No existía ningún tipo de patología. Llevaba una vida sana, activa y hacía ejercicio. Nada fuera de lo común que pudiera hacer indicar la pesadilla que el destino le tenía preparado. Ruth Carpintero, una vallisoletana de 43 años, ha visto como, por sorpresa y en apenas unos meses, todo ha cambiado radicalmente. Ha sufrido la amputación de sus cuatro extremidades. En los brazos, a la altura de los antebrazos. La pierna izquierda a la altura del fémur, mientras que en la derecha por la tibia, por lo que en este último caso conserva la rodilla. 

EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León ha podido charlar con ella después de que iniciase una recogida de firmas en change.org, con la que ya acumula más de 45.000 en dos semanas (a fecha de esta entrevista), para reclamar la obligatoriedad de que haya fisiterapeutas y terapeutas ocupacionales formados en amputaciones en todos los hospitales provinciales de Castilla y León. "Lo que resulta más chocante es que tenga prótesis y nadie me enseñe a utilizarlas. No hay en Valladolid fisiterapeutas que sepan cómo son estas prótesis, no las han visto nunca", denuncia.

Durante tres veces al mes, tiene que desplazarse hasta una clínica de Madrid para recibir tratamiento de rehabilitación y terapia ocupacional para saber manejar sus nuevas manos y piernas. Todo ello con el gasto que conlleva, algo que cifra en unos 600 euros y porque "afortunadamente tenemos familiares que nos dan alojamiento". 

Ruth Carpintero en una de las terapias en Madrid donde aprende a usar sus prótesis

La terrible historia de Ruth se inició a finales de abril de 2023. Aquel día, recuerda, se levantó sin voz, por lo que decidió ir al médico de cabecera que tenía en aquel momento. El facultativo, en su diagnóstico, estimó que se trataba de una faringitis, por lo que lo recetado se limitó a "paracetamol y mucho agua". Sin embargo, tres días después la salud de esta vallisoletana empeoró, hasta el punto de que su intención era acudir a urgencias andando o en taxi, pero no se vio "capaz". "Llamé a una ambulancia y ya en el hospital afortunadamente me escuchó respirar un médico internista que se percata de que no es una faringitis, es una neunomía", recuerda en palabras a este periódico.

"Sufrí un paro cardiáco de nueve minutos"

El devenir de la situación no hizo más que empeorar. Fue llevada directamente a la UCI, donde la intubaron y le inducieron un coma. Tras el primer día en esta situación, los médicos solo veían una posibilidad para que pudiera sobrevivir, que no era otra que conectar a Ruth a una máquina "complicadísima" que se encarga de sustituir la función de los órganos que ya no podían hacer. "Tenía un shock séptico. El corazón, los pulmones, los riñones necesitaban que la máquina hiciera su función por ellos. Cuando me conectaron a ella, sufrí un paro cardiáco de nueve minutos. Afortunadamente no sufrí daños neurológicos, podía haber sido todavía peor", relata la vallisoletana.

Pasó los siguientes 10 días en coma, con su vida en peligro y recordando aquello como una "pesadilla horrorosa". "Mi pareja a veces aparecía y me hablaba, era lo único tranquilizador en aquel momento. Finalmente, me despertaron y había sobrevivido, pero a un coste muy algo, con las cuatro extremidades ya engangrenadas", lamenta Ruth.

Fue en julio cuando se realizaron ya las fatídicas amputaciones, pero que eran imprescindibles para que Ruth pudiera seguir con vida. Lo que en un principio iban a ser "unos dedos" en los brazos, acabó convirtiéndose en la pérdida de los mismos a la altura de los antebrazos. En las piernas "no sabían lo que se iban a encontrar".

En apenas unos meses, la vida de Ruth cambió por completo. Por sorpresa, se vio sin extremidades tras pasar una aventura horrible en el hospital. "Ha sido tan rápido que todavía no me he hecho muy bien a la idea. Me cuesta todavía verme en mi cuerpo actual y reconocerme", asegura.

Ruth Carpintero durante las terapias ocupacionales en Madrid, donde aprende a usar las prótesis

La vallisoletana recuerda que se "supone que estaba sana" y de un día para otro ocurre todo esto, quedándose en silla de ruedas y "de repente" siendo una "persona discapacitada con una dependencia del 96%". "Es tan dura la situación...", reconoce.

"Si yo quiero que mi dependencia no sea tanta, tengo que costearme yo todo"

En su periodo de recuperación, que es lo que le ha llevado a iniciar la recogida de firmas, se encuentra con que no recibe ningún tipo de seguimiento. "No me está viendo un médico internista, ni estoy en la unidad del dolor, tampoco un neumólogo... tampoco hay en Valladolid fisioterapeutas que sepan cómo son mis prótesis, no las han visto nunca. Si yo quiero que mi dependencia no sea tanta, tengo que costearme yo todo", insiste.

Además, Ruth y su familia han tenido que adelantar los "cerca de 100.000 euros" para las prótesis, que se "supone" que le tiene que sufragar la Junta de Castilla y León. "He tenido que adelantar ese dinero más los 600 euros al mes que supone ir a Madrid a fisiterapia y terapia ocupacional", recalca.

Y ya no solo es el perjuicio económico. Ruth y su pareja, que le suele acompañar en los viajes a Madrid, tienen dos hijas, de cinco y tres años, suponiendo los traslados también una alteración el cuidado de las mismas. "Tampoco puedo costearme irme más de tres días al mes. He estado seis meses fuera de mi casa, un día me fui a urgencias y desaparecí. Afortunadamente contamos con apoyo familiar, pero no podemos estar así mucho tiempo, las tenemos que criar nosotros, que son nuestras hijas", denuncia.

Reto de las firmas casi completado

Ya son casi 50.000 firmas las logradas en su reivindicación. Una acogida que reconoce no se esperaba que fuera "tanta". "Me ha sorprendido mucho. Cuando llegue a casa me abrí un perfil en Instagram, aunque era un tanto reacia a las redes sociales, y ahí voy hablando de cómo es mi día a día y de esta situación. Tengo más de 12.000 seguidores, por lo que sí que me esperaba que hubiera bastantes firmas porque lo he dado a conocer a través de ahí, pero es cierto que no tantas", reconoce.

Desde que se iniciase la recogida, y a pesar de la gran repercusión mediática que ha tenido, tanto en redes sociales como en medios de comunicación, por el momento ninguna administración pública ha contactado con ella para, al menos, valorar sus propuestas y reivindicaciones, aunque reconoce que espera que "se produzca". "Es muy importante visibilizar. hay muchas veces que nos quejamos, pero si lo hacemos así entre nosotros no vamos a conseguir nada. Lo primero es generar cierto revuelo social, para debatir esta situación y a través de ello intentar llegar a los políticos que son los que pueden cambiar esta situación", señala.

Ruth Carpintero ha perdido las cuatro extremidades de un día para otro, pero no cesará en su lucha para cumplir con sus reivindicaciones. Además, aconseja a las personas que se encuentren en alguna situación similar, que "no van a encontrar la información que necesitan en la sanidad pública", por lo que les recomienda que recurran a "otras personas amputadas". "Pero esto no debería ser así", matiza.