Tiempos ha que no salía con esta frecuencia para almorzar. Casi lo había olvidado desde mis tiempos en la radio donde el lema era: “Hay que ver los langostinos que tiene uno que comerse para llevar los garbanzos a casa”…
Y hoy sirvió también para saludar a un veterano amigo hostelero, el segoviano Gonzalo Fuente, que no lo veía desde su etapa en “Las Mareas” de la calle Perú. Hoy está ubicado en la calle Alemania de la capital pucelana desde hace unos siete años. Ahí, en la coquinaria, labora Gonzalo con Maribel, su esposa. Y Laura, la hija de ambos, en la sala, que además es enóloga.
Un lugar muy coqueto y acogedor donde los asados, tanto de carnes como de pescados, son su especialidad. Y ahí nos dimos cita con mis buenos y fieles amigos José Antonio Del Val (abogado en Deferre Consúlting y gestor taurino). Y Javier Martín (del 1.1.2, con Ilunion).
Javier, además, es íntimo amigo de mi hija Nati desde los tiempos de bachillerato. Ambos cuarentones y buenas gentes. A ver si se me pega algo de juventud…
Durante el almuerzo tocamos todos los temas habidos y por haber, aunque predominó lo taurino, ya que Del Val domina la cosa, y Javi es asiduo acompañante en mis recorridos por esas plazas de Dios durante la temporada.
El condumio
Laura nos detalló lo que había de menú; Del Val y un servidor optamos por compartir un pargo al horno que resultó sumamente suculento, además venía limpio de espinas como una patena, ya se había encargado Gonzalo de la perfecta “depilación”.
Mientras que Javi, que sigue siendo un tiquismiquis para la cosa de la manducatoria, además de tradicional, eligió un secreto ibérico cuyo plato quedó limpísimo. Antes, tomamos de entrantes unos puerros y unas almejas a la sartén. Delicioso todo ello. Un tinto “Juan Rojo” de Toro nos acompañó en el camino. De postre, compartí con Del Val un exquisito queso manchego, viejo y picantón, en pequeñas porciones acompañado de nueces. Sublime la mezcla.
Tras los cafeses de puchero nos trasladamos a lo que fuera un santuario taurino: “El Lucense”, ahora reformado y es un sitio muy acogedor en pleno Paseo de Zorrilla, justo enfrente del coso. Y allí nos endosamos un gin tonic, aunque el mío fue sin.
Luego, saludaríamos en la Bodega Las Mercedes a Inocencio Gómez, (Chencho para los amigos) empresario de la plaza de toros de Arévalo y personaje singular con el que hemos llegado a un buen grado de amistad desde que nos lo presentara Del Val.
Ellos se quedarían para una posterior cena; Javi y un servidor hicimos mutis por el foro. Había sido una jornada amena e interesante. Y es que compartir almuerzos y copas con buenos amigos siempre es una excelencia.