Corría el 30 de diciembre de 1903. No era un día cualquiera para Valladolid. Y no, no porque el año estuviese a punto de acabarse. En medio de la Plaza Mayor de la ciudad del Pisuerga, un imponente objeto se erigía hacia el cielo, tapado con una tela con los colores nacionales. A su alrededor, una valla de alambre, para evitar la curiosidad de cualquier impaciente.
Dentro del vallado, una mesa forrada de terciopelo, donde se firmaría el acta de lo que allí iba a ocurrir unos minutos más tarde. El reloj marcaba las 12:00 horas del mediodía, un momento en el que el centro neurálgico de la ciudad presentaba un aspecto aparentemente abarrotado.
Los vallisoletanos no querían perdérselo, había llegado el día del descubrimiento de la estatua en honor a Pedro Ansúrez, o Conde Ansúrez como se le conoce por aquí, primer señor y 'fundador' de Valladolid, quien sembraría la semilla en una pequeña villa que posteriormente se convertiría en lo que hoy en día conocemos como la ciudad. A pesar de que siempre se le ha considerado el fundador de Valladolid', lo cierto es que los historiadores le atribuyen más un papel de "repoblador", ya que la existencia previas de asentamientos harían de este término erróneo en cuanto a su condición.
Ahora bien, este evento supone un hecho histórico, por la importancia de su figura, que se recuerda 120 después gracias al libro 'Tal día como hoy. Calendario Histórico de Valladolid', obra de Roberto Delgado. El evento fue liderado por la Corporación Municipal, liderada por un Alfredo Queipo de Llano, muy popular a pesar de no querer ser nunca alcalde, que brindaría uno de sus últimos servicios a su ciudad natal. Y es que el 31 de diciembre, un día después, se produjo la salida del regidor del Consistorio vallisoletano. Pero esa es otra historia de la que ya hablaremos mañana.
El frío no impidió que vallisoletanos y curiosos se acercasen hasta la Plaza Mayor. Era un evento marcado en rojo en el calendario de los vecinos, a pesar de que realmente, la inauguración oficial no era como tal el 30 de diciembre de 1903, sino que fue el 1 de enero de 1904.
Aquel 30 de diciembre de comienzos del siglo XX, simplemente se daba el descubrimiento de la estatua en honor al repoblador de Valladolid. Balcones y aceras se abarrotaron de gente. Nadie se lo quería perder. Para amenizar el momento y celebrar el descubrimiento, en el interior del vallado de alambre, la banda de música del regimiento de Isabel II ponía los acordes a esta fría mañana de diciembre.
Desde la calle Fernández de la Torre, llegaba al Ayuntamiento de Valladolid el Gobierno Municipal, precedidas de los maceros, aquellos funcionarios que van vestidos de gala. Queipo de Llano, que recibió su ya habitual baño de masas, dado que era muy querido, cogió el cordón que se unía a la tela rojigualda.
Finalmente, la estatua del Conde Ansúrez vio la luz, a ojos de todos los allí presentes, aunque con alguna dificultad, ya que la tela estaba mojada por las lluvias que arreciaron la ciudad aquellos días. El sonido atronador de bombas y el ritmo de la Marcha Real, camuflaron el griterío de los asistentes.
El 30 de diciembre de 1903, Valladolid veía como el Conde Ansurez sustituía al monumento "feo y desconocido" que en ese mismo lugar, tal y como se calificaba en una noticia publicada en junio de 1877. Un hito cumplido y una estatua que a día de hoy podría decirse que es la más icónica de la ciudad del Pisuerga. Impasible al paso del tiempo, el Conde Ansúrez permanece en el centro de la Plaza Mayor, como un elemento característico y que ya es una seña de identidad de los vallisoletanos.
Obra del escultor de Valladolid Aurelio Rodríguez Vicente Carretero, el 1 de enero de 1904 se dio por inaugurada, ahora sí, oficialmente la estatua del Conde Ansúrez. El propio autor la realizó en 1903.
A día de hoy, vallisoletanos y visitantes no se imaginan una Plaza Mayor sin esta estatua. A pesar de ser varios los eventos multitudinarios que aquí se emplazan, como son las Ferias y Fiestas de la Virgen de San Lorenzo o el World Pádel Tour, que cuenta con una amplia estructura física, todos ellos se adaptan físicamente en su anatomía sobre un monumento que es icónico en Valladolid y que es muy cuidado.