Uno de los placeres más grandes de este mundo es comer un buen lechazo. Sí, lechazo, no confundir con el cordero. Aquí hablamos de la cría de la oveja que todavía mama. El término "lechazo" es especialmente utilizado en el área de Castilla y León, Cantabria y la cuenca del Duero donde su IGP Lechazo de Castilla y León fija que no debe pesar más de doce kilos en el momento del sacrificio.
La teoría está bien, pero lo mejor es la práctica. Y para practicar, hay que visitar Valladolid, cuna del lechazo. A continuación, te vamos a ofrecer los diez mejores restaurantes de la provincia para poder saborear esta delicia que se puede comer en diferentes maneras. Por supuesto, que para gustos se hicieron los colores, y en este listado pueden entrar muchos más. Y como recomendación, aunque creemos que sobra, acompáñalo de un buen vino y una mejor compañía. A comer, la mesa ya está puesta.
Restaurante Mannix (Campaspero)
Se podría decir que hablamos del santuario del lechazo. La localidad vallisoletana de Campaspero, de 1.042 habitantes, es un sitio perfecto para disfrutar de la mejor gastronomía de la provincia pucelana. El lechazo es una de las señas de identidad. Está especializado en el lechazo churro al horno de madera de encina. En su variada carta también cuenta con productos como las mollejas, la papada ibérica, la chuleta o chuletillas y unos deliciosos callos que quitan el sentido. Su buen hacer le ha llevado a ser galardonado como el restaurante más casual de Europa.
Mesón Casa Pedro (Herrera de Duero)
Siguiendo por la provincia, en Herrera de Duero, nos encontramos con otro básico del lechazo: Mesón Casa Pedro. Ya lo dicen ellos mismos, “aquí puedes degustar el lechazo auténtico”. Casi tres décadas dedicándose a este manjar que se hace en el horno de toda la vida, de leña, lo que le aporta al lechazo un sabor inconfundible. Además, te lo envían a domicilio.
La Parrilla de San Lorenzo (Valladolid)
Este espléndido restaurante cuenta con una cocina sorprendente, tanto en sus platos tradicionales como en sus propuestas contemporáneas. Si alguien viene por primera vez a Valladolid y quiere disfrutar de lechazo, La Parrilla es la elegida. De ello puede dar buena cuenta el presidente del Real Valladolid, Ronaldo Nazario, que es un fijo. Aquí puedes disfrutar del auténtico lechazo de Castilla y León con sello I.G.P, que garantiza su origen y calidad y es asado a fuego lento en auténtico horno de leña.
El Figón de Recoletos (Valladolid)
Otro clásico en el mismo corazón de la capital. El lechazo asado en horno de leña de encina, como ya casi nadie lo cocina, es su especialidad. La técnica es sencilla pero inmejorable y es por ello por lo que se mantiene sin apenas cambios desde tiempos inmemoriales. Poco más puede acompañar a este plato tan natural: Los «mariscos» de Castilla, los vinos de la ribera, y por supuesto buen apetito y compañía. Sabores auténticos y mucha pasión por lo que hacen son el resultado de casi cuatro décadas.
Los doce arcos (Traspinedo)
Lo bueno del lechazo es que se permite comer de muchas maneras diferentes, y en Traspinedo saben mucho del pincho. El Mesón castellano Los Doce Arcos es famoso por su Pincho de Lechazo Churro a la Brasa de Sarmiento. Este es un plato típico del municipio vallisoletano, creado por los antepasados desde tiempos inmemoriales, siendo conocido y apreciado por los visitantes como un plato exquisito. El establecimiento lleva abierto desde el año 1989.
Asador Carlos (Traspinedo)
No nos movemos de Traspinedo, porque también encontramos otro lugar donde su pincho de lechazo es una oda, Asador Carlos. Aquí el pincho se convierte en un auténtico arte en manos de Carlos. Degustar este manjar, las barras de lechazo al sarmiento, nos demuestra que el lechal no sólo resulta delicioso cuando se prepara asado, sino también en formato pincho.
Bodegas Arzuaga (Quintanilla de Onésimo)
Si quieres comer un lechazo de Estrella Michelin, este es tu sitio. Taller, con una Estrella Michelin, es el proyecto gastronómico de Bodegas Arzuaga y el prestigioso chef Víctor Gutiérrez. Un restaurante con una cocina castellana de vanguardia basada en los productos de la tierra, y por supuesto, aquí se incluye al lechazo. Será otra manera de comerlo, pero siempre regado con un vino Arzuaga.
El Molino (Peñafiel)
Peñafiel es tierra de lechazo y uno para comerlo muy rico es el restaurante Asador Molino de Palacios. Un establecimiento hostelero que cuenta con 28 años de historia y que está gestionado por dos hermanas: Noemí y Emilia Bocos Arévalo. Peñafielenses de toda la vida. La especialidad es el lechazo asado en horno de leña. Se trata de un restaurante en un enclave privilegiado, sobre el río Duratón, rodeado tanto de naturaleza como de historia y en el que el ambiente resulta familiar y cercano. Es ideal para familias, parejas, empresas y distintas celebraciones. Tiene una capacidad para 160 personas y se mantiene la maquinaria del molino del siglo XVI. Desde el interior del establecimiento hostelero se puede ver, perfectamente, el discurrir del agua.
Mesón Don Pelayo (Valladolid)
Si eres de Valladolid seguro que has ido a alguna celebración al mítico Mesón Don Pelayo, en el polígono San Cristóbal, para los más pucelanos “cerca de donde la ITV”. Un establecimiento familiar, con unas instalaciones amplias y de corte castellano, donde da gusto comer lechazo porque no es el típico restaurante, aquí estás ante una bodega de asar. El lechazo asado en horno de leña es su especialidad, un clásico en la ciudad de Valladolid, así como el resto de una carta de platos estupendos y con muy buena calidad. No te pierdas sus chuletillas de lechazo a la brasa.
Costa del Piñón (Valladolid)
En Costa del Piñón, en la avenida de Gijón, preparan sus pinchos con la oveja churra, una de las razas más primitivas de la península ibérica. Churro significa “labriego” o “labrador”, precisamente porque el lechazo se consumía entre los campesinos de esta tierra de pinares como el auténtico manjar que sigue siendo.
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