonia de Isabel. Y en el nutrido callejón muchos amigos y compañeros como Carlos Martín Santoyo, que ya prepara las retransmisiones de las novilladas de la Junta. Perico De Frutos (Rte. Cossío) donde nos dimos un homenaje del que hablaremos en próximos días. Los Boyano, ganaderos de Villalpando, junto a José Antonio del Val, abogado pucelano y Jorge Manrique. Con nosotros, nuestro fiel amigo Javi Martín y el palentino Dioni Calvo.
Les ofrecemos una amplia galería de Natalia Calvo.
Nota bene: La banda de la Asociación Musical Iscariense (AMI) sigue sonando como los ángeles. Enhorabuena.