Si eres de esos vallisoletanos a los que les encanta el lechazo, que saben lo que es la cencellada, que saben disfrutar de la niebla de noviembre y que echan de menos ver a Miguel Delibes pasear por el Campo Grande, ‘Vallisoletanías’ es tu libro (Ed. Difácil, 22 euros). “Realmente es una declaración de amor a mi ciudad y a mi generación que estábamos un poco perdidos sin nadie que lo glose”, explica el escritor José F. Peláez (1978). Y así lo ha hecho. En su libro ha recopilado diferentes artículos periodísticos publicados donde realiza una oda a su ciudad. Todo ello con la participación de Enrique Berzal y Rafael Sansón, que son los responsables del prólogo y del epílogo del volumen.
Peláez recomienda este libro en el que “no se habla nada de política”, simplemente es un canto a Valladolid, una obra que “debería leer la gente joven para conocer la ciudad de sus padres y de sus abuelos”. Y lo hace ahora, que él ya es padre y ve cómo se va perdiendo lo que toda una generación gozó. Por ejemplo, disfrutar de su barrio, el de San Andrés. “Escribo bien y con cariño de mi ciudad, para avivar recuerdos y contárselos a mi hija. Mis recuerdos empiezan a estar superpuestos sobre los suyos y tengo que recomponerlos antes de que sean ya pasado”, reflexiona a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León. Por estos motivos nace ‘Vallisoletanías’ donde los textos se acompañan de dibujos de Iván San Martín y que ya está a la venta en librerías y plataformas habituales. ¿Por qué leerlo? Pues aquí van algunas razones de un libro que es todo un legado para las futuras generaciones de vallisoletanos.
Si eres de esos vallisoletanos que ve a los turistas desorientados en la ciudad con un mapa, y quieres ayudarlos, pero no te atreves porque no quieres molestar, este es tu libro. “Esa es la manera de ser del pucelano, amable, que quiere ayudar pero que no quiere molestar. Y no, no somos secos, lo que pasa es que estamos concentrados, somos tímidos y tenemos nuestro propio código. O como un día escribí, 'no somos secos, pelele'”.
Si eres de esos vallisoletanos que iban al Cuadro a Askot o Paco Suárez, que llenaban el pasadizo de Paraíso y que has bebido un cachi en Cantarranas también debes leer este libro. “Echo de menos el ambiente de noche en Valladolid. En algunas cosas hemos mejorado, pero en la fiesta nocturna, no. Recuerdo a un Valladolid pletórico, lleno de jóvenes, sin incidentes y eso ya no existe”, evoca el escritor.
Escribir a Valladolid
Si eres de esos vallisoletanos que solo hablan bien de su ciudad cuando están fuera de ella, no puedes dejar de pasar la oportunidad de leer estos artículos. “Todas las ciudades se quieren mucho, por ejemplo, Cádiz, San Sebastián, Sevilla. Y yo tengo la sensación de que a Valladolid nunca se le ha escrito lo bonito que es. No quiero ser andaluz, pero quiero tener ese sentimiento que tienen hacia su ciudad. Da la impresión de que pensamos que nuestra ciudad es de Tercera, y no, tenemos que presumir de ella”, afirma.
Si eres de esos vallisoletanos que sale de vermut con tus hijos pequeños por el centro, alargas el tardeo y acabas tomando copas en Coca, este es tu libro. “Es cierto que ahora los que salimos de fiesta somos los mismos que lo hacíamos hace tiempo de noche, pero con otros horarios. Es normal, ahora no hay juventud. En el colegio San José éramos cinco clases de cuarenta y pico alumnos. Ahora hay dos aúlas con 20”, lamenta.
Si eres de esos vallisoletanos que echas de menos a Vicente Cantatore, el escudo antiguo del Real Valladolid y que sabes lo que es un 'fasero' tienes que leer este libro. “No es cuestión de ser nostálgico, es cuestión de vivirlo con melancolía y recordar cómo lo viviste. Y eso es lo que cuento. Es cierto que la ciudad ha mejorado en muchas cosas. Por ejemplo, antes pasaban vehículos por calles que ahora son impensable”, afirma.
Si eres de esos vallisoletanos que les gusta quedarse en agosto en Pucela para pasear por Las Moreras o tomar algo tranquilamente en el Farolito o en El Largo Adiós, tienes que leerlo. “El verano es muy chulo en Valladolid, aquí no hay que aguantar cremas en el cuerpo ni sombrillas que vuelan en la playa”, bromea.
Si eres de esos vallisoletanos que cuando sale de la ciudad echa de menos la niebla, el frío y sus olores a petricor o cencellada, tienes que leerlo. “No sé a qué huele Valladolid, pero huele diferente. Huele a aire frío, y dependiendo de la estación, a niebla, a primavera o a tranquilas tardes de verano”.
Si eres de esos vallisoletanos que están cansados de escuchar que en esta ciudad solo hay gente fría, seca, antipática y, por supuesto, que vives en ‘Fachadolid’, este es tu libro. “Tenemos que tomarnos menos en serio las cosas y reírnos más de nosotros mismos”, apunta.
En definitiva, si eres de esos vallisoletanos que toman unas gambas en El Suizo, un café en el Café del Norte, que sale a dar una vuelta por la calle Santiago, que va a los toros solo en ferias (pero no más en todo el año) y que participa en todo pero poco, enhorabuena, porque como define Peláez “eres una buena persona” y tienes que leer ‘Vallisoletanías’ porque “quien habla mal de Valladolid es que no la conoce”.