Son las 16.30 horas de este jueves. La comisaría de la Policía Local de Valladolid, concretamente la del distrito 4º que se ubica en la carretera de Rueda de la ciudad del Pisuerga está tranquila. La niebla baja, poco a poco, y EL ESPAÑOL de Castilla y León llama a la puerta. Una voz responde y nos invita a pasar para contarnos una historia única que pone más en valor el día a día, las acciones que los agentes llevan a cabo para salvar vidas.
Una vez dentro nos recibe el oficial Barbado. Dentro de poco hará cinco años dentro de la Policía Local. Primero, en la plantilla de Ávila, después, en la de Valladolid. Vino, y ascendió pronto. A su lado, el agente Sacristán. Cuatro años dando servicio. Primero en la Policía Municipal del bello municipio segoviano de Cuéllar y después, en la de la ciudad vallisoletana.
Ambos, aunque ellos no lo quieran reconocer (ya lo decimos nosotros), son héroes. El pasado sábado, 20 de enero, completaron una acción brillante e impoluta. Salvaron a un hombre de 35 años que, por cuestiones amorosas y con un divorcio de por medio, se quería lanzar desde lo alto del Puente Colgante.
“Es nuestro trabajo. Estamos para servir y proteger. Siempre nos gusta decir que la mejor recompensa es llegar a tiempo, y en esta ocasión, por suerte, así fue. Estamos muy contentos”, asegura el oficial en declaraciones a este periódico.
Una brillante intervención
“Eran las 21.20 horas del sábado y nos entró la llamada. Yo acababa de llegar al Paseo Zorrilla, a la zona del cuartel donde están haciendo los pisos nuevos, alertado por una fuga de gas. Nos entró la llamada informando de que había un ciudadano que quería tirarse al río en el Puente Colgante, en el Puente de Hierro. Y hasta allí fuimos”, nos cuenta Barbado.
Desde el Paseo Zorrilla, pasando por la Avenida Medina del Campo, siguiendo por la Avenida Salamanca para llegar hasta el puente. En total, cuatro minutos. Un trayecto a la máxima velocidad posible sin poner en riesgo la integridad física de ninguno de los vecinos de Valladolid, o de los turistas que por la zona hubiera ese sábado.
“Vimos a un varón de 35 años hablando por teléfono, con medio cuerpo fuera, que decía: “me tiro”. Le di tranquilidad y le dije que la vida era muy bonita. Conseguí convencerle y que se alejara. Llamé a la ambulancia que no tardó nada en llegar y, por suerte, conseguimos llegar a tiempo y no se tiró”, añade el oficial.
El hombre, que finalmente fue trasladado a un centro hospitalario gritaba: “Me acabo de divorciar, lo he perdido todo”. Lo que hizo el agente Sacristán, que pone en valor la sangre fría de su compañero y su “magnífica” intervención, fue cortar el tráfico para que no intentara certificar su amenaza autolítica lanzándose a los coches.
La importancia de la entereza psicológica
“No es lo mismo razonar con alguien que está sobrio que con una persona que ha consumido alcohol o drogas. Anímicamente va a estar mal, pero esto nos va a dificultar la intervención. La formación, en lo psicológico, se coge a base de experiencia y de afrontar actuaciones como esta”, asegura en agente Sacristán.
Todo, hablando de la psicología. De la importancia de ésta a la hora de convencer a la persona que quiere quitarse la vida. Sobre esta preparación, el oficial Barbado apunta que, en Ávila, donde comparten academia con la Policía Nacional, “reciben cursos con supuestos prácticos” a la hora de afrontar un suceso de esta índole.
“Después de jurar cargo, la formación es bastante deficiente. Te la tienes que costear tú. Incidiría más en reforzar esta formación. En estas actuaciones hay que estar en el momento preciso y sin retrasos en el lugar, pero con unas buenas directrices previas, todo sería más fácil”, confiesa el oficial.
Barbado también nos cuenta que las “bajas psicológicas no entran dentro de los accidentes de trabajo y sí de las contingencias comunes” y pide cambiar este aspecto.
No se consideran héroes
“Desgraciadamente, desde hace tiempo, el tema de los suicidios, consumados o no, resultan muy frecuentes. No hay semana que no nos toque ir a uno de ellos. Por suerte, la mayoría de ellos son no consumados. Cuando alguno se consuma te rompe el corazón”, añade, con sentimiento el agente Sacristán.
Ellos no se consideran héroes. Lo toman como parte de su trabajo, del día a día. Por desgracia, el número de personas que decide quitarse la vida, cada año, aumenta. La Policía Municipal de Valladolid está para que eso no ocurra.
“Somos los buenos. Hay padres que nos ven por la calle y nos dicen que riñamos a su hijo. No somos ogros. Estamos aquí para proteger. Somos la delgada línea azul e intentamos hacer nuestro trabajo lo mejor posible”, finaliza el oficial Barbado.