El 30 de septiembre de 2016 se recuerda como una fecha muy triste para Valladolid. Lauki echaba el cierre para siempre en la ciudad del Pisuerga. Más de medio siglo siendo la leche por excelencia de Valladolid se esfumó de la noche a la mañana tras meses de duras negociaciones. Pero su historia comienza antes, mucho antes. 

El 13 de enero de 1956, hoy hace 68 años, se constituía la Central Lechera Vallisoletana S.L, siendo este el germen de lo que luego se convirtió en todo un pozo de riqueza y empleo para la ciudad pucelana. 

Esto es recordado en el libro 'Tal día como hoy. Calendario histórico de Valladolid', de Roberto Delgado. El objetivo de esta nueva sociedad era desarrollar la explotación industrial y ganadera de toda clase de productos pecuarios, especialmente lácteos y sus derivados, además del suministro de piensos y alimentos para el ganado.

Interior de la fábrica de Lauki en 2009 Eduardo Margareto Ical

La normativa aprobada contemplaba una inversión necesaria en las centrales lecheras de 465.000 pesetas por cada 1.000 litros de capacidad diaria, la mayor parte para maquinaria. Las empresas que se acogieron a este Plan obtuvieron grandes cantidades ayudas del Gobierno y la garantía de contar un cierto volumen de ventas.

Los recuerdos de Lauki

Lo cierto es que Lauki, para los menos jóvenes, siempre les traerá el recuerdo en Valladolid de esos pequeños isocarros que portaban la leche envasada en botellas de cristal que eran repartidos por los colegios y despachos de venta al público. Al fin y al cabo, fueron seis décadas de producción y suministración de leche en la ciudad pucelana.

El nacimiento de Central Lechera Vallisoletana S.L. está íntimamente relacionado con el contexto impulsado por el Gobierno en cuanto a la creación de oportunidades, dado que se pasaba por un problema grave de alimentación, según se recuerda. El fin de la medida era asegurar la expansión de la industria láctea, que por aquel entonces contaba con poco desarrollo y pequeña dimensión.

Fue en 1952 cuando se difundió el Plan de Centrales Lecheras, cambiando el paradigma del sector hacia una corriente positiva en su futuro. Dicho documento prohibía la venta de leche cruda en aquellas poblaciones que superasen los 25.000 habitantes, donde trataban de asegurar el abastecimiento de leche pasteurizada a través de un concurso que asignaba los cupos de producción a empresas en concreto, entre las que estaba la Central Lechera Vallisoletana.

La aprobación del Plan y las posibilidades que se despertaron en Valladolid condujeron a un conjunto de 53 ganaderos con capital propio y a un grupo financiero e industrial de Madrid, representado por Ildefonso Astarloa, a constituir una cooperativa para la creación de una empresa del sector lácteo. La fusión vino dado por la dificultad de los trabajadores del campo a hacer frente a los gastos asociados a la máquina para pasteurizar. Fue este mismo empresario quien les vendió la máquina, condonándoles la deuda a cambio de tener el control de la empresa. Se amplió el negocio y se creó Industrias Lácteas Madrileñas S.A., dirigiendo las operaciones de la fábrica vallisoletana desde la plaza de Castilla, en la capital de España.

La autorización del Ejecutivo central llegó a finales de marzo de 1956, contemplando una capacidad mínima de higienización de 25.000 litros diarios. El cura párroco de San Pedro, Jesús Gutiérrez Aillón, bendijo los terrenos donde serían construidas las naves, en la avenida de Santander, el 18 de septiembre de ese mismo año.

Los trabajadores de Lauki repartieron en 2012 leche a los vecinos de Valladolid para reivindicar la producción de la empresa Rubén Cacho Ical

La parte técnica de las obras corrieron a cargo de José Azpiroz, que se guió por el proyecto de Santiago Matallana. Fue la constructora Belver, que poco antes se había encargado de levantar el Palacio de Justicia.

Las condiciones y la aprobación del Ministerio

Las adjudicaciones marcaban que la leche tenía que venderse envasada en una botella de vidrio recuperable. Así, desde la Central Lechera Vallisoletana se anunciaba de la siguiente manera: "Con tapón inviolable y hermético, de cartón parafinado y precintado con alambre".

La autorización final del Ministerio para poner la Central Lechera Vallisoletana en marcha llegó el 12 de noviembre de 1958, cuando fue publicada en el BOE. Una vez se construyó el complejo industrial, se ocuparon 10.000 metros cuadrados y daba trabajo a algo más de 20 empleados.

En el libro 'Tal día como hoy. Calendario histórico de Valladolid', uno de los repartidores que comenzaron a trabajar en la fábrica en 1962, Aurelio de la Fuente, llegado directamente desde Alemania con 23 años, cuenta que él repartía la leche en garrafas de 20 y 10 litros a las monjas de clausura, despachos de leche y colegios. 

Las botellas de vidrio eran transportadas en jaulas de cristal, que, según recuerdan, en el caso de que se rompiesen les tocaba llevarlas al hombro. Los vehículos utilizados eran isocarros de tres ruedas y las SAVA-Pegasín, de seis. Cuando Aurelio llegó a la Central Lechera Vallisoletana, eran cuatro chóferes que repartían por toda la ciudad.

Entre las consecuencias del Plan impulsado en 1952, se encontraba la importación de maquinaria desde el extranjero. En el caso de la industria vallisoletana, ésta llegaba desde la compañía norteamericana de Cherry Burrell. 

Concentración en 2016 de los trabajadores de Lauki antes del cierre Diego de Miguel Ical

Entre los pioneros se encontraba Antonio Cimarra, que entró a trabajar como peón en 1960. De su experiencia, se lleva que cuando llegó la fábrica parecía un "cuchitril, muy pequeña y con dos depósitos con capacidad para 12.000 litros cada uno y máquinas para pasteurizar que había que desmontar y limpiar".

Rumores y reticiencias al comienzo

En la época, los vecinos de la ciudad del Pisuerga estaban acostumbrados a comprar la leche cruda a pequeños productores, para luego cocerla en sus casas. Esto provocó la difusión de diversos rumores que tuvieron que ser aclarados por José María Luelmo en la prensa.

Así, señaló entonces que la leche sería servida en los despachos respondiendo a la normativa de uso y garantizó que la empresa no destruiría los pequeños negocios, dado que se comprometió a adquirir a los productores más pequeños siempre que cumpliesen la normativa de seguridad e higiénica. No obstante, se prohibió la venta de leche a granel sin envasar y con simulacros de pasteurización.

Los márgenes y precios comerciales de aquel momento, regulados por el Gobierno de España, el de compra al ganadero era de 4,5 pesetas y el de venta con la leche ya higienizada y embotellada de 6,08 pesetas en muelle central, 6,2 en despacho y 6,5 al público en despacho. Se incluía el impuesto municipal de 0,15 pesetas por litro de leche.

La evolución de la empresa fue positiva y en 1967 ya contaba con 62 personas en plantilla y se ampliaron las instalaciones para incluir una línea de envasado automático de leche higienizada en envases flexibles de polietileno, sin que estos retornasen. Las botellas de cristal recuperable, que habían supuesto importantes gastos y eran un proceso molesto, ya ya habían desaparecido en detrimento de las bolsas de plástico.

Trabajadores de Lauki se concentran a las puertas de la fábrica el día que se anunció el cierre Diego de Miguel Ical

Nacimiento de la marca Lauki

Con el comienzo de los años 70, apareció por primera vez la leche en brik, gracias a la adquisición de máquinas más avanzadas y mayor producción de la central. Se llegaron a alcanzar los 4.000 litros por hora. Fue Astarloa el encargado de introducir la marca 'Lauki', que en euskera significa caja y que se refería así a la nueva forma cuadrada de los envases.  

A las puertas de los 90, Lauki comenzó a entrar en la órbita del grupo francés Sodiaal que, mediante la compañía Sodiber, se hizo con el negocio, vendiéndolo cuatro años más tarde al grupo cooperativo 3A. En 2004 fue adquirido por Lactalis, que compró el 58% del capital. A partir de ahí y hasta 2016, a raíz de la crisis de 2008, la historia de la antigua Central Lechera Vallisoletana comenzó a apagarse.

Últimos meses convulsos y muy duros para los trabajadores

Sus últimos meses de vida no fueron sencillos. Trabajadores, sindicatos, Junta de Castilla y León y Ayuntamiento de Valladolid se desempeñaron conjuntamente en el objetivo de evitar el cierre de la fábrica. Sin embargo, el grupo francés ya tenía la decisión tomada, Lauki cerraría sus puertas en Valladolid para siempre.

De todos los trabajadores, 54 fueron recolocados, 19 despedidos con indemnización y 11 se jubilaron. Terminaban 60 años de historia de una parte de la industria vallisoletana, que perdía así un referente del sector lácteo para siempre, a pesar del intento fallido de administraciones y empleados, que poco más pudieron hacer.

Lauki ya forma parte de la historia industrial de la ciudad y todavía hoy, ocho años después de su clausura, sigue siendo recordada por los vecinos de la ciudad, ya que se convirtió en todo un referente en cuanto a la creación de empleo y riqueza en la casa del Pisuerga.